La cultura de la desigualdad ampara la violencia contra las mujeres en el mundo y se inscribe en la de por sí violenta desigualdad de oportunidades, el desigual acceso a recursos y servicios de la justicia, la discriminación laboral y salarial, así como la desigual distribución del poder y del tiempo entre hombres y mujeres, señalaron expertos reunidos en la 9ª Conferencia Mundial sobre Prevención de Lesiones y Promoción de la Seguridad, del 15 al 18 de marzo pasados en Mérida, Yucatán.
La Conferencia, convocada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y coordinada por el Instituto Nacional de Salud Pública de México, se realizó por primera vez en un país latinoamericano de habla hispana, con expertos de más de 140 países, que abordaron entre otros temas Seguridad en el transporte, Suicidios, Seguridad en el trabajo, Accidentes en el hogar, Atención médica y Rehabilitación del Trauma, Promoción de recursos humanos y evaluación de programas de Prevención, Definición de Políticas públicas para la prevención de accidentes y promoción de ambientes seguros, informó la OMS.
La violencia contra las mujeres es reconocida como una violación a los derechos humanos y es un importante problema de salud pública, afirmó el doctor Alberto Concha-Eastman, asesor regional de la OPS en Prevención de la Violencia.
Las cifras indicadoras de la violencia contra la mujer en América Latina y el Caribe no solo se han mantenido, en algunos países están incluso creciendo, dijo el Asesor, tal y como reveló el último informe Ni una más. El derecho a vivir una vida libre de violencia en América Latina y el Caribe, liderado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y en el que también participaron la OPS y el conjunto de agencias y organizaciones de Naciones Unidas en la Región.
En las Américas y en todas partes, las mujeres, todas las mujeres, tienen el derecho a vivir una vida exenta de violencia, señaló el Asesor Regional de la OPS. Las instituciones de gobierno de todos nuestros países tienen no solo la potestad sino el deber constitucional de garantizar que este derecho humano llegue a todos por igual.
En eso coincidieron los otros expertos de la OPS, encabezados por la doctora Mirta Roses Periago, directora de la institución, que asistieron a la Conferencia: la alta prevalencia de violencia familiar en los países de la región de las Américas se mantiene.
Y a pesar de que la gran mayoría de los Estados Miembros de la OPS tienen legislaciones en respuesta a este fenómeno epidémico centrado especialmente contra las mujeres, al día de hoy, la implementación de estas leyes aún sigue siendo parcial.
De ahí la importancia de que la Conferencia se lleve a cabo en un país de América Latina, dijo el doctor Concha-Eastman, pues representa la apertura de una extraordinaria y singular oportunidad para subrayar como nunca antes la preocupante dimensión regional de la violencia familiar en los países de América Latina y del Caribe.
Durante la Conferencia Mundial de México, el Asesor Regional de la OPS destacó que, más allá de las cifras de una situación, caracterizada como sistémica y sistemática, la respuesta del sector de la salud pública se debe reforzar y acompañar de una acción inter-institucional e intersectorial, con la definición de claras políticas y con marcos legislativos aplicables y aplicados.
Respecto a la violencia familiar y contra la mujer intervienen también aspectos de fondo cuyo abordaje es impostergable, afirmó el experto de la OPS. A pesar de los puntuales avances que representa el que la mayoría de los países tengan ya legislaciones sobre violencia familiar y específicamente contra la mujer, lo cierto es la implementación de estas leyes sigue siendo aún parcial. Esto impide que se le den validez a los sobradamente justificados argumentos que en su día motivaron su introducción.
La violencia contra la mujer tiene un fuerte impacto en el hogar, particularmente sobre las hijas e hijos que también la sufren y atestiguan. En este sentido, el Concha-Eastman informó de al menos siete sintomatologías o desarrollos que la violencia doméstica produce sobre las hijas y los hijos.
Las hijas e hijos son receptores del abuso, rabia o enojo de los padres o madres; Produce sicopatologías sobre los menores
Produce lesiones, enfermedades y muertes; Fomentan el riesgo a que se perpetúe en ciclo de violencia; Aumenta el riesgo de abuso sexual; Aumenta el riesgo de conductas sexuales de riesgo y de uso de drogas y otras substancias, y Promueve una mayor exposición a violencia por parte de novios o amigos.
INTERVENCIONES BÁSICAS
Las intervenciones básicas en el sector salud se centran en medidas de prevención, así como en la detección de estas situaciones y en la atención integral a las mujeres afectadas, dijo Concha-Eastman.
El sector salud y la salud pública en particular debe contribuir y fomentar el empoderamiento de las mujeres a la hora de tomar decisiones. También se trata de fomentar la incorporación de los hombres en actividades orientadas a romper los ciclos de violencia y la cultura de la violencia.
Necesitamos poner fin a este prevalente abuso de derechos humanos en las Américas y, por extensión, en todo el mundo, señaló finalmente el Dr. Concha-Eastman.
08/GG