«Cuando me enteré que tenía SIDA, quise morir, aventarme a la vías del metro, pero no lo hice por mis hijos», señala Leticia «N» joven chiapaneca quien hace dos años supo que fue infectada por su marido, ya muerto.
A sus 28 años de edad, Leticia «N» se encuentra prácticamente sola y en la lucha por subsistir junto con sus cuatro hijos, el menor de 14 meses.
Con 50 pesos diarios de sueldo por realizar trabajo doméstico, esta joven vive al lado de sus pequeños, quien son su única preocupación y por quienes no se atreve a preguntar en la Clínica Condesa cuánto tiempo le queda de vida.
Víctima de la discriminación de su familia, incluso de su madre quien no se atreve ni a tomar del mismo vaso que ella por temor de ser contagiada, Leticia «N» acude cada mes a esta clínica especializada donde desde su último embarazo se le medica con antirretrovirales.
Temerosa de que la gente conozca su condición por miedo al rechazo y discriminación, la joven relata que acudió a esta clínica en el segundo mes de embarazo de su último hijo, «porque me sentía muy mal». Su pareja ya había muerto y el hijo que esperaba era producto de una relación nueva.
Antes, durante y después del parto recibió antirretrovirales y pudo evitar el contagio de su hijo, sin embargo desconoce si infectó a su última pareja, pues además de sostener relaciones sin protección, lo abandonó al saberse con SIDA.
Hoy su vida está sellada por la incertidumbre. «No puedo dormir bien, porque no sé cuándo voy a morir» sostiene Leticia «N» quien no se atreve a preguntar a los médicos acerca de sus expectativas de vida.
Sin embargo, su preocupación sigue siendo el destino de sus hijos al preguntarse ¿quién los va a cuidar cuando yo muera?
Niega tener amigas u otros familiares que pudieran responsabilizarse de sus hijos, por lo que confió en vivir lo suficiente para que al menos al mayor, quien ahora tiene 13 años, pueda cuidar a sus hermanos, en el caso de que ella fallezca.
Leticia «N» advierte que en esta institución, nadie le ha proporcionado mayor información acerca de su enfermedad , no obstante reconoce que es el único espacio donde se siente bien, comprendida, apoyada y donde hay otras personas en iguales condiciones.
SM/MEL
|
disponible para periodistas y medios de comunicación impresos y electrónicos por favor citen la fuente El servicio informativo se realiza gracias al apoyo |