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Resistencia Humana

Por Sara Lovera*

La encrucijada democrática ha generado todo tipo de sentimientos. México realmente vive una situación inédita.

Por ejemplo ansiedad. Una cosa que atraviesa las vísceras y el corazón. Que está como olla hirviente, desparramando gotas y chorros de adrenalina en nuestro cuerpo.

Es la ansiedad que provoca la espera de los trabajos del Tribunal Federal Electoral, porque es evidente que mujeres y hombres de este país teníamos la costumbre, la creencia de que todo se hacía y decidía desde arriba.

No saber, estar en medio de una dinámica de cambios, de procesos, de mediciones del equilibrio de fuerzas, nos asusta. Y si dijera que esto es la democracia, cualquiera diría que exagero. Es más hay quienes se desgastan con los epítetos y los adjetivos contra lo que identifican como el enemigo.

Esto me remite al 68, la marcha silenciosa del 13 de septiembre fue imponente. De antropología al Zócalo. Se quedó ahí un plantón permanente. Esa madrugada entraron los tanques y hubo de todo, heridos, miedo, persecución, tal vez muertos. Y claro algunas y algunos detenidas.

Me recuerda la tarde en el zócalo, donde se nos hacía hueco el alma porque el aparato robó las elecciones. Era el 88. Algunas necias como yo no habíamos dejado de marchar al Zócalo durante esas dos décadas. Con todo y la guerra sucia, el 88 no era igual, pero parecido. Sólo la templaza y la seguridad de que no había instrumentos legales ni institucionales detuvieron la resistencia civil. Cuauhtémoc Cárdenas nos llamó a organizarnos. Eso tocaba en el 88.

Habíamos estado tan cerca como ahora, pero sólo lo sentíamos, no lo sabíamos. Hoy sabemos que hubo traición, manipulación de cifras, contexto sucio y tramposo antecedente en todo el proceso, las manos sucias del PAN, convertido en su contrario en poco tiempo.

No en 6 años, pero poco tiempo. Lo que pasa es que analistas van y analistas vienen y no son capaces de ver la realidad. Son analistas de escritorio. Hace al menos 15 años que si se hubiera leído, se sabría cómo gobierna el PAN. De Baja California se pueden escribir varios libros. De hecho los hay, sobre manejo de presupuesto, desviación de recursos, abuso de poder, estatus de clase. Desde el gobierno de Rufo. Pero no lo leímos.

Y que decir de las acciones que un periodista amigo mío documentó en Torreón, Coahuila; o cómo fue que otra amiga mía se fue al hospital después de trabajar en un gobierno panista.

Los analistas no leen los diarios locales, ni viajan y cuando lo hacen sólo miran la ciudad desde uno de esos hoteles trepados en un cerro, modernos, de más de mil pesos el costo de una noche de hospedaje.

Lo mismo les pasa a los militantes y dirigentes de algunos partidos políticos. No ven nada, y qué decir de las ONG, ciudadanas, feministas, rurales. Cada uno, como Juan Pirulelo, sólo atendiendo a su juego.

¿Entonces? Qué sorpresa saber que los panistas yunqueros, hijos del diahc poblano, ultraderechistas, doble moral, ya tienen historia y debíamos saberlo.

Ellos que han ido ganando capitales de entidades muy importantes. Sobre quienes ya se puede documentar su manera de ejercer el poder, esos que describo, pues sí, hicieron eso que tiene al país cata tónico, entre una marcha, un plantón y una demanda.

Lo importante es que ahora la resistencia civil que los panistas inventaron, a veces para reclamar justamente y a veces para chantajear y acordar con el poder, se convertirá en una resistencia humana.

La gente que ví este domingo en San Cristóbal de las Casas y la que observé este lunes en las calles de Tuxtla Gutiérrez. La gente o sea yo, como dice Sergio Pitol es otra. Ya no se puede ser tan simple, tan vacuo, tan superficial, como para pensar que ésa, la gente o yo, no piensa, no quiere, no desea o no sabe.

Si sabemos todos, más de 15 millones de personas que haciendo ejercicio de nuestra ciudadanía, concientemente depositamos el voto, organizamos, medimos posibilidades, armamos campañas, vimos y hablamos con las y los otros, yo, la gente y sabemos muy bien que hubo trampa, que no es creíble lo que dice el IFE, que Felipe Calderón podría ser impuesto, pero nunca será reconocido por muchas como nosotras.

Y eso duele. Hay quien piensa que podrían reflexionar los panistas. No lo van a hacer. Están atrincherados en una esquina de poder, poque tienen compromisos y un proyecto para entregar al país.

Era muy claro, ¿como no lo vimos?, nos dedicamos a denostar misóginamente a Martha Sahagún y no nos dimos cuenta que era la cabeza de un proyecto expansivo; nos fuimos a hacerle el caldo gordo a Josefina Vázquez Mota, creyendo que era buena onda, tan simpática, tan sensible, tan entendida y ahora resulta que los dirigentes del PAN la señalan como la autora intelectual de esa brutal campaña del miedo.

Y ya no es posible seguir en este espacio. Pero ¿qué les parece doña maestra Elba Esther Gordillo?, digo ahora que pasé por aquí, por la tierra de las indias bonitas, de ojos de capulín, trenzas llenas de colores, las tzeltales y las tzotziles amadas e inteligentes que pintaron de amarillo perredista a Chiapas, donde se vive y se muere por maternidades abandonadas, donde se experimenta el sitio militar, donde se espera en el recodo de un camino cualquier cosa, menos la justicia.

Chiapas, la tierra de la maestra.

Y sí, cómo es que hay sorpresa. Lo que sucede es que quisimos agarrarnos de nuestra ilusión. Había muerto el PRI, un PRI reciclado en amplias franjas del PRD, ese PRI que con todo, nunca fue uniforme, ni fue partido, un frente de intereses, de acuerdos, como será o es ya, este PRD medio tricolor, rojo, amarillo y hasta roji negro.

Lo que importa no es eso. Es que la gente, yo, necesito resistir por el bien humano de muchas personas, por recuperar la dignidad del país, porque se respete mi voto y el tuyo, porque se cuenten los votos y luego, ya, vemos, vemos cómo ponemos nuestras agendas y cómo las peleamos.

* Periodista mexicana con una trayectoria de 30 años como reportera en diarios nacionales: El Día, unomásuno, La Jornada. Directora fundadora de CIMAC. Nominada a 100 mujeres por el Nobel de la Paz.

06/SL/LR

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