Las venas dilatadas, que suelen localizarse en las piernas, son comúnmente llamadas várices y es una muestra de una circulación sanguínea deficiente.
De acuerdo con la Wikipedia, el aparato o sistema circulatorio es la estructura anatómica que comprende conjuntamente tanto al sistema cardiovascular, que conduce y hace circular la sangre (torrente sanguíneo), como al sistema linfático que conduce la linfa (sistema de defensas).
Para esta Enciclopedia Libre que circula en la Web existen dos tipos de sistemas circulatorios.
Sistema circulatorio cerrado, el cual consiste en una serie de vasos sanguíneos por los que, sin salir de ellos, viaja la sangre. El material transportado por la sangre llega a los tejidos a través de difusión y es característico de anélidos, moluscos cefalópodos y vertebrados.
Sistema circulatorio abierto, en este caso la sangre bombeada por el corazón, viaja a través de vasos sanguíneos, con lo que la sangre irriga directamente a las células, regresando luego por distintos mecanismos. Este tipo de sistema se presenta en los artrópodos y en los moluscos no cefalópodos.
En los seres humanos, el sistema cardiovascular se encarga de distribuir nuestro torrente sanguíneo y mediante una serie de circuitos la sangre se irriga por todo el cuerpo. Tarea que inicia en el corazón.
Para Debbie Shapiro, la sangre es nuestra «energía afectiva» que circula por nuestro mundo desde el corazón: el centro del amor en cada ser humano. Una circulación sanguínea deficiente indica, por tanto, un retiro emocional de la situación en que nos hallamos, dice (Cuerpo mente. La conexión curativa, 1991).
«Estamos reteniendo nuestras emociones, tal vez para protegerlas, o quizá porque resulta demasiado doloroso dejarlas tan activas», sostiene.
En general, una mala circulación afecta no sólo a las piernas (que marcan la dirección de hacia dónde vamos) sino también a las manos (a través de ellas expresamos nuestras emociones), las partes más activas y externas de nuestro ser, según Shapiro, «por lo que se trata de una retirada hacia los niveles internos, una retirada de la plena participación emocional en nuestro mundo».
Para Shapiro la sangre representa la circulación del amor en nuestro mundo y las venas constituyen nuestro medio de expresión. La sangre transita por las venas en su camino de vuelta: una vez compartido nuestro amor, regresa al corazón con el amor que ha recibido de nuestro mundo, dice.
En el caso de las várices, señala que pueden ser una indicación de que existe «un profundo conflicto emocional directamente relacionado con el dilema de ser capaz de amarse y nutrirse a sí mismo (el ser humano) y ser capaz al mismo tiempo de recibir amor de sí mismo y de los demás».
Las piernas es una de las partes que comúnmente se afectan más por las várices.
Shapiro relaciona este tipo de várices con la existencia de un problema del que se puede deducir que «la dirección que seguimos o el terreno que nos sustenta no nos enriquecen emocionalmente».
Por tanto, nuestros movimientos serán confusos y entorpecerán nuestro mundo emocional.
*Periodista mexicana, facilitadora de grupos, terapeuta con Enfoque Centrado en la Persona y Gestalt, instructora asociada de Tao Curativo (www.taocurativomexico.com).
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