Mientras la clase obrera tiene acceso a diversas prestaciones con base en la relación contractual que establecen, como son salud, vivienda, aguinaldo, pensiones y jubilaciones, para las y los trabajadores del campo simple y llanamente ese tipo de beneficios no existen.
Las mujeres rurales no tienen reconocimiento a su trabajo en el ámbito del derecho laboral, además de que en términos del derecho agrario se ha retrocedido con la reforma al artículo 27 constitucional.
Para la Central Campesina Cardenista (CCC), en el estudio La Reforma Laboral y el Trabajo en el Campo, la mayoría de trabajadores rurales, (25 millones, de los cuales 12 millones 400 mil son mujeres), no establecen relaciones contractuales para realizar su trabajo.
Así, señala la organización campesina, ni la Constitución ni la Ley Federal del Trabajo reconocen esta relación contractual, por lo que no son garantes de los derechos de la población rural trabajadora.
La CCC definió que el derecho colectivo se refiere a la sindicalización, la negociación colectiva y la huelga y que los derechos laborales individuales se refieren a jornadas de 40 horas semanales, día de descanso obligatorio, vacaciones o reparto de utilidades.
Pero la población femenina que trabaja en el campo carece aún de prestaciones básicas como son la protección a la maternidad, licencia de maternidad, de lactancia y un ambiente laboral libre de riesgos y violencia, entre otros.
PANORAMA DIFICIL
De acuerdo con la investigación Las Mujeres y el Poder, del Colegio de Posgraduados, elaborado en el área Especialidad Género: Mujer Rural; la concepción tradicional señala que las mujeres rurales no trabajan en el campo, sólo «ayudan» con el deshierbe y la cosecha en la parcela familiar.
Sin embargo son muchas las que deben trabajar la tierra mientras los hombres se ausentan en busca de otra ocupación o se emplean como jornaleros, lo que a veces los lleva a desplazarse por todo el país según las temporadas agrícolas.
La mayoría de los pobres, indica el estudio, viven en zonas rurales donde 90 por ciento de la población carece de servicios básicos: no hay electricidad, agua, drenaje, con gran frecuencia no sólo falta el retrete sino incluso un hoyo en el suelo para las necesidades básicas.
El análisis señala que las mujeres rurales mexicanas viven tres años menos que las citadinas, en tanto que las jornaleras del campo tienen una esperanza de vida de 16 años menor. Además, la mayoría de la población rural padece desnutrición.
El área Género: Mujer Rural, apunta que las zonas rurales del país están marcadas por los contrastes y con frecuencia la riqueza convive estrechamente con la pobreza.
A lo largo y ancho del territorio mexicano existe un sinnúmero de minúsculas explotaciones agrícolas que no alcanzan siquiera niveles de subsistencia, por lo que millones de personas deben buscar trabajo como jornaleros del campo, muchos de ellos apenas logran encontrarlo 200 días al año.
Hoy millones de familias rurales están desesperadas por aumentar sus ingresos debido a la crisis económica iniciada en la década de 1980. Ojalá que el Acuerdo Nacional para el Campo, impulse acciones que contemplen la protección sus derechos humanos y laborales, en particular de las mujeres.
2003/RGL/MEL
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