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La discriminación se construye sobre prejuicios

Por Guadalupe Cruz Jaimes

La discriminación es una forma de trato diferenciado basada en un sinnúmero de prejuicios sobre personas o grupos de personas.

Los prejuicios relativos a las mujeres siguen muy arraigados en nuestra sociedad. Las conductas discriminatorias que se ejercen contra las mujeres son vistos como naturales, incluso por algunas mujeres, que desde la infancia han sido formadas en un ambiente que les asigna un papel de inferioridad y subordinación en todas las esferas de la vida cotidiana, quebrantando su dignidad y negándoles derechos, libertades y, en general, un trato equitativo con relación a los hombres.

Las diferencias son una construcción social y no una característica esencial de mujeres y hombres por lo tanto las desigualdades y los desequilibrios de poder no son un resultado natural de las diferencias biológicas.

Los roles construidos y asignados socialmente para mujeres y hombres, a partir de las diferencias biológicas entre ellos, crean las identidades de género y a su vez, la discriminación de género.

La discriminación de género adopta diversas formas en la división de poder, algunos de estos aspectos son los derechos humanos, el ámbito laboral y la distribución de la riqueza.

En cuanto a los derechos humanos, las leyes internacionales garantizan derechos iguales a mujeres y hombres; sin embargo por motivos de género a las mujeres se les niega el derecho a la tierra, la propiedad, a los recursos financieros, al empleo y a la educación, entre otros, en algunos países del mundo.

En el ámbito laboral la discriminación de género aplica de la siguiente manera: las mayoría de las veces los hombres ocupan la más posiciones de poder y de toma de decisiones en la esfera pública, dando lugar a que las decisiones y políticas tiendan a reflejar las necesidades y preferencias de los varones, no de las mujeres.

Por otra parte, los recursos mundiales están distribuidos de forma muy irregular, no sólo entre los distintos países, sino también entre las mujeres y los hombres de un mismo país. A pesar de que se calcula que las mujeres realizan dos terceras partes del trabajo en el mundo, las mujeres sólo obtienen una tercera parte de los ingresos, y poseen menos del 1 por ciento de la propiedad mundial.

La discriminación de género crea, fomenta y multiplica las desigualdades, impide el desarrollo humano de las y los jóvenes, de los pueblos y de las naciones, e impide el cumplimiento de las niñas y mujeres.

Un ejemplo de dicha discriminación es el desigual acceso a la educación para las niñas con relación a los niños: el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señala que todos los años hay por lo menos 9 millones de niñas más que de niños sin escolarizar, una estadística que tiene repercusiones duraderas no solamente sobre las niñas y las mujeres, sino también sobre sus hijos y sus familias.

La discriminación contra las mujeres es, pues, un problema grave, que requiere ante todo, que las propias mujeres conozcan sus derechos para que cada vez los ejerzan de manera plena y puedan mejorar su calidad de vida.

Las instituciones del Estado y las organizaciones de la sociedad civil tienen que realizar una amplia labor educativa, informativa y de orientación que contribuya a desterrar prejuicios y erradicar prácticas tan injustas como las que han padecido las mujeres a lo largo de la historia.

07/GCJ/GG

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