Inicio Columna Sin incremento salarial y aumento de precios, más pobreza para las mujeres

Sin incremento salarial y aumento de precios, más pobreza para las mujeres

Por Carmen R. Ponce Meléndez*
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El porcentaje de la población que no puede adquirir la canasta básica con su ingreso laboral crece en forma importante, y las mujeres son las más afectadas porque tienen los ingresos laborales más bajos del país, que de por si son miserables. En el país este porcentaje se incrementó al pasar de 40.0 (2016), a 41.1 por ciento para el cuarto trimestre de 2017. 

En la Ciudad de México el crecimiento es mayor, ya que en 2005 era de 20.7 y para 2017 la cifra fue de 37.9 por ciento. De hecho, en 20 de 32 entidades del país aumentó el porcentaje de población que no puede adquirir la canasta alimentaria con su ingreso laboral entre ellos destaca la Ciudad de México, ver gráfica. Datos del Consejo Nacional para la Evaluación de la Pobreza (Coneval).

Ver gráfica aquí

En el período analizado (2005-2017), es muy relevante el crecimiento que ha tenido la pobreza laboral en los estados de: Morelos, Nuevo León, Oaxaca y Guerrero. Situación que se ilustra claramente en la gráfica.

Coneval publica trimestralmente las variables relacionadas con el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), esta información permite observar la evolución del poder adquisitivo del ingreso laboral de los hogares y, con base en éste, analizar si aumenta o disminuye el porcentaje de la población cuyos ingresos laborales son insuficientes para adquirir la canasta alimentaria.

De acuerdo al último informe que corresponde al cuarto trimestre de 2017, creció 4.6 por ciento la población del país que no tiene un ingreso laboral suficiente para comprar la canasta alimentaria, situación que no se veía desde 2014. El ingreso laboral deflactado por el índice de precios de la canasta alimentaria pasó de 1 mil 567.85 a 1 mil 492.61 pesos.

Esto implica necesariamente mayor pobreza femenina, porque aunque las cifras de Coneval no están desagregadas por sexo (desafortunadamente), partimos de la premisa de que son ellas las de los salarios más bajos, lo que se demuestra con las cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que elabora el Inegi.

Esta tendencia se observa tanto en zonas rurales como urbanas; no obstante, el aumento anual del ITLP es más pronunciado en las zonas urbanas y la caída trimestral es más pronunciada en las zonas rurales.  

Ahora bien, el poder adquisitivo del salario entre 2016 y 2017 también disminuyó mucho, es 2.5 por ciento menos.

¿Por qué está sucediendo esto? El propio Coneval reconoce que “la explicación de este aumento en la población con un ingreso laboral inferior a la línea de bienestar mínimo radica principalmente en un aumento del valor de la canasta alimentaria de 9.0 por ciento en zonas urbanas y 8.7 por ciento en zonas rurales en este periodo; así como por una disminución en el ingreso laboral real de 2.5 por ciento anual en este periodo”.

Dicho en otras palabras: crecen los precios pero no crece el salario y el resultado es que día a día y año con año se empobrecen más las mujeres y en general la población que vive de un ingreso fijo.

Desgraciadamente esta dinámica es la que sostiene el famoso “equilibrio macroeconómico”, del que tanto se presume en los discursos oficiales.

Sin embargo cuando los Sindicatos independientes –los que quedan- solicitan aumentos de emergencia a los salarios la respuesta es que éstos son “inflacionarios” (¡Sic!).

Actualmente en las negociaciones de los contratos colectivos de trabajo los incrementos salariales han sido únicamente del 4 al 4.5 por ciento, totalmente insuficientes para enfrentar el proceso inflacionario que está experimentando la economía del país.

Para muestra un dato: en 2012 la inflación (crecimiento de los precios) era de 3.57 por ciento pero para 2017 fue de 6.67, prácticamente el doble y evidentemente los salarios no han tenido esa misma evolución progresiva.

Si observamos el crecimiento de los precios exclusivamente en los alimentos, la situación es todavía más crítica. En el lapso comprendido entre 2012 y 2016, es decir en cuatro años consecutivos, la canasta básica experimentó un crecimiento de sus precios de 20.7 por ciento; específicamente los alimentos 30.1 por ciento de inflación.

Conclusión. Ya se vio que según la información generada por el Coneval el salario ni siquiera alcanza para comer. A las mujeres les urge un cambio de política económica y salarial.

Pobreza de las mujeres y su crecimiento medida por el ingreso laboral y los precios de la canasta básica, según información generada por el Coneval. Situación de esta pobreza a nivel estatal, urbano y rural.

* Economista especializada en temas de género

twitter @ramonaponce

18/CPM/LGL

 

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