Dice el diccionario de María Molinar que enmendar o enmendarse es el resultado de haber sido escarmentada. Que hubo algo tan trascendente que obliga a una persona a corregir un error, a remediar, siendo posible esa situación.
Hay ocasiones que no se puede. Y entonces es irremediable. Se parece a la muerte, la única frontera del no.
Es así como alguien, que siendo humana se hace capaz de rectificar para subsanar el error cometido, sencillamente varía el rumbo con objeto de salvar una situación y frecuentemente para resarcir o resarcirse del traspié cometido.
La autora de estas líneas, que un día decidió reivindicar al mito de Antígona, haciendo de su palabra en el siglo XXI una ventana para el diálogo y la comunicación con la inmensa e importante audiencia de Cimacnoticias, creyó que había llegado a un punto final para ensayar otras cosas. Hablé incluso de abrir otros caminos.
Pero rectificar es el privilegio que se tiene como ser humano. Uno que cuenta, a diferencia de su especie, es decir de muchos mamíferos, con raciocinio para poner en orden su consciencia. Y me he propuesto deshacer mi yerro.
Palabra de Antígona, humildemente pidió volver a este sitio, precisamente por las razones que adujeron algunas lectoras, no muchas, es más, una gran cantidad al leer esto se va a preguntar porque tanta parafernalia.
Recibí dos llamadas y tres mensajes por correo electrónico. Una inmensa cantidad de personas que reciben Cimacnoticias ni se inmutó por su desaparición anunciada.
Pero Palabra de Antígona vuelve porque en estos días es claro que estamos viviendo un estado de verdadero peligro. El día 24 de enero Felipe Calderón decretó, según el diario oficial de esa fecha que el ejército seguirá en las calles hasta 2012, en labores de seguridad pública y para coadyuvar «al mantenimiento del Estado de Derecho a través del acotamiento de grupos armados» y para enfrentar con mayor eficacia a quienes «pretendan desestabilizar la infraestructura del país».
Los ejércitos que cuidan las soberanías fueron utilizados para perseguir a la población considerada enemiga interna sólo en dictaduras. Algunas terribles y sanguinarias como las de Argentina o Chile donde menudearon los enterramientos clandestinos, los encarcelamientos sin juicio y el allanamiento de los hogares sin órdenes judiciales, porque el aparato encargado de ello: policías, ministerios públicos y jueces, y en algunos casos el Congreso, se eliminaron, eliminando así gobernabilidad democrática.
Y Palabra de Antígona puede, desde su humilde palabra, preguntar si la seguridad pública en Tijuana se ha sustituido y ahora las quejas ciudadanas, en esa materia, serán atendidas por la segunda región militar, según los anuncios que se multiplican por radio y que de parte del ejército se instaló el servicio: «Llame, nosotros si vamos».
Decía, podemos preguntar cómo afecta a las mujeres, las madres de las niñas y los niños del jardín infantil Alegría; a las migrantes que son frecuentemente hostigadas y violadas, tanto que ahí, en la frontera, existe un árbol conocido como El Árbol de los Calzones porque queda colgada la ropa que arrancan a las mujeres que pagan así su intento por cruzar la frontera hacia San Isidro.
Seguir adelante, enmienda de por medio, porque lo mismo sucede en las calles de todas las ciudades fronterizas de Tamaulipas, debido a que la anunciada oficina de Derechos Humanos en la Secretaría de la Defensa Nacional todavía no tiene cara.
Y a veces en Palabra de Antígona se investiga un hecho, se documenta cómo están pendientes las desapariciones y los asesinatos de mujeres en el país; se husmea periodísticamente, sin eufemismos, sobre la realidad de las indígenas triquis desaparecidas, se interroga con la Constitución en la mano, porque desaparecen programas o instancias de la estructura de la administración pública para evitar reflexionar a fondo porque importan las ejecuciones que dice la administración de los hombres y la historia del narcotráfico y a nadie conmueve que en número existan más de 2 mil asesinatos de mujeres en 2007 .
Pero eso sí, la «guerra» que mediáticamente difunde el poder, aterroriza a las sobrevivientes, por madres, esposas, militantes, activistas, defensoras de derechos humanos, funcionarias que no quieren ser cómplices, sin que haya una magna manifestación de protesta o un «ejército» persiguiendo con la justificación de hacer justicia.
Y qué más. Que he decidido modificar mi decisión y remediarla a partir de esta semana, proponiendo que acepten mis justificaciones y así, reanudar el diálogo.
Del mismo modo, tan humana que afortunadamente puede razonar, pedir disculpas, reaccionar con toda mi capacidad para enderezar el entuerto.
Hoy Cimacnoticias es una referencia obligada para acercarse al devenir de las más de 50 millones de niñas y mujeres que todavía viven la desigualdad y la exclusión. Sin demagogia, con frecuencia son los datos duros los que la certifican.
Y aunque nada ni nadie somos indispensables, es verdad que lo somos para nosotras mismas. Es mi caso. Si no se habían percatado, subsanar el error, se vale, en una construcción periodística para la democracia y no para el lucimiento personal.
Por eso había que salvar un espacio para salvarse a sí misma. Y quién no se percató del adiós, ya se han enterado que se restablecen las líneas con mucho gusto.
* Escarmiento: lección. Haber sido escarmentada, es igual a quedar una persona, en vista de las malas consecuencias de algo hecho por ella misma o por otra, decidida a no repetirlo. Aprender de la experiencia errónea: ser reprendida y percatarse de cierta cosa claramente. Según el diccionario de María Molinar.
** Periodista y feminista mexicana, fue reportera en los periódicos El Día, unomásuno, La Jornada y directora del suplemento Doble Jornada, directora fundadora de Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC).
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