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Pasta de Conchos: no fue homicidio culposo, sino intencionado

Por Hypatia Velasco Ramírez

En la mina número 8 de Pasta de Conchos, donde el pasado 19 de febrero de 2006 murieron 65 mineros, ya estaban dadas todas las condiciones para que ocurriera la explosión, lo que hace que este caso no sea un accidente ni un homicidio culposo, sino un homicidio totalmente intencionado, señaló en conferencia de Prensa Cristina Aurebach, integrante de Pastoral Laboral.

Al respecto, durante la conferencia de prensa que se llevó a cabo el sábado pasado a las afueras de Industrial Minera México (IMMSA), donde viudas y familiares exigieron el rescate de los cuerpos de los 63 mineros aún atrapados, María Teresa Contreras Rodríguez, viuda de José Porfirio Fibrián Mendoza, aseguró que la mina debió cerrarse desde 1999, pero con la anuencia del gobierno siguió operando.

Y denunció que desde el pasado 4 de mayo IMMSA omitió la entrega del triple salario que había convenido con las y los familiares dos semanas después de la explosión, con ello «buscan presionarnos para que dejemos de exigir el rescate de los cuerpos».

Asimismo, Elvira Martínez Espinoza, María del Refugio López Moreno y Maria Trinidad Cantú Cortes culparon a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) de «darle largas» a la elaboración de un nuevo dictamen «sobre las condiciones existentes para reanudar el rescate y cerrar filas en favor de la empresa».

ACCIDENTE «NATURAL» DICE PANISTA

Durante la misa que se ofreció luego de la conferencia de prensa, Raúl Vera calificó como vergonzosa la actitud del diputado del Partido Acción Nacional (PAN), Jesús Flores Morfín, integrante de la comisión especial para investigar lo ocurrido en Pasta de Conchos, ya que sostuvo que el incidente se debió a causas naturales.

«Es vergonzoso que un diputado se haya exculpado como lo hizo, llegando a decir que es una cuestión de la naturaleza. No sé de qué naturaleza hablaba, si de la naturaleza de todas esas personas que con la mano en la cintura metieron a los mineros a trabajar en esas condiciones o la de todos esos funcionarios que no cumplieron con su deberes y cuya naturaleza es la irresponsabilidad, o bien de que si es natural que los pobres sean despreciados hasta dejarlos morir y sin preocuparse por sus cuerpos.

INSEGURIDAD Y MUERTE

De acuerdo con Cristina Aurebach, integrante del Equipo Nacional de Pastoral Laboral, el 15 de noviembre de 2006 Elvira Martínez y otras mujeres solicitaron al titular del Órgano Interno de Control de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STyPS) el acceso al expediente de la investigación, el cual le fue negado el 30 de noviembre argumentándoles que ellas no tenían ningún interés jurídico y que el expediente era confidencial.

Por lo que Elvira promovió un juicio de amparo en el cual el juez determinó que se hiciera entrega de copias certificadas del expediente y el cual contiene las actas de inspección a la mina desde el año 2000 hasta el 2006.

La razón por la que no querían entregar el expediente es que en él se refleja el deterioro permanente de la mina, pues, de acuerdo con el documento, el lugar no había sido polveado, ni tenía separadores entablillados, por lo que su estructura ya era sumamente frágil.

Las actas de inspección reflejan, según Aurebach, que los niveles de gas estaban por encima de lo que marca la ley «y en esas condiciones meten a trabajar a los obreros».

Los mineros que extraen el carbón no cuentan con irrigadores de agua, lo cual puede provocar una explosión. Aún así IMMSA amplió la mina y aumentó la producción sin tener resuelto tampoco el problema de la ventilación que provocaba la acumulación de gas y hacia propensa las explosiones, dijo Aurebach.

Dentro del expediente entregado a Elvira había una serie de documentos que la STyPS extendió, entre los que se encuentra la resolución con comparecencia 43/06 del 20 de diciembre de 2006 donde afirma que las pruebas que presenta IMMSA para justificar todas las violaciones de las inspecciones de 2004 no son aceptadas, ya que fueron hechas después de la explosión y no en el momento de la inspección como debió de hacerse.

Y, dice la resolución, «las violaciones cometida por el patrón descritas en esta resolución, constituyen una falta grave en razón de que coloca en estado de indefensión a sus trabajadores»

Por lo que el Juez de la Secretaría del Trabajo determinó en esa resolución que la conducta del patrón se considera intencional respecto a la reincidencia, ya que no cumplió con las disposiciones de seguridad e higiene que fijan las leyes y sus reglamentos. Con ello, lo sucedido en Pasta de Conchos no es un homicidio culposo sino un homicidio intencionado, señaló Aurebach.

