Inicio Las neuronas no tienen sexo para las matemáticas

Las neuronas no tienen sexo para las matemáticas

Por Erika Cervantes

La primera mujer que la Academia Rusa de las Ciencias aceptó como integrante fue Sonya Corvin-Krukovsky, quien el 12 de diciembre de 1889 fue admitida. Su mérito fue contribuir al desarrollo de la ciencia al aportar un estudio sobre la refracción de la luz en los medios cristalinos.

Sonya nació en Moscú el 15 enero de 1850 de una familia de matemáticos. Su padre le permitió estudiar a la edad de 15 años en una época en que las mujeres no estudiaban sino se preparaban para casarse.

Un personaje trascendente en la vida de Sonya fue su tío Piotr, a quien le gustaban las matemáticas. Ninguno de los dos imaginó que ese sería el destino de la jóven.

Otro factor que hizo que Sonya se interesara en las matemáticas fue que en su casa había un papel tapiz con fórmulas que ella no lograba entender. Mientras recibía tutorías de matemáticas fue que recordó todas las fórmulas que había visto en aquel papel y entonces logró comprenderlas.

Siendo imposible para una mujer estudiar en una universidad alemana, Sonya planeó casarse con Vladimir Kovalevsky para poder viajar y estudiar sin ser mal vista por los demás. Después de estudiar en Heidelberg, quiso hacer la maestría; pero en la Universidad de Berlín la rechazarían por su condición femenina.

Aún así se presentó en Weierstrass, donde probó sus aptitudes hacia las matemáticas y estudio los siguientes cuatro años. Más tarde logró ingresar a Göttingen y en 1874 obtuvo su doctorado.

Sonya volvió a Rusia al no conseguir empleo y en 1878 dio a luz a una niña. Luego intentó trabajar y fue recibida en Weierstrass.

En 1883, presentó su trabajo sobre la refracción de la luz en medios cristalinos al Congreso Cientifico de Odessa. En ese mismo año murió su esposo, lo cual la afectó mucho.

En 1888 y con 38 años de edad ganó los primeros cinco mil francos por su trabajo científico titulado Problema de Rotación de un Cuerpo Sólido Sobre un Punto Fijo, que fue presentado a la Academia Francesa de las Ciencias, más tarde en 1889, ganaría mil 500 francos como premio por dos trabajos más.

En 1891 murió por el virus de la influenza, pero heredó a las mujeres el haber sido una gran matemática demostrando desde el siglo XIX que las neuronas no tiene sexo.

2003/EC/MEL

       
atención
información producida por cimac, comunicación e información de la mujer
disponible para periodistas y medios de comunicación impresos y electrónicos
por favor citen la fuente

El servicio informativo se realiza gracias al apoyo
brindado por las siguientes instituciones:
John D. and Catherine T. MacArthur Foundation, UNIFEM,
Partner of the Americas, Fundación Heinrich Böll,
GLAMS y The William and Flora Hewlett Foundation.

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más