Más de sesenta años después de que la primera píldora anticonceptiva fuera sintetizada en México para revolucionar la vida de las mujeres, la investigación sobre nuevas sustancias que permiten evitar embarazos no deseados continúa.
Del otro lado de la línea de producción, la mayoría de las mexicanas de todas las edades saben que tienen derecho a un anticonceptivo seguro, pero de allí a saber cuál es y pedirlo, hay un trecho.
La historia más conocida refiere que la producción de la píldora se pudo desarrollar para el mundo desde México durante sus primeros 30 años gracias a una de las 28 mil especies nativas del país: el Barbasco o «cabeza de negro», de acuerdo con el Consejo Nacional de la Biodiversidad (Conabio).
«A mi me daría pena ir a pedir pastillas en el Seguro Social» reconoce una estudiante de tercer grado de una secundaria privada y católica, habitante en la Unidad Morelos de la colonia Doctores, una isla de clase media del populoso barrio.
En los 10 departamentos del edificio habitan 13 mujeres y 11 hombres de todas las edades. Tres de ellas, viudas o casadas, son mayores de 60 años por lo que ya no ocupan anticoncepción. Las cuatro mujeres casadas «cerraron la fábrica» y las mayores dudas aparecen entre las adultas sin pareja y con hijos o entre las más jóvenes. Todas las entrevistadas prefieren no dar su nombre verdadero.
Las vecinas mayores de este edificio tuvieron a sus hijos antes del «boom» de la píldora anticonceptiva en los años 70, pero por viudez, separación o «destino» tuvieron pocos hijos, una de las razones para permanecer en esos departamentos de 70 metros cuadrados.
En general las cuatro mujeres casadas siguieron un esquema similar de usar algún método hormonal o dispositivo intrauterino para evitar su primer embarazo y espaciar el segundo o hasta el tercero. Pero la salpingoclasia fue ofrecida de manera constante a cada una y tarde o temprano la aceptaron.
En conversación con las vecinas que fueron madres solteras o se divorciaron en algún momento entre los años 80 y 90 se aprecian más ambivalencias sobre los métodos a utilizar: a veces han sido hormonales, dispositivos intrauterinos y con cada vez más frecuencia, condones. Una de ellas optó más adelante por la salpingoclasia.
«Cuando cumplí cuatro años con ya sabes quién, y que nunca ibamos a vivir juntos y que mi hija creció también me operé.» Para todas ellas, egresadas de la educación media superior o la universidad, el método anticonceptivo va y viene de acuerdo a la presencia o ausencia de una pareja estable.
Mientras que las tres jóvenes, entre los 14 y los 24 años, afirman decididas que no esperan un matrimonio para tener relaciones sexuales. Las tres consideran que es más fácil acercarte a un servicio de salud para solicitar un método mientras más años tienes.
LA PÍLDORA QUE LIBERA
Las mujeres de este edificio viven e ilustran lo que Simone de Beauvoir preconizó en El Segundo Sexo y la historia registra como una realidad mundial: la regulación de la fertilidad femenina es la piedra angular de su libertad para decidir.
La humanidad es la única especie en la que el 50 por ciento de sus hembras en edad de reproducirse controla –con mayor o menor eficacia—el momento de su embarazo.
Lo anterior se desprende de datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas que establece una cobertura anticonceptiva de más de 50 por ciento de mujeres en edad reproductiva en el mundo.
Y esta historia en gran medida se ha conducido gracias a algunos gramos diarios de estrógenos y progestinas, mezcladas, probadas y reprobadas en los pasados sesenta años.
La primera píldora contenía 10 mg de noretinodrel y l50 mcg de etinilestradiol. Ahora, tenemos píldoras de la llamada tercera generación con dosis diarias de progesterona tan bajas como 0.075 mg y 30 mcg de etinilestradiol.
De la primera píldora a la fecha además de los componentes han variado las presentaciones de los métodos hormonales, su aplicación y su mercadotecnia.
