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Vivencia femenina en un grupo de la mexicanidad

Por Victoria Rodríguez Irízar

Teotihuacán……
Sobre las piedras milenarias
en el silencio de los muros
palpita el murmullo de la historia.
En los pliegues de la tierra
y el borde de las pirámides
en los murales con rostro sin tiempo
el silencio habla quedo de una herencia
que flota a la espera de un corazón abierto
dispuesto a entender.
Allí, lugar sagrado
donde los hombres se convierten en dioses
llegamos las mujeres
a la fiesta de TOCI-TETEO-INAN
Madre generadora
de todo cuanto existe…

México DF, 26 dic 08 (CIMAC).- A unos días de que concluya el año, hago un recuento de mis pasos. De los pasos andados y de los tropiezos. De la dirección, sentido, significado y compromiso de mi andar. Miro hacia atrás. El recuento se extiende ahora a mi vida: el camino, las huellas, los encuentros profundos, el grupo de la mexicanidad.

Una experiencia que marcó mi vida fue haber pertenecido, por casi dos años, a un grupo de danzantes de la corriente de la mexicanidad. Los grupos de la mexicanidad buscan rescatar las antiguas tradiciones de los mexicas o aztecas, que habitaron el centro de México antes de la conquista por los españoles, en 1521.

A partir de entonces, indígenas y españoles convivieron en un mismo territorio y, junto con el mestizaje, se dio un fenómeno conocido como «sincretismo», en el que distintas tradiciones culturales se mezclan con múltiples expresiones.

En México, el fenómeno sincrético se presenta especialmente en los antiguos centros ceremoniales indígenas que hoy son santuarios católicos, entre ellos La Villa de Guadalupe, Chalma, Los Remedios, la iglesia de Santiago Apóstol en Tlatelolco, la iglesia de Amecameca en el Estado de México y la Catedral junto al zócalo del DF.

Como muchas otras, estas iglesias se construyeron encima de los antiguos lugares de culto, las esculturas de diosas y dioses prehispánicos fueron sustituidos por imágenes de Cristos, santos o vírgenes católicas. Sin embargo, esos sitios continúan siendo hoy para los pobladores de México «lugares de poder».

En esos lugares, junto con los peregrinos, se hacen presentes grupos de danzantes, mujeres y hombres de distintas edades que en ocasiones son originarios de la comunidad y en otras grupos que vienen de fuera a enriquecer con su presencia la fiesta. Danzar allí es su manera de hacer oración.

Actualmente, hay muchos grupos de danzantes en México –concheros, danza de la conquista, guerreros aztecas– que se visten con ropa blanca decorada y con vistosos penachos de plumas. Las y los danzantes van de un lugar a otro sólo para acudir a las fiestas patronales, van el día que se celebra el Cristo, o el santo, o la virgen a ofrecer su danza, que ellos le llaman «ofrenda».

Este es un recuento de mis pasos por el grupo de danza de la conquista «Xinachtli», que significa «semilla que germina».

JUNIO 1998, EL RITUAL

Huella. Historia. Silencio. Tierra mojada. Fuego. Conocimiento. Profundidad. Misterio. Vida. Muerte. Cambio. Es la danza del corazón. Allí Huehetéotl, el «dios viejo», nos da su luz de transformación y conocimiento interior.

Es la danza de la totalidad, el vibrar con el palpitar del universo, movimiento en el que todos los cuerpos son uno al son del huéhuetl, tambor que simboliza los latidos del corazón del hombre cuya danza se orienta a la divinidad.

Alabanza. Ofrenda. Petición. Gratitud. Y el trascendente se hace presente como In Ipalmenohuani, que en náhuatl significa Aquel por quien vivimos.

Siempre presente.
Siempre al encuentro, Él….
La entrada
El camino
El retorno;
A Él nuestra danza, nuestra oración….

