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Utopía

Por Eduardo Ibarra Aguirre

Con la máxima de que «México está preparado para ser gobernado por una mujer», Marta Sahagún de Fox vuelve a un primerísimo plano de la escena política. Deja atrás 76 días de retiro político y espiritual seguramente, después de aquella inolvidable carta de Alfonso Durazo que la condujo a declarar, el 12 de julio, con voz más que emocionada: «No obstante, quiero afirmar que no seré candidata a la Presidencia de la República».

Vuelve al protagonismo desbordado con el orgulloso marbete de primera dama que antes criticaba, para impulsar a Martha Elena García, casualmente esposa del gobernador de Nayarit, Antonio Echevarría, con el pretexto del quinto informe del DIF nayarita. Como lo hizo el 20 de enero con María del Carmen Ramírez, senadora y esposa del gobernador Alfonso Sánchez Anaya.

Lo que empezó con una gira por Baja California, continuó con una entrevista al inigualable estilo lisonjero de Pedro Ferriz de Con (La Crisis, 27-IX-04) y el lunes la condujo a Tepic, ahora se muestra como una estrategia bien articulada, al darse a conocer la agenda de la esposa de Vicente Fox, saturada en el país y el extranjero hasta el tercer mes de 2005.

El persistente uso del nosotros para explicar aspectos del quehacer gubernamental de su marido, deja muy claro que la declaración -aparentemente fortuita- hecha a Adalberto Martínez Resortes -«Somos una pareja que compartimos decisiones… Somos una pareja presidencial»-, no obedecía a la defensa de un hombre lastimado por las agudas críticas a su compañera, ni tampoco fruto de la frivolidad e ignorancia de las atribuciones constitucionales del titular del Ejecutivo y la imposibilidad de compartirlas con la cónyuge.

No. Era y es un estilo conyugal de gobernar, como advertimos en estas páginas (11-III-03) que violenta todo el orden constitucional y no existe, hasta hoy, poder de la Unión, partido político, organización social, liderazgo alguno que lo enfrente y frene, mejor aún si lo desarticula.

El cinismo de la pareja presidencial es respondido con una frase ad hoc: Los cuatro años de Vicente Fox en Los Pinos demuestran que México puede ser gobernado por una mujer.

Sólo que para la señora que ahora reconoce que sí buscaba la candidatura presidencial: «En algún momento, a lo mejor como un sueño inalcanzable, pero algo que te permite, que te permite vivir intensamente» –así sea a costa del erario público y la estabilidad política del país–, no se le puede creer que asuma «mi realidad histórica» (modesta, la zamorana).

*Director de la revista Forum

2004/EIA/LR

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