Hace 43 años, en República Dominicana, durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), las hermanas Mirabal Reyes: Patria, Minerva y María Teresa, fueron asesinadas de forma brutal por oponerse al régimen del dictador.
Las hermanas Mirabal Reyes pertenecían a una familia de clase alta de la comunidad rural Ojo de Agua, de la provincia de Salcedo, al norte del país. Educadas en colegios católicos, se convirtieron en activistas contrarias al gobierno trujillista tras ser testigos de la muerte y la represión de sus familiares.
Tras ser detenidas en varias ocasiones y víctimas de constantes ataques, Patria, Minerva y María Teresa participaron activamente en el «Movimiento Insurgente 14 de Junio» que derrocó a Trujillo el 30 de mayo de 1961, seis meses después del asesinato de las tres hermanas.
El 25 de noviembre de 1960, Minerva y María Teresa visitarían a sus esposos presos en Puerto Plata. Las acompañaba su hermana Patria y Rufino de la Cruz, quien conducía el automóvil. En el trayecto fueron interceptados por agentes militares y torturados antes de ser asesinados.
La muerte de las Mariposas, seudónimo con el que participaban las tres hermanas en las actividades clandestinas contra la dictadura de Trujillo, representó la lucha de las mujeres contra la tiranía.
Por ello, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá, Colombia, en 1981, la delegación dominicana propuso el 25 de noviembre como el Día Internacional Contra la Violencia Hacia las Mujeres.
En ese encuentro se discutieron los aspectos fundamentales de la situación de la mujer frente a todos los tipos de violencia de que son víctimas, tanto en el ámbito social como en el económico, político y cultural.
De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP) la violencia contra la mujer a nivel mundial es una de las manifestaciones más evidentes de las desigualdades entre hombres y mujeres.
Según la Declaración Sobre la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres aprobada por Naciones Unidas en 1993, la violencia contra la mujer se define como todo acto basado en el género que tiene como resultado, posible o real, un daño físico, sexual o psicológico, incluidas amenazas, coerción o privación arbitraria de la libertad, pública o privada.
Las expresiones de violencia no se limitan a esa definición: existe en el hogar, perpetrada por las parejas o familiares; en la mutilación genital y otras prácticas consideradas tradicionales; el hostigamiento sexual; la violación; el tráfico y prostitución forzada; la que ejerce la sociedad o la que perpetra y tolera el Estado, todas igualmente graves.
No obstante, los procesos legales que se siguen en contra de los agresores que ejercen algún tipo de violencia contra las mujeres aún son escasos en comparación con el número de agresiones.
Datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indican que en América Latina una de cada cuatro mujeres es maltratada en su hogar, pero sólo entre el cinco y el 15 por ciento de estas mujeres denuncian las agresiones.
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