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La Villa de las Niñas

Por Angélica de la Peña Gómez*

A través de los medios de comunicación nos informamos que en México se han asentado dos instituciones de carácter filantrópico que albergan, en forma de internados, a niñas y niños adolescentes de entre 12 y 17 años quienes son ingresados por sus familias en extrema pobreza a estas instituciones, con el fin de continuar su educación media y media.

La anécdota que deriva sobre la instalación en primer lugar del internado de las niñas ubicada en Chalco, Estado de México, y posteriormente del internado de los niños ubicado en Guadalajara, Jalisco, es que un mexicano hace 15 años visitó en Corea un internado similar, e invitó al padre Al Schwatz, fundador de la Congregación de las Hermanas de María, promotora y directora de estos proyectos, a que viniese a México a seguir con su hazaña caritativa a favor de niñas y niños pobres mexicanos.

No sabemos si este bondadoso mexicano anónimo les ayudó a gestionar los permisos indispensables ante las autoridades mexicanas para que se instalaran en el país, o si les contactó con alguna institución de la iglesia católica y lograr que las monjas coreanas de esta congregación pudiesen no solo construir estos internados, sino también quedar al frente de ellos.

Tampoco sabemos quiénes les han autorizado semejante crecimiento de su población: algunas notas periodísticas señalan que la Villa de las Niñas tiene más de 4,000 adolescentes, otras dicen 6,000 y otros especifican 3,606. Sobre la Villa de los Niños mencionan 2,000 adolescentes.

Existen internados dirigidos por esta Congregación en Brasil, Guatemala, Filipinas y Corea. La propaganda oficialista de la Villa de las Niñas anuncia que las adolescentes de entre 12 y 14 años ingresan con su certificado de primaria; cursan la secundaria técnica y el bachillerato intensivo, además hacen deporte o manualidades. La misma propaganda menciona que el padre Al Schwatz decidió Chalco por ser un municipio muy pobre y porque además le encantaron los volcanes del Valle de México.

Desconocemos cómo gestionó la compra o donación de las hectáreas en donde se ubica esta Villa.

Lo que sí sabemos es que a finales de febrero empieza a manifestarse en algunas niñas adolescentes síntomas de diarrea, vómitos, gripe, náuseas, dolores de cabeza y dolores musculares. Poco a poco son más adolescentes las que se quejan de estos males y la manifestación más delicada es que pierden la coordinación motora de sus piernas, no se pueden sostener en pie y no pueden caminar.

A finales del mes de marzo sabemos que son alrededor de 600 adolescentes las que se encuentran en esta situación y que las autoridades de salud, tanto del Estado de México como del ámbito federal, se apersonan a investigar cuáles pueden ser las causas que han llevado incluso a que algunas decenas de estas chicas sean rescatadas por sus familiares.

Hoy el diagnóstico del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia señala que se trata del Trastorno Psicogénico de la Marcha. Este trastorno psicológico por transmisión visual y auditiva es el causante principal de la invalidez temporal y es común en población vulnerable que se encuentra en sitios de alta concentración; en pocas palabras es una histeria de masas, se somatiza y es sicosomático.

Las autoridades nos informan que han iniciado terapias grupales, las cuales llegarán a su conclusión en 20 ó 30 días, tras los cuales definirán su diagnóstico oficial y nos informarán por qué se dio este problema. Y señalarán a las monjas cómo deben tratar a estas numerosas niñas, a partir del conocimiento de su diversidad cultural alertando además de que son demasiadas.

Más allá de las reacciones de todo tipo que provocan estas noticias, surgen algunos interrogantes que es necesario saber, por ejemplo quién autorizó el permiso para que estos internados se asienten en el país; hasta ahora no han dado señales de vida informándonos de los preceptos legales en las que se sustentan estos sitios con tal cantidad de personas con un objetivo proselitista religioso y medidas estrictas sin sustento pedagógico.

¿Cual ha sido el papel de la autoridad local? Hasta donde sabemos, el Ombusdman mexiquense se apersonó por oficio a conocer de la situación, pero no sabemos si finalmente pudo ingresar a las instalaciones e investigar lo conducente.

El primer impacto al observar a las adolescentes todas vestidas igual, como alumnas de un internado tutelar de los años 20, con el pelo recortado y peinado de un mismo estilo, es que no se distingue la personalidad de cada una de ellas. Pero mi horror continúa cuando conocimos por las cámaras de televisión los dormitorios y las regaderas generales sin una elemental división que garantice cierta privacidad cuando se bañan. ¿A qué temen estas monjas?

La discusión no es si esto es mejor o que continúen en sus lugares de origen empobrecidos y con las repercusiones que ya conocemos: interrupción de sus estudios, trabajo infantil, casamientos antes de la mayoría de edad, etc. Por supuesto que nada sustituye la convivencia con sus familias originales y el Estado está obligado a coadyuvar a sus familias para proveerlas de todo lo necesario para el ejercicio pleno de sus derechos. Sin embargo, ante las carencias, para las familias pobres y numerosas de Chiapas, Campeche, Veracruz, Tabasco, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Morelos, es mejor contar con un internado que gratuitamente les eduque a sus niñas; no importa incluso si solo las pueden ver 2 veces al año.

Las instituciones filantrópicas y no gubernamentales deben contribuir con el Estado y con las familias en la resolución de sus carencias, tomando en consideración que a la exclusión social no se deben sumar otros estereotipos sexistas y discriminatorios y las normas que autorizan este tipo de sitios deben derivarse de la ley.

Una revisada a la Ley de Protección de los derechos de Niñas, Niños y Adolescentes sería necesaria para las autoridades que hoy tienen este asunto en su escritorio y corrijan lo que tengan que corregir y garanticen los derechos de estas adolescentes, especialmente los derechos de opinión en los asuntos de su incumbencia, de participación y de respeto a su dignidad humana y sobretodo protegerles de todo tipo de violencia.

Las leyes que deben aplicarse y respetarse son las del Estado Mexicano, no las de la experiencia coreana, por mucho que se haya sorprendido el mexicano promotor de los quehaceres del Padre Schwatz.

La Villa de las Niñas es una evidencia de la falta de responsabilidad del Estado para garantizar cuidados alternativos adecuados a niñas y niños pobres y es poco afortunado que las instituciones filantrópicas religiosas trasculturales construyan estos sitios, en lugar de que el gobierno fortalezca y apoye a los internados y normales rurales de la Secretaría de Educación Pública.

En estas instituciones, las niñas y los niños reafirman su personalidad y reciben una educación laica y gratuita como lo establece la Constitución y siguen en contacto periódicamente con sus familiares como debe de ser. Las autoridades deben garantizar, además, que ningún cuidado alternativo deberá emprenderse con el propósito primario de promover objetivos religiosos de los proveedores de dichos cuidados.

* Ex diputada federal en la LIX Legislatura por el Partido de la revolución Democrática, consultora de Unicef.
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