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¿Nos cree idiotas?

Por Cecilia Lavalle

No sé qué me enoja más: si el acto de corrupción en sí o que supongan que la ciudadanía está conformada por una bola de personas total, absoluta e irremediablemente idiotas. La noticia que acaparó la atención nacional a lo largo de la semana tiene tintes de película chafa, huele a cloaca y todo indica que acabará en batidillo.

Sin embargo, el involuntario actor estelar, el acusado, el malo de la película, se levanta de entre el fango maloliente, embarrado hasta la cabeza, y nos dice con su eterna cara de flojera cósmica: ¿mugre, yo? ¿De veras cree que somos idiotas?

Brevemente, y sólo por si usted se ocupaba de asuntos más felices, le cuento: Resulta que el lunes pasado los periodistas Javier Solórzano y Carmen Aristegui transmitieron en su noticiero del canal 52 (más noche lo haría Joaquín López Dóriga en Televisa) un video en el que un empresario le solicita al senador de la República Jorge Emilio González Martínez -también presidente del Partido Verde Ecologista de México (PVEM)- que utilice sus influencias en Cancún (donde el alcalde pertenece a ese partido) a fin de obtener los permisos requeridos para un gran proyecto turístico.

Tras un diálogo donde queda clarísimo (digo, por si alguien tenía dudas) que nuestro legislador anda escasísimo de vocabulario y de neuronas, el senador dice: «Pues no entiendo bien, la neta, pero bueno, la idea sería sacar el permiso… ¿y cuánto nos va a tocar? (su interlocutor señala con la mano el número dos) ¿dos millones de dólares? (dice el senador como si se tratara de un asunto de rutina), y el empresario confirma: uno inmediato y uno con el terreno sacado, y te hablo de inmediato el lunes».

Acto seguido, el senador pide un fólder con los proyectos «pero no así tan rebuscado» y se compromete a «poner a alguien» para que averigüe si es viable y, si es así «ya le hablo yo a algunos regidores y ya les digo».

¿A qué le suena eso?, ¿a qué le huele?, ¿qué parece? Si camina como buitre, grazna como buitre y tiene toda la pinta de buitre, ¿qué diría usted? ¡Qué es un buitre! Pues fíjese que no. El Niño Verde (como injustamente –para los niños, claro- se le conoce) jura y perjura ¡que es un ave Fénix!

La misma noche en que se difundió el video, Jorge Emilio González, entrevistado por Reforma, negó rotundamente la autenticidad del material, y afirmó que lo habían mandado a hacer a Hollywood.

A la mañana siguiente (percatándose de que hasta para deficientes neuronales era imposible creer que el video no fuera real), dio paso al plan B. En entrevista radiofónica concedida al periodista Carlos Loret, sostuvo: «Si hubiera tenido la intención de aceptar no hubiera tenido la cara de aburrido que tenía (como si tuviera otra). Yo quería ver qué tan lejos podían llegar estas personas, quería saber cuál era la capacidad de estos cuates para influir en la autoridad, para conseguir los permisos».

Y ya encarrerado, afirmó que viendo el lado positivo eso demostraba que él era un político «consciente, coherente y capaz» (¡¡!!). No tengo mayor idea de quiénes lo asesoran (o suponen que lo hacen), pero ofende profundamente que después de quedar en evidencia (digo, ni que fuera novedad un acto de corrupción en un político) nos quiera ver la cara de imbéciles. ¿Qué pensará? (es un modo de hablar).

El numerito de lodo, como suele suceder en estos casos, ha sacado a relucir más lodo. Para cuando escribo estas líneas se dice que el video fue tomado hace cuatro meses por otro niño rico que alguna vez trabajó para cuidar los negocios de González (no en el partido, sino en Cancún); que el niño rico (González, no el otro) es famoso en Cancún (no en la sede de su partido, sino en los antros); que por lo menos uno de los proyectos turísticos que se mencionan sí existe.

Se dice que el empresario que pide el favor (un intermediario que en el argot se conoce como broker inmobiliario) no sabía que estaba siendo filmado, y por tanto el soborno es real; que el socio de este empresario es el padre de quien filmó a escondidas el video; que ese señor (el padre, no el broker) quiso formar, sin éxito, su propio partido político, para lo cual contó con apoyo económico del PVEM.

Y por si fuera poco, se dice que el negocio en cuestión (el turístico, no el de la creación del partido) es uno muy jugoso, como de 120 millones de dólares, que incluye una terminal portuaria con una ruta de ferry entre Miami y Cancún; que mantener el negocio familiar (el del partido verde, no el turístico) nos cuesta a los contribuyentes cerca de 500 mil pesos diarios; entre otras linduras. Le digo, huele a cloaca y tiene todo para acabar en batidillo.

Pese a todo, Jorge Emilio González insiste en presentarse como héroe de la patria, en presentar a su partido como el emblema de la democracia, y en hacer parecer todo este escándalo como un complot del gobierno en contra de su respetable persona e instituto político.

Y sabe qué es lo peor, que legalmente es muy probable que no pase nada porque no recibió dinero alguno (na’más dijo que sí); que es muy posible que el Instituto Federal Electoral no haga nada (como no lo hizo con los estatutos del partido señalados como antidemocráticos); que seguiremos manteniendo su salario como senador, y él su fuero; que, en una de esas, hasta resulte candidato a la presidencia de la República en 2006. En mi país eso y más es posible. ¿Será por eso que nos creen idiotas?

*Articulista y periodista de Campeche.

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04/CL/GBG/SM

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