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Una tras otra… de los políticos poblanos

Por Soledad Jarquín Edgar

No sé cómo definirlo pero algo se mueve dentro de mi corazón y mi conciencia. Cuándo me pregunto en casa o mientras viajo en el autobús mirando las casas viejas y a la gente ¿por qué las cosas están así en nuestro país?, tengo mis propias respuestas: las instituciones están rebasadas y políticos –como personas, no todos- son una clase en desuso de seres humanos.

En días pasados vi a Lydia Cacho en la Ciudad de México. Mientras andaba por ahí recordé cuando la conocí en Cancún, hace poco más de 10 años. Después la encontré en varios talleres de periodistas, conocí Esta boca es mía, su revista; la vi años más tarde en 2004, me parece, haciendo programas para la televisión local de aquella ciudad turística.

Recuerdo que me impresionaba porque era de las más preparadas del grupo. Hasta donde sé habla inglés y francés como lenguas adicionales. Alguna vez viajó por África donde realizó un impresionante reportaje sobre clitoridectomía o mutilación del clítoris, una práctica todavía común por aquel continente y que se realiza a niñas y mujeres jóvenes, provocando muchas veces la muerte.

Años más tarde, supe que Lydia Cacho estaba al frente de un refugio para mujeres maltratadas. Incluso como Red de Periodistas de México sabíamos que había sido amenazada por algunos «maridos» ofendidos y por otros personajes. Luego, valiente como es, escribió el libro Los Demonios del Edén con testimonios de las victimas y su vida volvió a pender de un hilo, pues había tocado intereses de hombres con poder económico y –después se vio- con influencia política.

En octubre de 2005, Lydia vino a Oaxaca. En la cena, por cierto eran las tlayudas de la calle de Los Libres, la periodista nos contó la difícil situación que estaba viviendo por las muchas amenazas y actos de intimidación que recibía de manera cotidiana, lo que de algún modo se concretó cuando menos de dos meses después fue literalmente «secuestrada» por la justicia, cuando el llamado «rey de la mezclilla», Kamel Nacif, la denunció por supuesta difamación. Luego pasó lo que todo México vio y escuchó, en las conversaciones de Kamel Nacif y los hombres del poder, como el gobernador de Puebla «apoyando» y poniendo al sistema en manos del empresario de origen libanés.

Hago este recuento, después de asegurar que hay instituciones rebasadas y políticos en desuso, porque es indignante escuchar a la diputada priista Norma Sánchez Valencia decir, en tono burlón, que ella misma había mandado a limar los birlos de la camioneta de Lydia Cacho, luego de que la periodista denunció penalmente al «gober precioso», a la procuradora Blanca Alicia Villeda y contra las personas que resulten responsables por el presunto intento de homicidio en grado de tentativa ocurrido el pasado lunes en la Ciudad de México.

El indignante audio en el que usted puede escuchar a la integrante de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados de Puebla, corresponde a una entrevista realizada por el diario Cambio y si lo quiere oír tiene que entrar a la página www.cimacnoticias.com y en la información del 10 de mayo encontrará la nota titulada: «Yo mandé a limar sus birlos» a Lydia Cacho: Norma Sánchez», donde también está el audio de la entrevista con Cambio.

La diputada –según la nota de Lourdes Godínez- dijo que la denuncia de Lydia Cacho «da una clara idea de que todo lo que ha hecho contra Marín es un juego». Luego asegura sin ningún respeto a la vida de la periodista y escritora que: «Si mañana se le descarapela (sic) el techo, se resbala con un jabón, le sale una llaga o se le adelanta la menopausia, entonces también será culpa de Mario Marín y de Blanca Laura Villeda».

La «política» también habla y muestra un enorme menosprecio a la tarea que Lydia Cacho ha realizado al asegurar que el libro Los demonios del Edén es «una memoria de revista pornográfica muy mediocre con tintes de pederastia». Cuando en realidad tendría que agradecer a la periodista que haya recabado en ese libro las denuncias contra Surcar Kuri y que plantea un grave problema contra las niñas y los niños.

Sin duda es difícil que la diputada Norma Sánchez pueda tener otra visión de las cosas, porque seguramente se trata de esas personas que han hecho de la política un modo de vida y no un modo de servicio; es lamentable que aún persistan este tipo de políticas y políticos al servicio del poder, representado en este caso a quien seguramente le debe lo que es, me refiero al «gober precioso».

Lo cierto es que una legisladora, una representante popular o del pueblo, no puede hacer este tipo de «bromas» ni jugar, ni apostar a su fuero, ni mucho menos hacer estas declaraciones que en nada favorecen a las instituciones a las que representan.

Es una lástima, una pena lo que ha dicho la legisladora. Una pena por la justicia y una lástima por la falta de respeto a la vida de una persona, de una mujer, de una periodista y una escritora que ha investigado y ha tenido el valor de denunciar un problema grave, que indigna, como es la pederastia.

07/SJ/GG

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