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Millones contra la impunidad

Por Sara Lovera

Las Naciones Unidas reconocen que la violencia hacia las mujeres es «la más vergonzosa violación a los derechos humanos». No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Además agrega: «Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz».

El consenso internacional subraya estas frases de Kofi Annan, sin embargo en todo el mundo existe un déficit respecto de la violencia hacia las mujeres. Mundialmente se dice que cada 15 segundos una mujer, en algún lugar del mundo, en la ciudad más cercana, tal vez en la comunidad donde usted o yo vivimos, una mujer es agredida física, sicológica o económicamente.

Lo más grave es que en México vivimos la mayor de todas las vergüenzas, como dice Annan. Durante poco más de nueve años, sistemática y continuamente se ha cegado la vida de cientos de mujeres concretas, con características semejantes, en lugares parecidos, en circunstancias muy similares. Nadie sabe ahora, casi una década después, si se trata de uno, varios o una banda de delincuentes. Lo cierto es que no funciona ni la justicia, ni el honor, ni las ideas progresistas. La masacre continúa.

Feiminicidio es la denominación que un sector de la sociedad ha utilizado, considerando que se trata de violencia de género, donde el riesgo es ser mujer; violencia dedicada en particular al sexo femenino.

Esto sucede, como se habrá dado cuenta el o la lectora, en Ciudad Juárez, México. Sucede a la luz pública, ante la opinión de la sociedad, frente a la comunidad internacional y todavía las últimas averiguaciones señalan que en realidad no existen datos concluyentes sobre nada y no existen investigaciones capaces de dar siquiera con un indicio de dónde comenzó este horror.

Lo cierto es que, como diría Nuria Varela en su interesante investigación realizada en España sobre la violencia hacia las mujeres, alrededor del horror, de los hechos, de las estadísticas, de las acciones políticas, existe una red de complicidades que en el fondo tolera y consciente la situación.

Esta red de complicidades ha funcionado en el caso de Ciudad Juárez.

La red cómplice está bien compuesta. Primero por las autoridades, que se apoyaron y siguen apoyándose en el mito de la vida de las mujeres «decentes», las que no se arriesgan. Así, una trama cómplice es la idea de lo que es ser una mujer. Se diría trama cultural.

Una segunda trama de la red es la prensa y la forma en que desde hace casi 10 años se han presentado los casos a la opinión pública. El cómo se fueron hilando los motivos y las víctimas. Cómo al no profundizar el tema quedó en un fenómeno que señala un caso, dos, 280 o 500 desaparecidas. Es decir, la manera como se presentó el asunto y la poca profundización del mismo.

La tercera trama es la constituida por las religiones, principalmente la católica. ¿Alguien escuchó al obispo pedir justicia para las mujeres de Juárez? En templos y feligresías no escuché nada en todos estos años. Por tanto se puede admitir que existen asesinos de mujeres que prófugos, invisibles, clandestinos, pueden seguir su camino, que Dios no los juzgará.

Hay otras tramas de esta red cómplice. Por ejemplo, las y los políticos. Solamente recurren al caso de Juárez cuando éste les va a redituar algo. Su complicidad consiste en no ser precisamente consistentes. Yo veía cómo en la Cámara de Diputados hay una comisión encargada de coadyuvar en la investigación, y la secretaria técnica de esa comisión decía que estudiarán el caso, verán de qué se trata, de otros casos semejantes. Nunca esa comisión ha exigido a las diversas procuradurías que actúen seriamente. En otros espacios se presume de ir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero como son de gobierno es difícil de creer. ¿Y eso servirá de algo?

Pero la complicidad aumenta cuando la demanda de llevar el caso al campo federal es desatendida. Llevarla ahí permitiría que pudiera vigilar el caso el mismísimo abogado general de la nación, y por reflejo, el jefe del Ejecutivo nacional.

Hace un año decíamos que ya era un clamor nacional. Que urge un millón de gentes protestando. La trama de las complicidades está en cada quién duerme tranquilamente cada noche, sabiendo de una joven que algún lugar de Ciudad Juárez está, sólo por ser mujer, arriesgando su vida, y no hacemos nada.

Todo viene a cuenta por el sigilo, el silencio sospechoso y la falta de acuerdo para hacer gran publicidad a una serie de acciones grandes y definitivas para poner un alto a la impunidad. Un gigante programa de actividades y denuncias está en curso, pero está oculto. No se sabe en la prensa, en las calles, aún no se ven los carteles colgados, no se sabe cuánto se están comprometiendo las y los políticos, los grupos de mujeres, los sindicatos, los partidos políticos, las agencias publicitarias democráticas, las universitarias. Todo se hace entre las que saben y organizan. En pleno noviembre no es todavía un escándalo mediático que habrá una campana para repiquetear el réquiem.

Nadie supo, no vi nada en la prensa ni en la televisión de las ofrendas dedicadas a las mujeres de Juárez, este 2 de noviembre; de las jornadas que iniciarán el 9 de noviembre, ni de los Foros, ni de los plantones. Todo el país debía saberlo.

No entiendo por qué no se hizo alianza con el Gobierno del Distrito Federal, con los gobiernos perredistas de todo el país, que presumen de defender estas causas. Ni con los gobiernos priístas, ni se pidió apoyo a los gigantes sindicatos que tienen recursos.

No entiendo todavía cómo se pude estar profundamente conmovida por esta situación y cómo no se puede armar la gigante movilización en la que pensamos muchas personas en marzo. ¿Dónde andarán? ¿Dónde estarán esas almas y esos corazones comprometidos?

Noviembre tendría que ser el momento de la resonancia gigante. Donde cada mexicana y cada mexicano tendría que ir a las plazas a protestar. A la procesión y caminatas que habrá el 25 de noviembre en muchas ciudades.

Si las personas que leen esto quieren mayor información para sumarse a la protesta, para que termine la impunidad, por favor escríbame [email protected].

* Directora de cimacnoticias y secretaria ejecutiva de la asociación civil Comunicación e Información de la Mujer.

       
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