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El PRD y los palos de ciego

Por Sara Lovera

Un ideal feminista fundamental es la lucha por conseguir la paz, la solución pacífica de cada conflicto, el diálogo, el encuentro humano necesario para que todas las mujeres y todos los hombres un día vivamos en armonía.

El conflicto, a pesar nuestro, ha marcado a la historia de la humanidad. Como reflejo de la incomprensión. Por ello se construyeron los ejércitos, las fuerzas armadas, de las que se vale el poder para detener la protesta, para acribillar, de ser necesario, a sus propios hermanos y hermanas. Se llama, eufemísticamente, «seguridad nacional» en las democracias modernas.

Hace tiempo que las mujeres dijimos no al uso del ejército en funciones domésticas y policiacas. Dijimos no a la guerra.
Acabo de escuchar a un jefe de seguridad pública rechazando cómo única solución el uso de la fuerza para combatir al crimen. Sorprendentemente el jefe de seguridad pública del Estado de México -hay que tener cara para hacerlo- señaló que la mejor estrategia es el empleo, la educación y los programas sociales donde esté involucrada la ciudadanía.

Por ello me quedé boquiabierta cuando veo que en la Cámara de Diputados, los legisladores Carlos Navarro y Claudia Cruz, ambos de la bancada perredista han confundido la lucha por la igualdad para las mujeres reclamando para ellas posiciones de mando en las Fuerzas Armadas de México.

Me parece, otra vez, que la falta de principios de izquierda feminista en el PRD está poblando ese instituto político que oficialmente lucha por la justicia, la paz y la democracia.

El argumento de estos legisladores, en tiempos de gran conflictividad nacional, es que se han feminizado los ejércitos regulares; que ello significa que en «un Estado de Derecho», el ejército debe responder a las necesidades de las mujeres que han ingresado a sus filas.

Me imagino que los mueve la ignorancia. Hasta hace poco tiempo las mujeres militares estaban ubicadas casi exclusivamente en las áreas de primeros auxilios, enfermería, asistencia y actividades administrativas.

Desgraciadamente muchas jóvenes campesinas, indígenas e integrantes de las zonas marginadas de las ciudades, vieron en las escuelas, algunas muy antiguas, que fue construyendo el ejército, los lugares donde podrían adquirir alguna instrucción y un trabajo.

Pero. ¿Pedir que se las instruya en el ejército regular? En tiempos como éste, es un verdadero desatino. Argumentan esos diputados que son necesarios el acceso efectivo a la igualdad de oportunidades dentro de las Fuerzas Armadas, para que desaparezca la discriminación.

¿Por qué estos diputados, que dicen pertenecer a la Comisión de Defensa Nacional, no se ocupan mejor de investigar las actuaciones del ejército en los operativos a los que han sido enviados y dónde vemos con una frecuencia que lastima el abuso sexual, el maltrato, la desaparición de las mujeres en pueblos y comunidades, como son los casos de Zongolica, Michoacán o Atenco?

¿Qué entenderán estos diputados por discriminación de género? ¿A qué se referirán realmente?

Me gustaría pensar que es simplemente su incapacidad para analizar el contexto en el que estamos viviendo. Ni siquiera se han enterado que la Comisión Especial para los homicidios contra mujeres en Ciudad Juárez, creada en la Secretaría de Gobernación fue trasladada al Instituto Nacional de las Mujeres, para desaparecer la responsabilidad del Estado en el creciente número de homicidios en el país.

Por qué estos diputados no reclaman al gobierno impuesto su pretensión de ocultar los crímenes contra las mujeres, ya que no ha puesto en marcha los mandatos de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida sin Violencia. Por qué no ocuparse de las lagunas jurídicas que, esas sí, coadyuvan a la discriminación cotidiana.

El diputado de marras, Carlos Navarro, pidió que se eliminen los obstáculos institucionales que limitan la participación y plena ingerencia de las mujeres en la promoción de la democracia, la paz y la seguridad. ¿De qué habla? De que ello puede hacerse al integrar a las mujeres en la toma de decisiones del Ejército, de la Marina, de las fuerzas regulares, cuya esencia es la guerra.

Por otra parte, en épocas como ésta estamos viendo las dificultades de una estrategia de las mujeres que no ha servido. Esa estrategia de «incidencia» en el sistema para mejorar la condición de las mujeres no ha resultado.

Entrar al gobierno a crear programas de paja, sin presupuestos, no ha mejorado la condición de las mujeres.

Si eso no fuera así, tras más de dos décadas de diálogo e intervención de las mujeres en los órganos de poder e institucionales, donde por cierto no las dejan avanzar, hoy tenemos que reconocer que más de la mitad de la población sigue disminuida, desvalorizada, violentada, marginada y pobre.

¿En qué hemos avanzado las mujeres, que no sea en nuestro conocimiento? En los últimos 20 años creció la fuerza de trabajo femenino, aumentó denodadamente la violencia y el ataque sexual; creció la visibilidad de las mujeres, pero en imágenes deleznables en los medios electrónicos; aumentaron las viudas de la represión política, las huérfanas, las pobres.

La visión equivocada de lo que es la igualdad entre mujeres y hombres ha producido desastres. Por ejemplo los programas de Oportunidades, donde se pretende «empoderar «a las mujeres en las regiones más pobres del país, solo aumentó la violencia familiar, porque no se hizo antes una real y positiva jornada de educación en género. Para eso no hay dinero. Nunca hay dinero.

La confusión de lo que realmente queremos y necesitamos las mujeres, es apoteótica. Y es claro, como dicen las italianas, que un cuerpo de mujer en una posición de poder tradicional o en un puesto de mando, no garantiza. No queremos las feministas ser como los hombres. No queremos militarizarnos porque no queremos solucionar los problemas con el uso «legal» de la fuerza, ni con el uso cotidiano de la violencia.

Estos diputados realmente están cobrando un salario con los impuestos de la gente, para tender cortinas de humo y retardar la reivindicación y las libertades de las mujeres. No me lo explico. ¿Por qué están ahí?

07/SL/GG

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