Los altos índices de marginación de los municipios oaxaqueños reflejan la condición de vida de sus comunidades, muchas veces en contraste con los recursos naturales que posee pero que no pueden beneficiarlos debido a la falta de caminos y, en algunos casos, a ancestrales costumbres.
La Dirección General de Población de Oaxaca reconoce la necesidad de mejorar las condiciones de vida de la población que vive en comunidades de alto y muy alto grado de marginación, ya que el 80 por ciento de los municipios (458 de los 570 que conforman la entidad) están ubicados en esa franja de pobreza.
Oaxaca está compuesta por una gran diversidad. Datos del censo de población y vivienda señalan que en el 2000 había 10 mil 511 localidades; 98 por ciento de esos asentamientos corresponden a pueblos menores de dos mil 500 habitantes y, la gran mayoría (68%), corresponde a lugares con menos de 50 habitantes.
Las mujeres oaxaqueñas tienen en promedio 2.9 hijos, al tiempo que su esperanza de vida se ha incrementado a 74.8 años en promedio; casi cuatro más que los varones (72.5 años).
En Oaxaca se reconocen 16 grupos étnicos y por tanto un número similar de lenguas indígenas. Las más sobresalientes, por el número de hablantes, son zapoteco, mixteco, mazateco, mixe, chinanteco y chatino.
UN DERECHO QUE SE PAGA CON LA MUERTE
La pobreza combinada con los bajos índices de educación y la falta de atención oportuna y adecuada son problemas fundamentales aún no resueltos, sobre todo entre las mujeres de muchas comunidades oaxaqueñas: a pesar de que los datos oficiales muestran que cada año se reduce de manera significativa la mortalidad materna, ésta permanece aun por encima de la media nacional.
La Secretaría de Salud de la entidad asegura que entre 1990 y el año 2001 disminuyó el número de defunciones durante el embarazo, en el parto o después de él de manera importante: de 148 defunciones que había, en ese periodo pasó a 74; en otras palabras, la tasa de mortalidad materna pasó de 12 a 6.4. Pese a la disminución, la cifra está por encima de la media nacional que es de 4.8.
Con una población compuesta en su mayoría por mujeres, Oaxaca guarda proporciones de pobreza inaceptables; como ejemplo, el grado de analfabetismo de las mujeres mayores de 15 años asciende a 26.7 por ciento, mientras que en los hombre de la misma edad es de 15.5 por ciento.
También, los indicadores de INEGI muestran que el 81.5 por ciento de las mujeres son amas de casa; las que trabajan, en su mayoría, se concentran en el sector de servicios (26.45 por ciento).
En ese sentido la Red Oaxaqueña de Derechos Humanos expone, en su agenda mínima, que en cuestión de salud el 80 por ciento de las mujeres padece desnutrición crónica y siete de cada diez mujeres sufre o ha sufrido cáncer cervicouterino, «estos y otros motivos colocan a Oaxaca entre los tres primeros lugares en el ámbito nacional por mortalidad materna».
FRASES QUE SE VUELVEN SENTENCIAS
La jefa del departamento de Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud, Rosa Lilia García Kavanagh, señala que el índice de mortalidad materna sin duda indica el desarrollo de un país; en tanto se sigan presentando muertes maternas y perinatales previsibles, la atención a la salud tendrá que mejorar.
En entrevista, la funcionaria señala que la muerte de una mujer en edad fértil por motivos de la maternidad debe entenderse como la expresión de desventajas sociales, económicas, culturales y de género; para el logro de sus derechos reproductivos y constituye una tragedia familiar y social.
Los niveles de mortalidad materna representan, además, una advertencia acerca de posibles insuficiencias en la cobertura y calidad de los servicios de salud materna que se otorgan a la población.
García Kavanagh se refiere al descenso significativo que se observa en la entidad de 1990 al 2002, periodo en el que observamos un descenso significativo tanto en la tasa como en el número de defunciones; en el primer caso, ya que pasa de 12 a 6.2 muertes de mujeres por cada 10 mil nacidos vivos registrados, y de 148 a 74 defunciones maternas. Otra característica importante que destaca el análisis de la doctora Kavanagh es que, de acuerdo al área de responsabilidad de la Secretaría de Salud y del IMSS, es en el régimen de solidaridad donde ocurre el mayor número de muertes; lo que se relaciona con el número y tipo de población que atienden.
De igual manera sostiene que la muerte materna, por grupo de edad, varió de 20 a 24 años en 2001, a entre 25 y 29 años de edad en este 2002.
La jefa del Departamento de Salud Reproductiva añadió también que uno de los factores fundamentales en la «tragedia de la muerte materna» es el grado de escolaridad, ya que prácticamente la cuarta parte de la las mujeres que murieron en el 2001 fueron reportadas con primaria completa y casi la quinta parte no tenía ningún grado de escolaridad.
Por su parte Paola Sesia Arcozzi-Masino, coordinadora general del Comité por una Maternidad sin Riesgos, subraya que la mortalidad y morbilidad materna en Oaxaca siguen siendo aún motivo de preocupación. «Las complicaciones relacionadas con el embarazo, parto y el puerperio figuran dentro de las cinco principales causas de muerte entre las mujeres en edad reproductiva».
La también investigadora del CIESAS añade que aun cuando el año pasado se registraron 78 decesos derivados de la muerte materna, «seguramente las cifras reales son aún mayores considerando el subregistro que existe».
