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Usuarias de guarderías, entre la incertidumbre y el miedo

Por Alejandra González Méndez

Mientras las instituciones judiciales deciden sobre la investigación del incendio en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora, donde hace un mes murieron 48 niñas y niños y decenas más resultaron lesionados, las madres de otro medio millón inscritos en estancias subrogadas del Seguro Social, del ISSSTE o del programa Sedesol se encuentran entre la incertidumbre y el miedo.

Tienen miedo porque lo ocurrido el pasado 5 de junio evidenció las condiciones en que operan muchas de las mil 386 guarderías subrogadas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), las 133 guarderías del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), y las 8 mil 296 Estancias Infantiles de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).

Cimacnoticias visitó dos estancias de la Sedesol ubicadas en la delegación Gustavo A. Madero, donde encontró que la proporción es de un adulto asistente por cada 12 niñas o niños, 50 por ciento más de lo establecido en las Reglas de Operación dictadas por las autoridades. Además, los dos metros de espacio requeridos por cada menor de edad tampoco se cumplen, pues el predio es de aproximadamente 100 metros cuadrados, para la atención de más de 80 pequeñitos.

Una madre de familia, que prefirió omitir su nombre, dijo que cuando la estancia «Mi Casita» entró en funcionamiento, hace 2 años, la matrícula era más pequeña; niñas y niños usaban el patio de la casa como patio de juegos, y el zaguán servía como salida de emergencia. Pero al crecer la matrícula, el patio fue convertido en salón, bloqueando el zaguán y dejando como único acceso, para los más de 80 niñas y niños, una puerta de no más de un metro de ancho. Sí, un metro.

Otros casos han sido señalados en los medios de comunicación, como el de la guardería subrogada Instituto Shakespeare, donde una niña se golpeó la cabeza en un arenero, fue llevada a un hospital particular y su familia luego tuvo que pagar una intervención para reconstruirle la frente. La familia solicitó a Protección Civil una revisión del centro infantil, instancia que determinó que no cumplía con condiciones básicas de operación.

También se han dado a conocer dos casos, en septiembre y octubre de 2007, indagados por Angélica Enciso a través del IFAI, y dados a conocer en el diario La Jornada. En la «Estancia Salvador Sánchez», personal de supervisión del Programa de Guarderías y Estancias Infantiles del Estado de México cometió actos de discriminación en contra de un niño, según denunció su madre, pero Sedesol afirmó a través del IFAI que la señora se desistió de su queja y terminó por ofrecer disculpas.

En octubre siguiente, la madre de otro niño señaló que en la estancia «Arcoiris» su hijo se golpeó un ojo, por lo que pidió se adoptaran medidas de seguridad para los menores. La Sedesol argumentó que, de acuerdo con una inspección que se realizó, encontró que opera en buenas condiciones de seguridad, higiene y equipamiento.

Otro riesgo lo constituye el uso de plaguicidas para fumigar las estancias infantiles, como señaló el año pasado la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en una recomendación a las Estancias de Bienestar y Desarrollo Infantil del ISSSTE.

El Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria pidió que la recomendación se hiciera extensiva a las estancias o guarderías a cargo del IMSS, la Sedesol y la Secretaría de Educación Pública, pues lo mismo ocurre en ellas.

¿HAY QUE ACEPTARLAS POR NECESIDAD?

Las mamás, sobre todo las que laboran fuera del hogar, no tienen muchas alternativas. El martes pasado, frente al Senado de la República aproximadamente 200 personas, sobre todo madres de familia beneficiarias del Programa de Estancias Infantiles para Madres Trabajadoras y Padres Solos de Sedesol, convocadas por las encargadas de las estancias del Distrito Federal, expresaron su preocupación ante el posible cierre de las estancias.

Dijeron a Cimacnoticias que no tienen acceso a ningún otro tipo de ayuda o servicio que les permita dejar a sus hijos mientras ellas trabajan, y algunas son el único sostén de su familia, por lo que no están en posibilidades de dejar de trabajar fuera de sus hogares para cuidarlos.