Hoy, el gobierno mexicano apostó al Implanon –al comprar seis mil unidades este año–que consiste en un artefacto del tamaño de un cerillo que se aplica en el brazo y se puede utilizar hasta tres años. Funciona con etonogestrel, hormona que se anuncia como eficaz y de tercera generación en la publicidad de Implanon para la población general.
«No dejarás de admirarte» reza la publicidad de Novial, píldora anticonceptiva que contiene un compuesto de etilinestradiola/desogestrel que ofrece anticoncepción oral aceptable y confiable y promete embellecer la piel de todas las mujeres, particularmente las de cutis graso.
Vicente Díaz, director de la Fundación Mexicana de Planificación Familiar (Mexfam), la primera gran organización en su tipo en el país, asegura que la lucha ahora es por tener substancias con menos efectos secundarios aunque las modificaciones han sido mínimas en los últimos diez años.
Los beneficios agregados son «más como tipo boutique» o «más mercadotecnia» explica a esta agencia Vicente Díaz que se especializó en anticonceptivos desde 1978 cuando se entrenó en el Instituto de Investigación GD Searle en Inglaterra.
Por ello, los nuevos anticonceptivos además de buscar proteger contra el embarazo sin efectos secundarios pueden ofrecer hasta la disminución del crecimiento del vello.
Aunque la opinión pública suele seguir los criterios de seguridad establecidos por la Administración de Alimentos y Drogas estadunidense para el uso de medicamentos, Vicente Díaz promueve el manual Criterios de Elegibilidad de Anticonceptivos Hormonales de la Organización Mundial de la Salud por estar basado en evidencias científicas de todos los estudios publicados sobre el tema.
Siguiendo las recomendaciones del manual, el también ex director de la Secretaría de Salud, apuesta a que los métodos hormonales son una forma segura y eficaz de protección contra el embarazo a cualquier edad, aunque no contra el VIH/SIDA, aclara.
Aún así la píldora «es el medicamento con fines profilácticos que salva más vidas» dijo al argumentar que desde su comercialización no solo dio libertad a las mujeres sino que disminuyó la mortalidad materna al evitar embarazos no deseados y sus consecuentes abortos clandestinos.
PLANTAS DE MÉXICO AL MUNDO
Vicente Díaz relata que la primera hormona fue hallada entre 1951 y 1952: la noretindrona, que aunque se atribuyó a los laboratorios Syntex en México, sus verdaderos descubridores fueron Jorge Rosencanz y el ingeniero Luis Ernesto Miramontes.
La progesterona se obtuvo al principio de la orina de yegua preñada pero su costo prohibitivo (80 dólares) obligó a buscar otras precursoras hormonales en plantas, hoy más conocidas como fitoestrógenos.
De acuerdo al Conabio, el doctor Russell E. Marker pudo sintetizar en 1942 dos kilogramos de progesterona del Barbasco en un laboratorio montado en el baño de un hotel en la ciudad de México, lo que equivalía al 50 por de la producción mundial anual en ese tiempo.
Hoy, en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), otro equipo de investigadores mexicanos desarrolla un espermicida hasta 20 por ciento más efectivo que el nonoxido 9, basado en otra planta que crece en el suelo nacional: Sedum Prealtum.
El director de la investigación es el químico Rafael Silva Torres quien informa a Cimacnoticias que «la importancia de la investigación es encontrar un anticonceptivo espermicida que ayude a las mujeres a controlar la natalidad, sin efectos secundarios de bajo costo, reversible y tenga una duración hasta de 48 horas para la protección de las usuarias.
Este espermicida tendría que ofrecer hasta 100 por ciento de protección contra el VIH y, de acuerdo a Silva Torres la investigación estaría actualmente a la mitad del camino.
Aunque hasta la fecha la investigación está asegurada por los recursos del IPN, Silva Torres llama a su institución y a la población mexicana a que se tomen en cuenta los resultados que se obtengan, «que se le de el peso necesario a todos los participantes.» Que no quede en el olvido.
2003/MR/MEL
