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Nueva visión de la mujer China ante el divorcio

Por la Redacción

Decir que el divorcio presenta una tendencia ascendente en China y que una gran parte de esos desenlaces son solicitados por las mujeres, era una afirmación impensable hace algunos años y todavía hoy puede despertar dudas.

Sin embargo, las estadísticas son tercas y los registros oficiales muestran que la disolución del vínculo matrimonial, a petición de la esposa en esta nación asiática, va ganando cada día más espacio en la vida cotidiana.

De manera paulatina, el divorcio deja de ser un trámite traumático y rechazado socialmente, en especial para la mujer.

Ello se aprecia en la progresión de la tasa anual de divorcios, que en los años 70 del siglo pasado era de un tres por ciento, hasta llegar al 13 por ciento en el año 2000, informó Prensa Latina.

El índice de crecimiento fue de 21 por ciento en 2004, y el año pasado mostró índices similares. En 20 años, la cifra de rupturas casi se cuadruplicó.

Estas proporciones tienen su expresión concreta en alrededor de un millón 330 mil divorcios anuales, frente a algo más de ocho millones de matrimonios por año en lo que va del siglo.

De todas formas, las cifras de divorcio no son alarmantes pues la tasa es muy inferior a las de otros países y en China hay unos 230 millones de familias.

El aumento de rupturas matrimoniales se atribuye, en gran parte, a la puesta en práctica de procedimientos más sencillos para contraer matrimonio y para divorciarse, una muestra de los cambios en esta sociedad cerrada a la disolución familiar.

Antes, la decisión personal del matrimonio o del divorcio trascendía el plano familiar, pues era necesario un permiso especial otorgado por el centro laboral para proceder a los trámites. De hecho, era un tutelaje del amor.

Hacia 1991, se afirma, dos de cada cinco solicitudes de divorcio eran rechazadas y los funcionarios a cargo de la disolución podían emplear años en mediar entre los cónyuges en busca de una reconciliación.

La situación cambió a partir de octubre de 2003 con una gran simplificación de los trámites.

Para casarse, basta con presentar las tarjetas de identidad y los documentos de residencia respectivos, firmar una declaración de soltería y dar fe de que no existen lazos de sangre entre los contrayentes.

En cuanto a la disolución del matrimonio, las parejas pueden recibir el certificado de divorcio inmediatamente, si ambos concuerdan al respecto y aceptan de forma amistosa la separación de bienes, deudas y cuidados de los hijos, según el nuevo reglamento.

Estudiosos de la sociedad china estiman que el aumento de las rupturas matrimoniales refleja los cambios que enfrenta esta nación, enrumbados a la modernidad; las mujeres acceden a más información sobre sus derechos y tienen más posibilidades de dejar a un marido infiel o violento.

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