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Josefa Ortiz de Domínguez

Por Erika Cervantes

El pasado dos de marzo se conmemoró el 179 aniversario luctuoso de Josefa Ortiz de Domínguez, mejor conocida como la Corregidora, una de las pocas mujeres a la que se le da su lugar en la historia de México.

Durante la preparación de la independencia, Doña Josefa Ortiz esposa del corregidor de Querétaro organizaba «inocentes» tertulias entre el grupo de intelectuales. Estas reuniones solo eran la cortina sobre la que Miguel Hidalgo y sus partidarios afinaban el plan para dar inicio a la Guerra de Independencia.

Bajo las enaguas de las mujeres asistentes se trasportaban los comunicados para las mujeres y hombres que deseaban la independencia de México del yugo de España.

A pesar de haber nacido en el seno de una familia española, María de la Natividad Josefa Ortiz se identificaba con la clase desposeída. Durante su vida tuvo oportunidad de mirar a la injusticia en su propio hogar al contrastar su vida con la de las mujeres a su servicio.

Para Josefa, la independencia no era sino un asunto de justicia, para que mejoraran las condiciones de vida de las personas.

Tanto ella como su marido, Miguel Domínguez, corregidor de Querétaro, tomaron parte de los planes de conspiración a favor de la independencia; pero una vez que sus planes fueron descubiertos su marido abandonó la causa e hizo encerrar a Josefa Ortiz.

Miguel Domínguez esposo de Josefa reconocía en ella la inteligencia y capacidad de pensar, una característica poco común para las mujeres de la época. A aquellas que se atrevían a expresar su manera de pensar sobre temas políticas les tachaban de blasfemas. Una acusación peligrosa para las mujeres que les podía costar la cárcel.

A pesar del encierro, Josefa logró enviar noticias de lo ocurrido a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y los Aldama, y con ello se adelantó la insurrección del 16 de septiembre de 1810.

Al investigar, se denuncia a Josefa Ortiz por el Capitán Arias, y, sentenciada por el delito de sedición, condenada a ser encerrada en el Convento de Santa Clara y después llevada a México, donde se le recluye en el Convento de Santa Teresa. Por encontrase embarazada fue separada de sus hijos y llevada al Convento de Santa Catarina de Sena, donde permaneció tres años.

Tras la proclamación de la Independencia, el 18 de mayo de 1822 Agustín Iturbide se proclamó emperador de México y ofreció a Josefa un puesto en su corte, para que fuera dama de honor de su esposa, Ana Duarte de Iturbide.

Para Josefa esto fue del todo intolerable y renunció a ocupar el mencionado puesto, ya que pensaba que la constitución de un Imperio era totalmente contraria a los ideales por los que se había luchado durante la guerra.

En los últimos años de su vida, Josefa Ortiz de Domínguez estuvo relacionada con los grupos liberales de carácter radical. En todo momento se negó a recibir cualquier recompensa, por el apoyo inestimable que había prestado a la consecución de la Independencia, ya que opinaba que no había hecho más que cumplir con su deber de buena patriota.

María de la Natividad Josefa Ortiz nació en Valladolid (Morelia) el 8 de septiembre de 1768 y muere el 2 de marzo de 1829. Heredando el derecho de las mujeres a ocupar un lugar en la historia y el reconocimiento de su actuar en busca de la libertad y la justicia de los pueblos.

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