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De atea declarada a beata de la Iglesia Católica

Por Erika Cervantes

En nuestros días el que una mujer trabaje y destaque en su profesión ya no es raro, pero a principios del siglo XX era la excepción, mucho menos se pensaba siquiera que las mujeres tuvieran aspiraciones distintas a la maternidad.

Una mujer en Alemania instó a las mujeres a educarse y no conformarse con una educación mediocre, a esforzarse por hacerse presentes en todos los campos del actuar y del pensar. Su nombre era Edith Stein.

Y aunque la sociedad a la que pertenecía la rechazó, ella no claudicó y fue la primera mujer que obtuvo el derecho a impartir una cátedra en la universidad alemana de Friburgo, además de haber logrado que las mujeres pudieran dedicarse a la docencia al ser publicado un decreto en 1920 que les permitía presentar exámenes de oposición para impartir cátedra universitaria.

Edith Stein nació el 12 de octubre de 1891 en Breslau, entonces Alemania (actualmente la ciudad polaca de Wroclaw). Su padre, murió cuando ella tenía sólo dos años de edad y su madre, Auguste, se encargó del negocio familiar para sacar adelante a sus siete hijos.

Edith debió luchar contra los prejuicios de la propia familia para poder llevar adelante sus estudios en una época en la que no se consideraba necesario que la mujer tuviese formación intelectual.

Al llegar a la juventud se declaró atea y comenzó un esfuerzo decidido y constante por encontrar la verdad. Se convirtió en una de las primeras mujeres en la universidad, estudió Filología Germánica, Historia y Psicología; era integrante de la Asociación Prusiana para el Sufragio de las Mujeres, que consiguió el voto femenino en 1918.

Declaraba abiertamente que no estaba dispuesta a dejar la profesión por el matrimonio, la familia y los hijos. Desde 1913 fue discípula de Edmund Husserl, se licenció en filosofía en 1915 e hizo su doctorado en 1916, transformándose en ayudante de Husserl en la Universidad.

Tras ganar la batalla para adjudicarse una cátedra en la Universidad se dedicó a la docencia, especialmente dirigida a mujeres.

Para ella ninguna profesión estaba vedada a las mujeres y era mucho lo que podían aportar a la sociedad. Atendía personalmente a cada una de sus alumnas y en su búsqueda por apoyar y ayudar al mayor número posible de mujeres publicó su Carta Mensual para Mujeres Profesionales.

En 1932 fue llamada al Instituto Alemán de Pedagogía Científica en Münster. Poco después comenzaron los disturbios que precedieron a la II Guerra Mundial y la expulsaron del Instituto por su conocida ascendencia judía y la abierta defensa que hacía de su pueblo.

Entre 1928 y 1933 dio una serie de grandes conferencias sobre la mujer, presentando una imagen de ella que resultaba revolucionaria para la época. Estaba convencida que la solución de los problemas del mundo requería que a la mujer se le ayudara a madurar humana y espiritualmente.

Insistió en la necesidad de eliminar la discriminación de la mujer en la educación y de superar el intelectualismo masculino agregando a la educación la moral, la formación de las virtudes, de la voluntad, de los sentimientos y afectos; porque, para ella, la persona madura es aquella que ha integrado todas sus facultades.

Afirmó que la mujer debe ejercer todas las profesiones y entrar plenamente en el mundo laboral porque tiene la misión de humanizar este mundo recordando a todos que una persona humana vale más que todas las cosas; y que cualquier profesión, cualquier vocación, cualquier labor están al servicio del ser humano.

Al comenzar la persecución contra los judíos, rechazó la posibilidad de refugiarse en Sudamérica y decidió hacer realidad algo que deseaba hacía varios años, entrar al Carmelo de Colonia convirtiéndose en monja, ahí escribió varios ensayos filosóficos.

En 1938, Edith Stein fue llevada a Holanda. Pero esto no evitó que fuera detenida por las fuerzas Nazis y el siete de agosto de 1942, fue trasladada al campo de concentración nazi de Auschwitz y murió en la cámara de gases el nueve de Agosto de 1942.

La Iglesia Católica la beatificó como Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y la historia la recuerda por su ensayos sobre la libertad de pensamiento y educación para la mujer.

2003/EC/MEL

       
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