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Falla de origen

Por Cecilia Lavalle*

Me parece que estamos siendo injustas con el señor José Luis Soberanes, presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Sí, ya sé que últimamente su postura ante distintos temas ha sido… polémica, por decir lo menos. (Y no es que antes su gestión hubiera sido digna de erigirle un monumento).

Sí, no se me olvida que de las oficinas de la Comisión que el señor Soberanes preside, robaron (en circunstancias muy sospechosas) un importante expediente del caso de Lydia Cacho, defensora de los derechos humanos, cuyas garantías individuales fueron violadas por altas autoridades del gobierno de Puebla.

Sí, tampoco paso por alto que su actuación en el caso de las mujeres que padecieron abusos sexuales en Atenco ha dado pocos resultados.

Sí, tampoco se me escapa que su actuación en el caso de Ernestina Ascencio fue un desastre.

Y no es que una se quiera poner muy exigente en eso de esperar justicia. En un país con tan altos niveles de impunidad como el nuestro, nadie puede esperar demasiado (y demasiado quiere decir un mínimo aceptable).

Pero, ante el caso de la violación sexual de una mujer, lo único que no se esperaba es que la CNDH, en funciones de Ministerio Público, con inusitada rapidez, secundando las declaraciones del presidente de la República, y, en general, en circunstancias poco transparentes, nos saliera con que la pobre mujer no fue violada y se murió de anemia. Esa es la verdad oficial. Fin de la historia.

Total, con todo y que me queda clarísimo que una oficina con un nombre tan esperanzador nos quede a deber, creo que estamos siendo injustas con su presidente al exigirle su renuncia por la controversia constitucional que presentó ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación contra la despenalización del aborto.

No es que al señor Soberanes eso le preocupe mucho. De hecho, con la humildad que le caracteriza, ya mandó decir que esperemos sentadas para que no nos cansemos de esperar.

No es, tampoco, que no me parezca increíble que quien debe defender los derechos humanos pierda de vista que la despenalización del aborto en el DF defiende el derecho humano de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.

No es, asimismo, que no me sorprenda mucho que pase por alto que en nuestro país el problema no es que las mujeres que toman esa decisión vayan a la cárcel, sino que las que no tienen recursos económicos se mueren por practicarse abortos en la clandestinidad y en condiciones insalubres.

No es, igualmente, que no crea que uno de sus argumentos para oponerse a la despenalización del aborto sea digno de enmarcarse.

El señor Soberanes dice que su impugnación obedece al criterio de la «equidad de género», porque el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo sin consultar a su pareja es un machismo al revés (¿¡¡?).

«Se encuentran en conflicto dos derechos fundamentales: por un lado el de la mujer para decidir de manera libre y responsable la interrupción del embarazo y, por otro, el derecho del varón para decidir sobre su derecho a la procreación», dice el resumen de la controversia.

Y, claro, puestos a elegir, si algún derecho hay que defender es el del varón ¿verdad?

Ya mejor ni abundamos en el asunto de que muchísimas veces las mujeres deciden interrumpir su embarazo por que el procreador (que no tenía ninguna intención de defender su derecho a la procreación) ya puso pies en polvorosa. Pequeño detalle que, tal vez piense el señor Soberanes, carece de importancia.

Pero, con todo y todo, insisto: creo que estamos siendo injustas con el señor Soberanes.

Porque me temo que la falla es de origen.

Su cargo es el de Ombudsman, ¿verdad? Ahí está todo el problema.

Ciertamente la palabra significa, representante, mediador, comisionado, protector, defensor o mandatario del pueblo.
Pero, dígame, ¿no «man» en inglés quiere decir hombre? Ahí tiene.
Lo que tenemos que hacer no es exigir su renuncia. Lo que habría que hacer es trabajar en la creación de una oficina presidida por una Ombudswoman. Así el señor Soberanes puede seguir felizmente defendiendo los derechos de hombres poderosos y ahora de los procreadores (aunque muchos de ellos no tengan ninguna intención de defender ese derecho).

Porque lo de menos es esperar sentadas la renuncia de Soberanes. Lo de más es esperar sentadas a que ese señor vele por los derechos humanos de las mujeres. ¿No cree?

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* Periodista en Quintana Roo e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

07/CL/CV

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