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El DIF municipal y la equidad de género

Por Dalia Barrera Bassols

El espacio municipal constituye el más cercano a la vida cotidiana de las mujeres, en su pugna por cumplir de manera adecuada con el rol de madre-esposa y ama de casa, en su papel de gestoras sociales, en su lucha por avanzar hacia formas democráticas de convivencia social y por incidir en la toma de decisiones en todos los espacios de la vida social y política.

Sin embargo, paradójicamente, en nuestro país, el espacio del gobierno municipal constituye todavía un duro reto a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, y al impulso decidido a las políticas públicas de equidad de género.

A lo largo de nuestro trabajo en diversas regiones del país, promoviendo las políticas públicas de equidad de género en los gobiernos municipales, hemos encontrado que existe todavía escaso conocimiento en gran parte de los 2 mil 435 gobiernos municipales en torno a lo que implicaría adoptar dichas políticas.

Persiste la confusión que las ve como políticas o acciones de atención a las mujeres, sin contemplar el diagnóstico de su situación en el municipio, la determinación de los problemas más urgentes y prioritarios.

Así como la necesidad de avanzar en la resolución de sus necesidades estratégicas de género, es decir, en la transformación de su situación de subordinación y opresión, tanto como en sus necesidades prácticas, como sus problemas específicos en la educación, trabajo, vivienda, acceso a los servicios públicos, entre otros.

Así, es común escuchar intervenciones en talleres realizados con funcionarios y empleados municipales diversos, que nos dicen que no se considera necesario el crear instancias municipales de atención integral a las mujeres: ¿Para qué, si ya tenemos el DIF?, nos dicen, y allí se atiende a mujeres de diversas edades y condiciones.

Quisiéramos entonces aquí, plantear algunos puntos acerca del lugar que ocupa el DIF dentro de los diversos espacios de los gobiernos municipales de nuestro país, que deberían coincidir en el avance de políticas públicas a favor de las mujeres y de la equidad de género.

Nuestra convicción es precisamente que dichas políticas deberían abarcar a todas las instancias de la estructura del gobierno municipal, incluido el DIF, el cual, como las demás instancias, es necesario incluya el punto de vista de equidad de género en sus planes, programas y acción cotidiana.

Es necesario, por tanto, ubicar el papel del DIF Municipal dentro del difícil camino hacia la insitucionalización y transversalización del enfoque de equidad de género en los gobiernos municipales de nuestro país.

En primer lugar, es necesario tener en cuenta que el objetivo primordial del DIF es el de la asistencia social y el apoyo al desarrollo integral de la familia; siendo los sujetos de su acción hombres y mujeres de distintas edades y etapas del ciclo vital, en especial los que se encuentran en estado de vulnerabilidad, por encontrarse en una situación crítica social, económica, física y mental.

Esto es, no es su propósito el dar atención y apoyo integral a las mujeres, aunque en los hechos sí atienda a una proporción mayoritaria de mujeres, tanto en su calidad de menores en abandono o maltratadas, minusválidas, ancianas, mujeres víctimas de violencia intra familiar, como madres de familias marginadas, de hijos minusválidos, cuidadoras de ancianos de la familia, jefas de hogar, etc.

Por otra parte, dadas las características de nuestra cultura política, que marca también nuestras instituciones, el trato que ha venido dando el DIF a lo largo de varias décadas a la población beneficiaria de sus programas y acciones, ha distado de ser el que se da a personas cuya condición ciudadana es aceptada y promovida explícitamente por el aparato gubernamental, de manera que se ha considerado a las mujeres como entes pasivos, recipientes de las acciones, reproduciendo relaciones clientelares e incluso de manipulación electorera, a través de acciones asistencialistas, que no asistenciales, como correspondería.

Frente a las fortalezas y debilidades del trabajo del DIF Municipal, retomaremos el análisis de Ma. Concepción Torres Zaragoza, quien enfatiza el carácter incipiente y débil del proceso de sensibilización y capacitación sobre el enfoque de género en el DIF a nivel nacional, estatal y municipal, señalando la importancia de dar un avance sustantivo en ese respecto.

Esta consultora municipalista propone la reestructuración del DIF Municipal, empezando por cambiar la designación por la elección de las Directoras (presidentas DIF) tomando en cuenta más el perfil que el parentesco, asignarles un salario profesional; la conformación de equipos de trabajo profesionales y con experiencia en el trabajo comunitario de organización y de géner; que las Directoras del DIF puedan asistir a las reuniones de cabildo con derecho a voz y que la titular del DIF no sea necesariamente una mujer; que los programas del DIF contemplen la perspectiva de género, y que los gobiernos estatales asignen una partida específica para los DIF municipales, para evitar que la cantidad designada por el cabildo quede a criterio del presidente o del ayuntamiento.

Resulta clara la necesidad entonces de abundar en el debate de estas y otras propuestas, dentro de una reflexión general acerca del papel del Sistema DIF nacional, estatal y municipal, hacia la institucionalización de las políticas públicas de equidad de género en nuestro país.

2005/BD/SJ

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