A veces la esperanza se asoma. No es que sea tímida o esquiva. Es que le damos tan pocas oportunidades que para que se haga presente hay que traerla de la mano. Esta vez, con enorme valentía, inquebrantable dignidad y la inamovible convicción de que otro país es posible, nos la trae de la mano Lydia Cacho.
A estas alturas literalmente medio mundo sabe quién es Lydia Cacho. Y no es porque a ella le guste el protagonismo, los reflectores. Antes al contrario, suele padecerlos y, si pudiera elegir, preferiría el sonido del silencio y el dulce aroma de la paz.
Sin embargo, los ideales en los que cree, la certeza de que son posibles y de que vale la pena luchar por ello, han puesto todos los reflectores en su persona. Gajes del oficio.
Hasta hace algunos años el trabajo de Lydia Cacho era reconocido por muchas mujeres víctimas de violencia, por grupos feministas y por colegas periodistas que apreciábamos su manera de utilizar la pluma.
Trabajaba arduamente para apoyar a las mujeres en su empoderamiento. Impartía conferencias, organizaba talleres, daba pláticas.
Un buen día y tras años de planeación y de trabajo fundó el Centro Integral de Atención a la Mujer (CIAM). Y fundó este primer refugio para mujeres víctimas de violencia en Quintana Roo con más empeño, tesón y esfuerzo que publicidad, reflectores y recursos.
Navegando contracorriente lo consolidó hasta convertirlo en modelo para varios refugios dentro y fuera del país. Muchas mujeres han salvado la vida gracias al trabajo que realiza ella y su extraordinario equipo de trabajo en el CIAM.
Muchos niñas y niños saben ahora que una vida sin violencia es posible gracias al trabajo que todos los días se desarrolla en el CIAM. Muchas niñas y adolescentes y jóvenes saben que se puede sobrevivir a una violación gracias al CIAM.
Pero trabajos como éste, misiones como ésta, tarde o temprano incomodan a hombres con poder, afectan negocios millonarios, orean los abusos que se cometen tras bambalinas.
Por lo general, estos hombres cuando son descubiertos utilizan todo su poder para silenciar, para acallar o para desaparecer a la persona que les está arruinando el placer, la diversión, el negocio, o todo junto.
Pero esta vez no contaron con que se enfrentaban a un toro de lidia.
Primero no permitió que un pederasta confeso quedara libre. Después no permitió que ese caso de pederastia y las redes de poder que lo cobijan fueran a parar al olvido y al archivo de la impunidad. Y, finalmente, no permitió que cuando quisieron callarla, intimidarla, desaparecerla, se impusieran el miedo, la angustia y la evidencia de que en nuestro país el Estado de derecho es un bien casi inexistente.
Se enfrentó a hombres con enorme poder político y económico. Pero sobre todo se enfrentó a un sistema que está muy acostumbrado a que los reclamos de la ciudadanía se olvidan por cansancio, se ganan a golpes de desesperanza. Y se enfrentó también a una ciudadanía que está muy acostumbrada a que de nada sirve pelear porque los poderosos siempre ganan.
Por eso hoy, con una tenacidad a toda prueba, con una gran valentía y con la férrea convicción de que otro mundo es posible, Lydia permite que la esperanza se asome.
En los próximos días la Suprema Corte de Justicia de la Nación deberá dictaminar si el gobernador de Puebla, el Presidente del Tribunal Superior de Justicia de ese estado, la Procuradora de justicia de Puebla y el de Quintana Roo violaron sus garantías individuales.
El proyecto del ministro Juan N. Silva Meza permite pensar que puede haber justicia para Lydia y para el caso que defiende y que tanto ofende a nuestra sociedad.
Dicen que pocas veces la vida te da la oportunidad de demostrar de qué estás hecho/a. Lydia ha tenido esa oportunidad y nos ha demostrado de qué está hecha. Veremos ahora de qué están hechos los ministros y ministras de la Corte.
Lydia nos ha traído la esperanza de la mano. Veremos si la Corte permite que, como muy pocas veces sucede, la esperanza de justicia y de un mejor país se siente a nuestra mesa.
* Periodista en Quintana Roo e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
07/CL/GG