Pero «Él» es también «Ella»; el dios/diosa más importante de los antiguos aztecas es una dualidad. Ometéotl, en el treceavo cielo, el más alto de todos, es Ometecutli-Omecíhuatl, Señor y señora 2.

Entonces a Él la danza, pero desde nuestro ser uno con el calor de la madre tierra, con los pies descalzos que la rozan con firmeza y suavidad….. o en sus entrañas, dentro del temazcal o antiguo baño de vapor…..

La tierra, siempre presente: tierra virgen, tierra madre, tierra fecunda que nos ofrece sus flores para engalanar los altares y sus semillas para hacer fecunda nuestra mesa, donde se comparte con los «compadritos», los otros danzantes, el gozo de la fiesta afuera y de la fiesta adentro, en la sonrisa que celebra la vida en todas sus manifestaciones.

¿Cuál fiesta? Todas en una, porque la puerta de un atrio es, simbólicamente, la puerta de todos los atrios sencillos de pueblo, lugar de comunión y encuentro de pisadas en marcha, en camino, espacio de color y música que une a todas las generaciones, crisol donde se funde nuestro ser mexicanos: música, danza, artesanías, comida típica, juegos pirotécnicos. Todo allí a un tiempo….

En la feria confluye la fiesta, pero en el silencio del regreso, el corazón escucha su propia voz con los ecos de la celebración…

La danza ritual es el encuentro con lo sagrado en un lugar de poder donde el tiempo se diluye en el mismo tiempo, y los reunidos y los ausentes son una sola cosa.

Allí mujeres y hombres de la danza, hijas e hijos del maíz, del olor a tierra húmeda y de las montañas, se mueven protegidos por la eternidad de sus guardianes, de los abuelos que forjaron la tradición, de las ánimas de los 4 vientos….

Allí sus estandartes (semejantes a banderas) que rebolean al viento se convierten en «los arbolitos sagrados»: signo, amparo y protección de la continuidad con las huellas que otros dejaron….allí los hombres y mujeres de corazón limpio se vuelven vasijas para beber el néctar sagrado de los seres de luz.

¿Dónde empieza y dónde termina el ciclo? Con todo y que es uno para todos, cada quien lo vive diferente; con todo y que se recorren los mismos lugares, cada vez es una nueva experiencia…..

JULIO 1998, AMECAMECA, ESTADO DE MÉXICO

Amecameca. Oriente. Primer viento. Canto de volcanes con nieve y ondular de agua cristalina y helada, gotas de lluvia en las que el bosque llora. En realidad no llora, está cantando. Tras la cortina de agua, el valle se engalana con un soberbio arcoiris, y el sendero donde vamos pasa por debajo de él. Es como trasladarse a otra dimensión.

Veo el camino distinto, cómo serpea y sube hacia el Iztaccíhuatl, la montaña cuyo nombre significa «Mujer Blanca».
Nos guía una mujer sabia con tiempo en el rostro hacia los senos sagrados de la mujer hecha montaña por la naturaleza.

Llegamos a la piedra del conejo, enorme roca labrada con un astrónomo prehispánico que mira hacia la luna, en cuyo interior hay inscrito un conejo. Todo resplandece con el sol, los arbustos, recién llovidos, desprenden penetrantes olores. Muchos de ellos tienen propiedades curativas…

Llega la noche. El silencio y la sombra todo lo envuelven, el frío hace sentir su presencia. De repente, en la obscuridad, brota una chispa: el fuego. La sahumadora, la mujer que lo custodia, lo ha encendido y ofrecido a los cuatro rumbos y el centro.

El caracol suena, llamando a los presentes al ritual. El bosque huele delicioso. La montaña-mujer está cuajada de nieve y bordeada de estrellas brillantes. Comienza el rito. Fogata, temazcal, alabanzas….el mismo canto se repite una y diez veces y muchas. Entonces se paran los pensamientos y todo el ser está allí, en la ceremonia….