Los mineros tampoco contaban con una cuerda de vida que, explica la Pastoral Laboral, en el informe «Por una cuerda de vida para los mineros del carbón», «es un mecate gordo pegado a la pared del cañón de la mina y sirve para que los trabajadores puedan tomarse de esa cuerda y salir de la mina», pero ellos ni siquiera saben ni conocen de la existencia de las cuerdas de vida.

El Informe describe las condiciones de las mina Pasta de Conchos y en él Héctor Martínez Olvera, electricista de IMMSA, cuenta lo siguiente:

«Trabajé para Industrial Minera México cuatro años. Cuando yo llegué ahí no era eléctrico. Me dieron un curso de 38 horas y al terminar un papel que decía que yo era Oficial Eléctrico y me metieron a trabajar. Yo les dije que no me sentía seguro y que era muy peligroso. Ellos me dijeron: no te preocupes, te vamos a seguir capacitando.

«Nunca más me dieron capacitación. Aprendí el trabajo de los que tenían más años. Pero cuando los compañeros (mineros) me decían: si pasa algo ustedes lo pueden controlar ¿verdad? Yo les decía que no. A mí me angustiaba mucho que los compañeros nos tenían mucha confianza y nosotros no podíamos controlar todo, no porque no quisiéramos, sino porque el equipo estaba en muy malas condiciones.

«En esos cuatro años, nunca vi personal polveando la mina. Lo que sí me tocó ver fue muchos accidentes. Los transformadores nuevos que dicen que tenían en toda la mina, es mentira, la empresa miente. Si hubiera habido transformadores nuevos, yo lo sabría porque mi trabajo era en los transformadores.

«Cuando ellos hablan del equipo nuevo, se refieren a las cajas de los transformadores, pero también es mentira, nosotros mismos las limpiábamos con solventes, arreglaba las líneas si estaban en malas condiciones y las pintaba para que se vieran como nuevas, pero eran las mismas. Transformadores nuevos lo que trajeron ahora, dos meses después de la explosión.

«Cuando alguno de los transformadores ?tronaba? era un resplandor bien grande y un tronido bien fuerte, como de explosión, bien recio porque no eran blindados. El resplandor nos aventaba. Esos transformadores eran muy peligrosos, las puertas de las cajas eléctricas estaban abiertas, ya ni siquiera se podían cerrar.

«Esos transformadores ya tenían muchos años de servicio, eran de marca Service Machina, que le compraban a Phillips, y ya ni siquiera teníamos refacciones originales porque las dejaron de hacer. Nosotros íbamos al tiradero de deshechos que había dentro de Pasta de Conchos. Le llamábamos el ?yonke?, y de ahí, ?rescatábamos? líneas, o bobinas, o interruptores, todo eso que pudiera servir.

«Ahora ya lo quitaron, ahora todo está bien cambiado. Para estos transformadores abiertos, lo principal para darles mantenimiento era sopletear el interior porque al no estar blindados, se llenan de polvo de carbón que es un conductor y hace arco, lo cual provoca cortos. Por eso había que estarlos sopleteando cada semana.

«Pero un año antes de que explotara la mina, el mantenimiento se hizo esporádico, porque no querían parar la producción ni siquiera para darle mantenimiento a los equipos. Cuando se reventaba alguna línea, en lugar de cambiarla, nos hacían engraparla y ponerle cinta. El cableado era muy viejo y era muy peligroso. Imagínate, sin una buena ventilación, con polvo de carbón y con gas, a veces, algunos cables se reventaban y chicoteaban echando chispas, bien peligroso.

«Las cajas amarillas, como las que estaban afuera del almacén, nosotros las limpiábamos con solvente y las pintábamos para cambiárselas a los transformadores. Creo que lo hacían para que los trabajadores creyeran que se estaba trayendo equipo nuevo, pero mentiras, era el mismo equipo».

Debido a estas condiciones murieron los 65 mineros el pasado 19 de febrero.

El sábado, durante la conferencia de prensa, las viudas y familiares exigieron al gobierno federal y a IMMSA que saque los cuerpos que se encuentran enterrados entre los escombros de la mina desde hace 15 meses, pues «la empresa se basó en mentiras para suspender el rescate de los cuerpos».

07/HVR/GG/CV

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