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¿Qué sucede en Chalco?

Por Juana Eugenia Olvera

Nuevamente encontramos historias de terror y no generadas por el cine o la televisión, sino precisamente por aquellos que se escudan en la religión para operar libremente y sin miedo al castigo o el juicio popular, ya que todo lo que realizan está hecho en el «nombre de Dios».

Niñas vejadas, castigadas, lastimadas, no se sabe hasta qué nivel, pero cuyo cuerpo muestra falta de voluntad por caminar, para moverse o abandonar una situación que debe ser bastante dolorosa y que el único recurso es precisamente caer en la parálisis.

El Internado de las Hermanas de María, dirigido por la monja católica coreana Margie Chong, es el escenario de estas historias inconcebibles en estos inicios de siglo XXI, y que nos llevan a recordar los eventos sucedidos en el 1600 donde, gracias a una psicosis colectiva, las monjas repetían tener tratos con el diablo en el monasterios de Loudun, en Francia.

Y en esta época, aquí en México, en esta institución donde se encuentran recluidas 4,800 alumnas de escasos recursos, nos remiten a pensar que se escudan en la pobreza para poder actuar impunemente y con el pretexto de hacer caridad, no se sabe qué tipo de experimentos religiosos realicen.

Según testimonios de dos niñas originarias de Puebla, Soledad Montiel y Emilia Salas, hay casi mil niñas recluidas sin poder moverse y a quienes se les mantiene dormidas, en los salones que se encuentran en el 6° piso de la edificación lujosa que mantienen en la carretera Chalco-Mixquic.

Génesis Mauries, de 16 años, y quien padeció un tumor canceroso que fue mal diagnosticado por el médico que atiende dicho Internado, prestó testimonio de las condiciones en las cuales se encuentran las demás chicas. No se permite que las internas tengan contacto con sus padres y, cuando éstos llegan a pedir información telefónica de sus hijas, se les da información falsa.

Desde luego no deja de sorprenderme la facilidad con la cual los padres confían sus tesoros más preciados a cualquier hijo de vecino simplemente porque les dicen que son monjas, sacerdotes o hermanos de la caridad o incluso promotores de arte, como lo fue el caso del llamado clan de Gloria Trevi, en donde los padres prácticamente regalaron a sus hijas porque esperaban ganancias millonarias y cuando no las tuvieron entonces denunciaron los hechos.

En el caso que nos ocupa culpan a la pobreza y la falta de capacidad para educar a sus hijas; sin embargo no dicen cuánto les cobran por mantener a las niñas y darles educación.

¿Me pregunto si la Secretaría de Educación sabe lo que se hace ahí? Aunque claro, como dice Génesis Mauries, «ya mandó correos a Josefina Vázquez Mota, a la presidencia de la República y no ha tenido respuestas.» Y le diré que ni las tendrá, dado que este gobierno está basado precisamente en este tipo de grupos retardatarios y represores, que bajo la amenaza de irse al infierno a quienes se rebelen, logran todavía su hegemonía.

¿Hasta cuando va a permanecer el ser humano sumido en la ignorancia, creyendo en la bondad de quienes les explotan?

¿Hasta cuando se va a seguir permitiendo que se siga abusando de seres indefensos que se ha jurado cuidar y proteger por ser el sustento de un país?

¿Hasta cuando seguirán creyendo que Dios los creó para ser esclavos, conejillos de indias o cobayas de laboratorio?

¿Cuando van a hacer caso que son seres libres, dotados de la capacidad de pensamiento, análisis y discernimiento?

No debemos seguir esperando que los demás resuelvan los problemas que nosotros creamos, sino que somos todas y todos las que formamos este país quienes tenemos que actuar y eliminar ese tipo de lacras, parásitos y oportunistas que medran gracias a la tolerancia e ignorancia de quienes se sienten salvados por ellos.

¿Quién autorizó la entrada, instalación y proselitismo de este grupo de monjas coreanas? Como si no fuera suficiente con las que ya sufre nuestro país y que son las que en su mayoría controlan los colegios confesionales que están creando y sustentando a las nuevas clases empresariales que sostienen este gobierno espurio.

¿Hasta cuando vamos a permanecer con los brazos cruzados viendo como les lavan el cerebro a nuestros jóvenes en el nombre de Dios, como si Dios no nos hubiera hecho a su imagen y semejanza?

¿Será necesaria otra guerra de Independencia para liberarnos de los opresores que en el nombre de Dios nos están llevando a la miseria y que supuestamente actúan de buena fe?

Sin duda, necesitamos otro Juárez, pero no fuera de nosotros, sino que nazca de nuestras convicciones, para dar al César lo que es de él y a Dios lo propio, sin que haya más sanción que la que nuestra conciencia nos mande.

07/JEO/GG/CV

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