Para finalizar con la sonrisa interior, meditación taoísta difundida en el mundo por el maestro de origen tailandés Mantak Chia, hablaremos hoy de las dos últimas líneas: media (sistema digestivo) y posterior (columna vertebral).
Luego de terminar con la primera línea, a través de la cual sonreíste a tus órganos internos, establece contacto con la energía dorada sonriente como una espiral que se forma en el entrecejo y sonríe (levantado la comisura de tus labios) a todo tu rostro.
Después baja esta energía por la nariz y los senos nasales hasta la boca, deja que entre al paladar, recorriendo lengua, dientes y encías, pasa la lengua como un masaje por el interior de la boca. Ve formando un buche, mezclando saliva con energía dorada, sube la lengua al paladar, inclina la barba pegándola al pecho y traga con fuerza. Siente como recorre esófago, estómago, intestinos delgado y grueso, colon, hasta llegar al ano.
Mientras se da este proceso agradece al sistema digestivo por su trabajo en el procesamiento de los alimentos y la separación que hace absorviendo nutrientes, discriminando lo útil de lo que no lo es y eliminado los desechos. Siente cómo estos órganos se relajan poco a poco recibiendo esta mezcla de sonrisa como un bálsamo que cubre las paredes internas de energía dorada.
Regresa tu atención hacia los ojos e inicia ahora con la tercera línea que corresponde a la columna vertebral.
Vuelve a contactar con la espiral de energía dorada, brillante, de sonrisa frente al entrecejo. Saliva y traga con fuerza empujando la lengua contra el paladar superior, dirige el flujo hacia el cerebro, buscando recorrer la glándula pituitaria (a nueve o diez centímetros atrás del entrecejo) y siente como florece (igual que el botón de una rosa).
Continúa el proceso enviando la espiral de energía dorada al centro del cerebro y sonríe al tálamo (localizado encima de la columna, ligeramente atrás y encima de la glándula pituitaria y del hipotálamo). Sonríe a la glándula pineal bajo el punto de la corona (en el centro de la cabeza). Siente como las glándulas crecen y se expanden. Continúa con una sonrisa a los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro. Baja por toda la columna vertebral.
Para terminar es muy importante que almacenes en el ombligo (cuatro centímetros hacia el interior de tu cuerpo) la energía dorada de sonrisa, el objetivo es que no quedes con una carga en la cabeza y/o el corazón, has desarrollado un aumento de energía en el cuerpo y la zona del ombligo podrá manejarla de una forma sana sin afectar ningún órgano interno.
Cubre el ombligo con ambas manos, izquierda sobre derecha, y concentra primero dando giros, en un diámetro no mayor de diez centímetros, hacia la derecha en las mujeres y hacia la izquierda en los hombres contando de tres en tres hasta completar 36 veces.
Regresa dando los giros al lado contrario 24 veces para condensar la energía en el ombligo. Mueve cada vez más el círculo hacia el ombligo.
Al final debes sentir mayor flujo de Chi (energía vital) en todo tu «yo soy corporal», conecta con él y observa cómo estás. Escribe tu experiencia en tu Diario del Cuerpo.
Existen otras tres formas de alimentar tu estar en la Tierra mediante la sonrisa interior, acerca de ellas hablaremos en la próxima entrega.
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* Periodista mexicana y psicoterapeuta Gestalt
06/CV/LR