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Soldaderas de la democracia

Por Lourdes Godínez Leal

Las empresas dedicadas a las encuestas y opinión de mercado tuvieron un auge sin precedentes en los últimos dos años que las llevó a gozar de un prestigio respaldado por el trabajo casi invisible de las mujeres que se emplean como encuestadoras.

Y es que pasan la mayor parte del tiempo en la calle, su trabajo consiste en interactuar con la gente, preguntándoles, aguantando el rayo del sol o los recorridos a pie casa por casa, intentando conocer la opinión sobre diversos temas, incluso en las comunidades más recónditas del país y con jornadas de hasta 12 horas de trabajo, no cuentan con prestaciones, vacaciones, seguridad social ni con contratos.

Se ubican en el sector servicios y pagan impuestos, viajan constantemente y gracias a su trabajo es posible conocer la opinión de las y los mexicanos en torno a diferentes temas, servicios o productos.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en su edición Mujeres y Hombres en México 2006, durante 2005 el 43.2 por ciento de la población femenina se concentró en el sector servicios.

Esta misma fuente señala también que en todas las entidades federativas la participación económica de las mujeres en las actividades comerciales y de servicios es superior a las de los hombres.

Aunque no existen datos oficiales sobre cuántas se emplean en esta actividad dada la proliferación de empresas que se dedican a levantar estudios de opinión y de mercado, sobre todo en los últimos años, se estima sin embargo, que es mayor la contratación de mujeres en éstas.

Daniel Lund, de la empresa Mund Américas (dedicada a la investigación demográfica) dijo a Cimacnoticias que el porcentaje de mujeres que participan para realizar las encuestas en su empresa, es de un 65 por ciento resaltando que la experiencia ha demostrado que éstas hacen mejor ese trabajo, entienden mejor la dinámica de la entrevista, manejan mejor las preguntas y sobre todo, ganan más la confianza del entrevistado.

Sin embargo, esta confianza puede resultar «excesiva» y expone en la mayoría de los casos, a las mujeres, quienes refieren como riesgos de trabajo que son más vulnerables a accidentes, asaltos, malos tratos de las o los encuestados e incluso a agresiones sexuales.

Laura O. relata que en una encuesta levantada en una comunidad de la sierra de Oaxaca, fue secuestrada durante un rato por un campesino del lugar quien con machete en mano le pidió matrimonio.

Laura comenta que «gracias» a que iba acompañada por un grupo de compañeros encuestadores, y quienes ante su tardanza, fueron a buscarla, pudo salir de esa comunidad.

Y es que si bien, este tipo de trabajo es temporal y podría suponer ciertas desventajas, las entrevistadas comentaron que sí tiene sus ventajas y existen mitos en torno a él, como el del salario.

LA CARA SOLEADA

«El sueldo es bueno y si damos resultados en el trabajo, hay posibilidades de ascender a puestos como supervisora o coordinadora de proyectos», comenta Laura.

Las encuestadoras ganan, dependiendo de la empresa en que se encuentren, entre 200 y 250 pesos diarios (mil 750 pesos semanales); o por encuesta (150 pesos) y cuando ocupan cargos de supervisora o coordinadora, el sueldo es de hasta ocho mil pesos mensuales.

«El salario se maneja por igual a hombres y mujeres, en algunas empresas pagan por encuesta y en otros por salarios fijos, por ejemplo, hay empresas que pueden pagar mil 700 pesos a la semana», aseveró Eduardo Caballero Campos, gerente de Go It Merk SA de CV, empresa dedicada a hacer estudios de opinión sobre diversos servicios y productos.

Florencia Ruiz, historiadora de profesión, comenta que durante su paso por dos encuestadoras, pudo observar que el sueldo no varía, «pero hay lugares donde éste depende del dueño porque hay directivos que prefieren cotizar más barato para tener trabajo regularmente» y si eso ocurre, también es menor el sueldo del encuestador o encuestadora.

¿Quiénes son las encuestadoras?

En general, son mujeres de entre 18 y 50 años de edad, algunas tienen estudios de secundaria, otras más concluyeron la preparatoria y otras tantas son profesionistas que no han encontrado trabajo en sus áreas.

Sin embargo, este trabajo puede convertirse en una carrera profesional para muchas, como lo fue para Laura O. quien relató que desde 1999 ha trabajado como encuestadora, con el paso de los años y gracias a ello ha logrado ascender, ahora tiene su propio negocio y continúa en las encuestas.

Florencia Ruiz, es profesionista. Estudió la carrera de Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como la mayoría de las y los profesionistas, se encontraba desempleada y con necesidad de tener un ingreso, llegó a conseguir empleo como encuestadora.

Riesgos profesionales

Eduardo Caballero Campos, con trabajo al frente de grupos de encuestadores, trata de no hacer distinciones, pero sí cuida a las mujeres y comenta: «las mujeres se van a las zonas más céntricas, porque están mas propensas a asaltos, entonces tratamos de no mandarlas a zonas alejadas para no exponerlas».

Para Ofelia, quien trabajó como encuestadora hace seis años, las cosas han cambiado. «Antes, refiere, uno iba a las casas con la inocencia de que estábamos seguras, ahora hay más inseguridad y la gente es más desconfiada».

«Cuando son encuestas casa por casa es muy peligroso, en algunas te ven por la mirilla y te cuestionan y cuando es en la calle, muchas veces no te hacen caso, te ignoran o te hostigan los mismos encuestados».

Florencia Ruiz relata: «en un pueblo cerca de Tula, en Hidalgo, yo empecé a levantar mi entrevista, un hombre empezó a cuestionarme mucho, como que pensó que yo venía del PRI o algo así, y varios hombres se empezaron a acercar y me rodearon, me fui».

Para algunas de estas mujeres las encuestas han significado una forma de vida, algunas por necesidad y otras por simple militancia en algún partido político, pero todas coinciden en algo: es un empleo como cualquier otro que no debe ser minimizado, ni compadecido.

FRASES

«La experiencia ha demostrado que ellas hacen mejor este trabajo, entienden mejor la dinámica de la entrevista, manejan mejor las preguntas y sobre todo, ganan más la confianza del entrevistado».

Durante una encuesta que levantaba en una comunidad de la sierra de Oaxaca, Laura O. relata que secuestrada durante un rato por un campesino del lugar quien con machete en mano le pidió matrimonio.

06/LGL/LR

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