Las personas que dirigen las estancias –en su mayoría amas de casa que deben tener escolaridad mínima de secundaria y a quienes se les brinda un apoyo único de 35 mil pesos «para la adecuación y equipamiento del inmueble, y la elaboración o adquisición de materiales para el trabajo con los niños», según establece la Sedesol– insistieron en que no deben cerrar, por el beneficio para ellas, y para las madres de las y los niños.

Guadalupe Roldán, encargada de una estancia infantil en la delegación Cuauhtémoc, al ser cuestionada sobre la suficiencia e insuficiencia de los recursos que les otorga Sedesol, se rehusó a hablar del tema: «ese no es el tema a discutir, sino las bondades que ofrece el programa», dijo.

Las estancias reciben también un subsidio que va de 450 a 700 pesos por niña o niño, dependiendo del ingreso en el hogar.

Ángeles Santillán, coordinadora de las estancias de Tlalpan, afirmó que las Reglas de Operación se cumplen y que están en constante supervisión por parte del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que es su órgano normativo, y recalcó que «las estancias infantiles no son guarderías y no se les puede pedir que cumplan con las mismas reglas que las guarderías».

REGLAS LAXAS

Las Reglas de Operación, según la página de Internet de Sedesol, establecen las «condiciones mínimas» para garantizar el bienestar de niñas y niños. Es así, dice la señora Roldán, porque el programa está diseñado para la adaptación de casas habitación, y «no pueden cumplir con las mismas condiciones de seguridad que otros establecimientos», haciendo referencia a las salidas de emergencia.

Las Reglas dicen que la casa o departamento donde se instale una estancia infantil, debe tener un espacio de 2 metros por niño, de preferencia en planta baja o primer piso, con todos los servicios, bien ventilada e iluminada, y con un baño adecuado y exclusivo para los menores, aunque establecen que la Unidad Responsable del Programa (URP), que es el DIF, podrá hacer excepciones en los últimos tres puntos.

Asimismo, se establece que el número de personas asistentes debe ser de una por cada 8 niñas y niños, o de una por cada 4, en caso de que la estancia atienda a niñas o niños con alguna discapacidad.

Las reglas de operación buscan «evitar riesgos inminentes para las niñas y niños».

EL IMSS

En el caso del IMSS, el incumplimiento de las normas de seguridad se debe principalmente al sistema de subrogación, que permite a particulares hacerse cargo de una guardería, recibiendo un subsidio de alrededor de 2 mil 500 pesos por cada niña o niño, como en el caso de la tristemente célebre Guardería ABC.

Gustavo Leal Fernández –investigador del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)– señala que «en las guarderías ordinarias, que se han mantenido estables desde el año 2000, hay educadoras, médicos, trabajadoras sociales, enfermeras y administrativos, una gama de profesionistas de la que carecen las subrogadas, que no cumplen con la NOM-167 sobre la prestación de servicios de asistencia social, por eso las llamo changarros».

Verónica Andrade, ex directora de una guardería subrogada en el Estado de México, dijo que «si hay inasistencias, enfermos o incapacidades, el IMSS no paga; entonces lo que se hace, por orden de los dueños, es duplicar las credenciales o tarjetas, y luego sumarlas al registro computarizado de asistencia. Hay niños ficticios, se inflan las listas para no mermar las ganancias».

Hay guarderías que reportan una asistencia de más del 100 por ciento, como una ubicada en Hermosillo, Sonora, donde se reporta asistencia promedio de 238 por ciento, según se puede ver en el capítulo XI de la Memoria Estadística del IMSS 2008, disponible en el portal electrónico del Instituto.

Las madres de familia, en su mayoría trabajadoras, están en la disyuntiva de no llevar a esos lugares a sus hijas e hijos, con el costo de perder su empleo, o dejarlos en sitios que, según la evidencia más extrema de la Guardería ABC de Hermosillo, en caso de emergencia pueden convertirse en trampas mortales.

09/AG/RMR/GG

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