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Pierden microempresas con nuevas modificaciones a los impuestos

Por Sonia del Valle

La reforma fiscal sí tiene beneficiarios. Favorece al uno por ciento de las empresas mexicanas –las grandes– y golpea en mayor medida a las y los trabajadores asalariados con ingresos medios, así como a las micro y pequeñas empresas, que emplean al 70 por ciento de la fuerza laboral en el país, 20 por ciento de las mismas en manos de mujeres.

Para Adriana Andrade Urbina, dueña de una pequeña empresa que exporta artesanías a Europa, el único beneficio de la reforma fiscal es que ahora pagará el IVA de sus ventas a crédito hasta cobrarlas.

Sostiene que hasta el año pasado, el pago de impuestos sobre sus ventas al extranjero a crédito le generaba un desembolso de dinero para pagar el IVA cada tres meses, que en ocasiones «cuando las ventas estaban flojas en México, me descapitalizaba, no podía ni pagarle a mis cuatro trabajadores».

Para algunos especialistas uno de los cambios más importantes de la reforma está en las modificaciones al Impuesto Sobre la Renta (ISR), el cual para los empresarios es una medida positiva; sin embargo, éste impactará más a las y los trabajadores con ingresos medios, aseguró en entrevista José Zúñiga asesor económico de la fracción parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

«Todas las personas pagarán el 35 por ciento de ISR, el cual bajará un punto porcentual cada año hasta llegar al 32 por ciento».

Pero al no ser progresivo como proponía el PRD, es decir dependiendo de lo que se gane, este impuesto es profundamente inequitativo y afecta más a quien gana menos. Y explica: «la persona que gana 10 mil pesos deberá pagar tres mil 500 pesos, pero la que gana 100 mil deberá pagar 35 mil 100, aunque aparentemente es igual afecta más en términos reales a quien gana menos».

En nuestro país, 59 por ciento de las mujeres son asalariadas, 20 por ciento trabajan por su cuenta, el resto son trabajadoras sin pago.

Ana María Zetina, es una de las que trabaja por su cuenta administrando un «microchangarro». Vende refrescos, cigarros, tortas, dulces. Tiene uno de los comercios «informales» que hay en el centro de la ciudad. Muestra los documentos que la acreditan ante Hacienda y la Tesorería del DF, como otros que tienen un puesto de metal pintado en blanco y verde, y afirma que «un mes pago, el otro no, eso me dice el contador», quien es vecino suyo y le cobra 100 pesos por presentar su declaración.

De los nuevos impuestos Ana María todavía no sabe nada. A ella le subieron el refresco y los cigarros un peso, y ella le subió dos, «porque no alcanza». Zetina tenía un «trabajador que la ayudaba» a quien le pagaba 100 pesos diarios y «lo tuve que correr hace unos días porque no me está dando el puesto».

La doctora Isabel Rueda académica del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, sostiene en entrevista que las microempresas, las cuales emplean al 47 por ciento de la población, son formas de autoempleo.

En concordancia, un estudio de Concepción Martínez Medina de Trabajadoras Unidas Asociación Civil, señala que las pequeñas empresarias generan 23 por ciento de empleos femeninos en micro y pequeñas empresas a tasas de ganancia mínima, y a veces sólo como espacios de subsistencia.

A pesar de que estos sectores son los más afectados, quienes han demandado la revisión de la reforma fiscal son las Cámaras y Confederaciones patronales para exigir entre otras medidas, eliminar el subsidio al salario, incorporar nuevos estímulos fiscales para capacitación, y la facultad de los estados para aplicar el impuesto estatal a los ingresos, a la venta de bienes y servicios, así como el impuesto a la venta de bienes y servicios suntuarios.

El economista José Zúñiga, afirma que la reforma fiscal «les beneficia más a las grandes empresas» que son menos de uno por ciento de las unidades económicas en el país, de acuerdo con el Sistema de Información Empresarial.

«Les benefició porque les permitió conservar la consolidación fiscal; porque pueden hacer deducibles las primas de seguros y fianzas; se implementa la deducción inmediata para las inversiones –a excepción de las que se hagan en el DF, Nuevo León y Jalisco–, se hace deducible el 50 por ciento de los gastos en restaurantes, y se conserva el régimen de consolidación fiscal».

Este último –asegura Zúñiga– a pesar de que la propuesta del PRD era eliminarlo, se mantiene, de tal forma que un grupo de empresas seguirá deduciendo el 60 por ciento de la pérdida de una de sus empresas, sobre los impuestos que debería pagar por las utilidades de otra de sus empresas.

«Y sobre esto los empresarios no dicen ni una sola palabra, y de estos hay muchísimos como Wall Mart que tiene 469 unidades y consolida».

Igualmente, la reforma les permite la deducción inmediata de las inversiones, por ejemplo de equipo de oficinas, mobiliario, infraestructura que anteriormente podía deducir 10 por ciento cada año, hasta llegar a los 10 años. Ahora podrán deducirlo al momento de la inversión hasta en un 89 por ciento.

Tal como asegura Zúñiga, el académico de la facultad de Economía de la UNAM, Emilio Caballero Urdiales, señaló que el sector que no paga impuestos y sigue negándose a hacerlo es el empresarial.

Explica que entre las nuevas disposiciones fiscales se encuentran las declaraciones informativas mensuales, así como la entrega del registro de la nómina tanto al Seguro Social como Hacienda, y la exigencia de que el pago de bienes y servicios susceptibles de ser deducidos se hará con cheque nominativo o tarjetas de crédito, débito o servicios. «Esto es un mayor control porque es más difícil de evadir», aseguró Caballero.

UNO DE CADA SEIS HABITANTES EN LOS REGISTROS DE HACIENDA

A excepción del IVA, impuesto que pagan todas las personas por comprar o vender cualquier artículo, excluyendo los alimentos y las medicinas, los demás impuestos recaen en uno de cada seis habitantes que son los que están registrados como personas físicas, y en 503 mil 200 unidades económicas, ya sean micro, pequeñas, medianas o grandes empresas.

En total, quienes están obligados a presentar una declaración ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público no ascienden a más de ocho millones de contribuyentes activos.

La encuesta Nacional de Empleo de 1991 reportó que había 10 millones 84 mil 643 mujeres trabajando en el mercado extradoméstico, pero para 1995 ya había 17 millones de trabajadoras que llegaron a 20 millones al final de la década. La inmensa mayoría en lo que se denomina empleo precario.

Por ello es que a falta de contribuyentes, afirma la investigadora de la UNAM Isabel Rueda, contrario a lo que se hace en otros países, se aumentan los impuestos. Cuando que en «épocas de recesión económica que se reduce la demanda interna porque las personas dejan de consumir, la primera medida a tomarse debe ser la reducción de impuestos y bajar las tasas de interés. Eso fue lo que hizo Estados Unidos, luego del atentado terrorista del 11 de septiembre pasado».

Sin embargo, aquí la reforma fiscal aumentó no sólo el número de impuestos a pagar, sino que incrementó los que había. «El resultado será una mayor contracción del mercado, es decir serán las y los consumidores finales quienes resientan más la reforma, a diferencia de los grandes empresarios».

       
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