Hay sonidos que curan. Lo sabían los viejos taoístas cuando, en China, descubrieron a través de la meditación que mediante los sonidos el ser humano podía tener un manejo de su energía emocional y alimentar así un estado de equilibrio.
Vinculando cada sonido, de un total de seis, con un sentido y un órgano vital –pulmones, riñones, hígado, corazón, bazo y triple calentador— estos sabios encontraron la forma de hacer circular la energía vital por el cuerpo.
En India hay también registro del gran poder curativo de los sonidos, el Rig Veda es un ejemplo. Un libro de cantos métricos, mantras, dividido en diez partes llamadas mandalas, poemas con gran vigor y ritmo que sirvieron de inspiración a los primeros sabios en este país de oriente.
Los mantras son cantos sagrados. Su objetivo es invocar a una deidad y su fuerza para obtener un ideal principalmente, también los hay para purificar y proteger distintos planos de la existencia humana.
Para Alfred Tomatis, reconocido investigador francés por su trabajo innovador en el área de la audición y el sonido, el canto gregoriano es un fantástico alimento energizador, por su sencilla melodía, ausencia de tempo y énfasis en respiraciones largas y lentas. Conclusión a la que llegó luego de que en los años 60 conoció el caso de un monasterio benedictino del sur de Francia, donde 70 de 90 monjes empezaron a padecer una epidemia de fatiga.
Después de una investigación se dio cuenta, relata Mitchell L. Gaynor en su libro Sonidos que curan, que un joven abad recién llegado al monasterio decretó que los hermanos (monjes) abandonaran su práctica tradicional de cantar cánticos gregorianos entre seis y ocho horas diarias para «destinar el tiempo a iniciativas más provechosas».
Según relata en su libro, el doctor Gaynor, especialista en prevención de cáncer en Nueva York, quien descubrió el poder curativo de los sonidos cuando uno de sus pacientes, Ödsal, un monje budista, le enseñó a tocar los cuencos tibetanos y cantó para él diversos mantras, ha aplicado tratamientos mediante el sonido en pacientes con cáncer.
Además de enseñarles meditación, visualización y otras técnicas de relajación, practica con ellos los mantras bija (mantras semilla), siete monosílabos sánscritos que corresponden a los siete chakras o centros de energía del cuerpo, los cuales forman parte de la filosofía oriental, hindú y sufí principalmente.
Acerca del poder de los mantras, los cuencos y la experiencia del doctor Gaynor hablaremos en las próximas entregas.
* Periodista mexicana, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt, instructora asociada de Tao Curativo (www.taocurativomexico.com).
07/CV/GG