La huelga de enero de 1906 en Cananea abrió los ojos de los obreros mexicanos. Casi todos mineros, había unas cuantas cosechadoras de Tabaco en Veracruz y hombres y mujeres, regados por el centro, trabajadores de la industria textil.
Hace 3 días se cumplieron 6 meses de la huelga, 2008, en Cananea.
La respuesta del gobierno en apoyo a Industrial Minera México,
fue la fuerza pública. El sábado estuve ahí. Ví a los militares y a los agentes federales. Escuché a las mujeres, esposas de los mineros, cómo les afectó el gas con pimienta que les echaron el 11 de enero.
El conflicto entre el Sindicato Minero y el Grupo México, de la familia Larrea, se inició a finales de 2004. El 17 de febrero de 2006, el gobierno de Vicente Fox, coludido con Larrea, le dio la toma de nota a un espurio como secretario general del sindicato.
Luego vino la tragedia de Pasta de Conchos.
La crisis ha ido creciendo. Muertos en Michoacán, que según testimonios de una madre que ha dado la vuelta al ciberespacio, fue a mansalva y con lujo de perversión y hostigamiento. Más tarde, hace muy poco, la pérdida de 4 secciones sindicales en recuentos, dicen los abogados laboralistas y los trabajadores, «mañosos» y apoyados por la autoridad laboral.
Los panistas, servidores de los empresarios, no saben historia. Para ellos no significa nada Cananea, ni hacen la conexión histórica de cómo la revolución vino del norte, de Sonora, por ejemplo. Y no saben que en Sonora hay una tradición de lucha y que por eso tener 6 meses una huelga que ha dictaminado la Junta de Conciliación como ilegal, es tener, eso que yo ví el sábado, más de 3 mil trabajadores en un foro, discutiendo la situación del país, la crisis económica, la desigualdad social, la desigualdad entre hombres y mujeres.
Machos, ennegrecidos, enfermos del pulmón, mandones, prepotentes, los mineros rindieron homenaje a sus mujeres, que como dice la historia y lo constató Neruda en 1920, y ha relatado el cine, las mujeres son conscientes de que sus maridos y ellas mismas no pueden perder su dignidad frente al bajo salario, la reducción de los derechos en salud y educación, y que no es justo que sus hijas, hijos y ellas mismas sean distintas a las catrinas esposas de los industriales. Tienen claro su condición de clase.
Y así son las mujeres de los mineros de Cananea que el sábado tronaron en aplausos porque Elvira Martínez, la líder de las viudas de Pasta de Conchos, está en España denunciando al Grupo México, e irá a Italia y a todos los sindicatos europeos que la reciban para decir su palabra contra la injusticia, contra la complicidad de gobierno y empresarios que no quieren que se sepa cómo funcionaba la mina que sepultó a 65 obreros.
Las esposas en Cananea, ese sábado del Décimo Foro Nacional, sintieron a fondo que un día ellas pueden quedar sin sus compañeros, que son gritones y machos, pero que no merecen ser despedidos como trabajadores, que con todo los quieren y se levantaron ellas para explicar sus jornadas de trabajo, su decisión de luchar contra las distintas formas de violencia que se reproducen en sus casas, contra la posibilidad de que alguien venga y diga que no puede ser de otro modo.
La administración calderonista, el Partido Acción Nacional, se vengan, porque en Cananea todo fue amarillo en 2006. Esa administración está encendiendo una mecha peligrosa. Sólo en las dictaduras se usa al ejército para acallar a los obreros, se les persigue. Pero en Cananea, hoy, la mina está cercada con policías federales y soldados. Costará muy cara esta injusticia.
* Periodista y feminista mexicana, fue reportera en los periódicos El Día, unomásuno, La Jornada y directora del suplemento Doble Jornada, directora fundadora de Comunicación e Información de la Mujer, AC (CIMAC).
08/SLL/CV