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Mujeres asalariadas: aportan más al hogar y ganan menos

Por Hypatia Velasco Ramírez

La incorporación de la mujer a la actividad económica ha crecido de manera sostenida durante los últimos 35 años y, aunque según el Consejo Nacional de Población (Conapo) las condiciones laborales para ellas son ahora más equitativas que en el pasado, aún persiste la desigualdad, pues en condiciones comparables una mujer recibe, en promedio, un salario 18 por ciento menor al del hombre.

El Conapo señala que la proporción de la población femenina, de 12 años o más de edad, en actividades económicas se incrementó de 17.6 por ciento en 1970, a 27.8 en 1980, 31.5 en 1991, 36.4 en 2000 y 35.3 en 2003.

Actualmente, el 58.6 por ciento se desempeña como asalariada, mientras que el 23.8 trabaja por cuenta propia y el 12.1 por ciento sin pago.

Y, de acuerdo con el trabajo Los derechos laborales de las mujeres en México, publicado por la organización Semillas, el marco legal nacional en sus contenidos sobre las mujeres señala, en el Artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que: «Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social para el trabajo, conforme a la Ley».

No obstante, en la realidad no es así y a lo largo del tiempo la participación de las mujeres en la actividad económica ha cambiado debido a diversos factores sociales, económicos, culturales y sociodemográficos.

Según el texto titulado Condiciones laborales de las mujeres, publicado por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), entre estos factores están los cambios en las pautas matrimoniales, el descenso de la fecundidad y el aumento de los niveles educativos de la población femenina.

De acuerdo con el Inmujeres, la participación de las mujeres en la actividad económica en México es adicional al desempeño de las tares domésticas y aún cuando se ha comprobado que los hombres pueden participar esporádicamente, generalmente no toman la responsabilizan de este ámbito, «por lo que las mujeres siguen enfrentándose a una doble y hasta triple jornada de trabajo, especialmente las mujeres rurales».

Por muchos años, dice el Inmujeres, la población femenina ha sido considerada más como ama de casa que como trabajadora.
Pero las cifras demuestran lo contrario. Según el Conapo se estima que en promedio poco más de seis de cada diez pesos de los ingresos monetarios de los hogares proviene de la actividad laboral femenina.

Y las condiciones actuales de trabajo que viven las mujeres en nuestro país han rebasado los planteamientos de la Ley Federal del Trabajo provocando que existan vacíos legales, lo que trae consigo la violación a los derechos humanos y laborales de las mujeres, señala el Instituto.

Asimismo, asegura que conlleva una marcada discriminación laboral, que se ve reflejada en cualquier tipo de distinción, exclusión, restricción o preferencia que tenga como resultado eliminar o alterar la igualdad de oportunidades o de trato hacia las mujeres en el trabajo.

Los factores que contribuyen a esta discriminación son los prejuicios que se basan en la idea de inferioridad de las mujeres, indica.

Y los efectos que ésta trae son la falta de igualdad de oportunidades en el empleo e ingresos más bajos en comparación con los obtenidos por los hombres que desempeñan actividades similares.

Además de limitaciones en la toma de decisiones y de participación de las mujeres en los diferentes ámbitos, baja autoestima, y efectos nocivos en su salud física y emocional.

La Encuesta Nacional de Empleo subraya que las trabajadoras sufren condiciones laborales precarias, como bajos niveles salariales y cada vez menos prestaciones sociales, lo que afecta la atención de sus responsabilidades familiares y domésticas.

Por su parte, indica el Inmujeres, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) revela que las mujeres mexicanas ocupadas en las zonas urbanas, con 13 o más años de educación, ganan 47 por ciento del sueldo de un hombre con un igual nivel escolar.

Y explica que entre las demandas laborales de las mujeres mexicanas se encuentran igualdad en el salario y de género en la ocupación de puestos laborales, mismas que están pendientes en la reforma integral de la Ley Federal del Trabajo.

Lo anterior, ya que el 10 por ciento de los varones mejor pagados ganan 50 por ciento más que el 10 por ciento de las mujeres mejor remuneradas.

«En contraparte, 10 por ciento de los hombres peor pagados ganan, aún así, de 25 a 27 por ciento más que las mujeres peor pagadas. Mientras que 61 por ciento de las mujeres que trabajan fuera de casa ganan menos de dos salarios mínimos y, paralelamente 4.59 millones de hogares son encabezados por mujeres, equivalente al 20.6 por ciento de las familias, igual a 16.47 millones de personas».

Y no contar con derechos equitativos para la propiedad sigue siendo una causa importante de la feminización de la pobreza, asegura el Inmujeres, por lo que el acceso a la posesión de la tierra «es la forma más importante del derecho a la vivienda y la iniciación de proyectos productivos, que muchas veces representa la única fuente de ingresos de las mujeres».
07/HVR/GG/CV

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