MARZO 1999, LA FIESTA DEL SEÑOR DEL SACROMONTE

Otra vez Amecameca. Otro camino, también hacia arriba, sólo que este conduce al santuario, al Cristo de la cueva, al Señor del Sacromonte.

Comienza el ascenso. Antes, un rito sencillo. A los que vamos por primera vez nos ponen en la cabeza una corona de flores frescas.

Ahora se sube diferente, renovado. La empinada cuesta se hace ligera por el colorido de los puestos ambulantes y el movimiento de gente. Arriba, frente al Cristo, dejamos la corona y nos imponen un escapulario, un trozo de tela bendita. El jefe dice a cada uno palabras de fuerza al oído. Al final todos tomamos un trago de un jarro de barro que contiene pulque, el mismo jarro para todos. Luego, la danza….

Cierro el círculo girando hacia la izquierda.
Siento y vibro con el sonido del huéhuetl
Raspo mis pies descalzos
en el cemento
en el fuego
en la flor

El humo del sahumerio
me envuelve
me penetra
El aire lo eleva
en hilos que se desvanecen
Y de entre los escombros del ser dormido
surge mi raíz

Con el viento, mi falda ondula
Como el viento, me siento libre
para danzar entre los haces de luz
que el sol salpica en el campanario,
para levantar lejos los granos de arena
que impregnan nuestros pies
para dejarme acariciar por el Absoluto
que se hace comunión a cada paso.

Y la tierra acoge nuestra danza
Y el agua fluye dentro despertando lo dormido
Entonces recibo la fuerza del universo entero.

Por la noche, en el sueño, el movimiento continúa.
Sueño que nado desnuda, buceando,
en un mar de azul intensísimo……

Porque somos seres de flor y canto
Porque lo eterno está aquí
Porque el tiempo-espacio ritual
es otra dimensión de lo cotidiano,
El Dador de la vida se hace diálogo, encuentro y signo.

OCTUBRE 1999, TEOTIHUACAN

Teotihuacán……
Sobre las piedras milenarias
en el silencio de los muros
palpita el murmullo de la historia.

En los pliegues de la tierra
y el borde de las pirámides
en los murales con rostro sin tiempo
el silencio habla quedo de una herencia
que flota a la espera de un corazón abierto
dispuesto a entender.

Allí, lugar sagrado
donde los hombres se convierten en dioses
llegamos las mujeres
a la fiesta de TOCI-TETEO-INAN
Madre generadora
de todo cuanto existe
Personificación de lo femenino
Complemento del padre,
Mitad del universo.

¿Cómo describir la sensación única
de danzar en una explanada que se eleva
mirando de frente a la pirámide de la luna?
No sé de dónde salió tanta fuerza aquel día.
Dancé como nunca había danzado. Vibré, me dejé fluir….
Fui otra……sin dejar de ser yo.

Me sentí renovada, limpia, niña de nuevo.
Extendí mis brazos al cielo
hacia arriba para dar gracias
por la plenitud,
Y horizontalmente
en un abrazo sin fronteras
para todos los hombres del mundo.

Ahora danzo sabiendo lo que danzo, con la conciencia de que hay pasos de tierra, de agua, de aire y de fuego, buscando en cada paso renovar mi intención de que la danza sea ofrenda y no saltos al vacío.

Y cada fiesta especial: La Virgen de Guadalupe, El Señor de Chalma, la virgen de Los Remedios, El Señor Santiago, El Señor del Sacromonte, Tepetlixpa, Cuilingo, Totoloapan……lista interminable de nombres y experiencias maravillosas.

3 DE MAYO 2000, VELACIÓN DE LA SANTA CRUZ

El camino se abre hacia la cumbre.
Vamos juntos y en columnas,
Pero cada quien lo recorre individualmente.
Cada quien tiene «su camino» dentro de «el camino».
Sé que mis pasos y mi huella—la que palpita en la tierra y la que otros han dejado en el corazón— son únicos….y que Dios me habla a través de ellos.

08/VR/CV

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