Con todo y que sólo fuera una, asegura Arcozzi, la tragedia de su muerte es inmensa debido a que la gran mayoría de esas muertes pueden evitarse, por lo que no debieron ocurrir; en segundo lugar, cada una de estas muertes representa una carga de sufrimiento e injusticia terrible para la misma persona, para su familia y para sus hijas e hijos.
Asimismo consideró que, aunado a las causas obstétricas, los factores sociales de distinta índole (como la persistencia del machismo) contribuyen en Oaxaca a que muchas mujeres tengan embarazos tempranos y numerosos, a que los métodos de planificación familiar se usen de manera limitada y a que se ejerza una violencia muchas veces indiscriminada hacia la mujer dentro y fuera del ámbito familiar.
UN ESPEJO DE LA REALIDAD
San Antonio Tilantongo es una pequeña agencia municipal ubicada en la mixteca oaxaqueña, a simple vista se puede observar que el desarrollo está lejano y la pobreza es espejo común y cotidiano.
De apenas 18 años, Adelina Reyes García, con la primaria completa, asumió hace dos años la responsabilidad de estar al frente de la Casa de Salud: un cuarto aledaño a la agencia municipal, compuesta por una mesa, una cama de exploración cubierta con una manta que alguna vez fue blanca, una vieja báscula y un estante con medicamentos.
Adelina señala que los problemas de salud de las mujeres son, fundamentalmente, dolor de cabeza y cansancio, derivado quizá del trabajo que ellas desempeñan en el campo sembrando maíz, trigo y algunos productos que la pobreza de la tierra les permite; además de la labor diaria de atender la casa, los hijos e hijas y al esposo: en caso de que no haya emigrado.
En San Antonio Tilantongo la población vive en privación permanente: escasea el agua potable, los caminos, las tierras son improductivas, todo. Son unos 200 habitantes conformados en menos de media centena de familias, y el grueso de la población lo componen los y las jóvenes de entre 14 y 25 años; según datos del agente municipal Filiberto Mejía Pedro.
Las mujeres se casan entre los 15 y los 20 años, de las menos de 50 mujeres casadas que hay en San Antonio, 10 han tenido en promedio 12 hijos e hijas y algunas de ellas apenas si alcanzan los 35 años.
Tal es la población a la que atiende Adelina en sus emergencias médicas como diarrea, fiebres o infecciones respiratorias; pese a que hubiera querido seguir estudiando, ella tiene que cumplir con la obligación de atender la Casa de Salud.
Adelina sabe de memoria qué recetar para cada caso. Por ello no se explica por qué la unidad móvil que va cada 15 días no deja suficientes anticonceptivos: sólo seis inyectables para el mismo número de mujeres –las únicas– que son consideradas como usuarias. Lo que no sabe Adelina es que los anticonceptivos inyectables, en muchas marcas y fórmulas, están prohibidos.
«¿Los condones?, ¿las pastillas? No, de ésas no hay, no dejan», responde temerosa a nuestras preguntas, «como nadie las pide, pues no las traen». Habla mientras observa un empolvado muestrario de métodos anticonceptivos que descansa sin remedio sobre una vieja repisa repleta de pastillas, gotas y jarabes para el dolor de cabeza, la fiebre y la diarrea.
Tampoco cuenta con información sobre los métodos anticonceptivos, por lo que las mujeres temen utilizarlos. San Antonio Tilantongo es común que los maridos se opongan a su uso; es más, Adelina sostiene que dos de las seis mujeres que utilizan las inyecciones lo hacen a escondidas pues ya no quieren más hijos e hijas; sobre todo si llevan 12 embarazos al hilo.
—¿Qué haces en caso de un parto o una emergencia de ese tipo?
—Pues les damos un pase para que se vayan a la clínica más cercana en Nochixtlán, que se encuentra a más de una hora de distancia, sobre la mitad del camino de terracería.
Adelina no tiene la más mínima idea acerca de si existe muerte materna, el concepto la confunde.
—Bueno, las mujeres se mueren casi siempre de cólico en el vientre.
—¿Cáncer?
—No sabemos, pero sí se han muerto de cólico.
—¿En esta clínica les toman el papanicolau?, le preguntamos a Adelina.
—Sí, cuando viene la unidad móvil, porque entonces viene el doctor, la enfermera y la promotora de salud y algunas se hacen el examen.
—¿Cuándo tienen sus resultados?
—Nos los traen a los seis o los ocho meses, eso no depende de nosotros, ellos lo traen.
DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS
Uno de los aspectos más comunes entre la población femenina en edad reproductiva es la constante violación a sus derechos, señala el informe del organismo no gubernamental DeSER, quien plantea que, de una muestra de 100 –obtenida en 40 localidades– en 74 ocasiones hubo alguna violación a sus derechos fundamentales.
El estudio también concluye que en 18 casos se presentaron deficiencias en cuanto a la confidencialidad, atención, tratamiento e información; en 16 más se les presionó para que usaran métodos para regular la fecundidad; en 10 la autoridad tomó la decisión de aplicarles el dispositivo intrauterino u practicarles la operación femenina (ligadura de trompas) sin autorización de la mujer; y en 15 casos se detectó violencia verbal y emocional para convencerlas de la esterilización.
Por lo que se refiere al cáncer cérvico uterino, considerada dentro de las causales de muerte materna, según el informe de DeSer, la Secretaría de Salud reconoce que muere una mujer cada 48 horas en Oaxaca; lo que quiere decir que habrían sucedido 160 defunciones en el año 2001.
| |
disponible para periodistas y medios de comunicación impresos y electrónicos por favor citen la fuente |
