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Inestable autoestima en mujeres formadas como seres-para-otros

Por Guadalupe Cruz Jaimes

Las claves de la autoestima derivan de la nueva conciencia analítica y comprensiva que cada mujer construye en torno a su existencia, sus necesidades, sus posibilidades y sus anhelos, señala la feminista y doctora en antropología Marcela Lagarde y de los Ríos, en Claves feministas para la autoestima de las mujeres.

La autoestima con sentido feminista conlleva la conciencia de pertenecer a un género y a una historia, a una filiación y una geografía.

Muchas mujeres contemporáneas no poseen esa conciencia y, por el contrario, sus raíces son definidas por los marcadores masculinos tanto en el sentido histórico y de las genealogías familiares, expone.

En su manuscrito, Lagarde y de los Ríos explica que ser mujer sin historia ligada al género produce un vacío en la subjetividad y es una fuente de daños a la autoestima. La falta de ese lazo se conoce como orfandad y «puede darse cuando la madre transmite a la hija sometimiento, se produce también cuando la madre vive opresión (violencia, discriminación, explotación) de género, clase, etnia, salud u otras, y la hija no sólo es testiga sino que, muy ligada a su madre, la padece doblemente en carne propia. Es más profunda la orfandad cuando la hija es discriminada o menospreciada o violentada por su madre».

Al ampliar este concepto al ámbito social se observa «la orfandad social de género de las mujeres en distintos ámbitos e instituciones donde sufren formas específicas de opresión en sociedades que asumen la democracia como un principio de convivencia, mientras que prevalece en ellas la supremacía masculina», afirma la reconocida feminista.

De acuerdo con los estudios de Marcela Lagarde, «las secuelas de la misoginia y el machismo definen el estado de la autoestima de las mujeres», mientras que las experiencias de reconocimiento positivo y aceptación y las oportunidades de desarrollo y apoyos cotidianos e institucionales marcan de manera favorable la autoestima.

Los cambios de ánimo, en general en la autoestima, que experimentamos las mujeres «se deben al impacto de lo que los otros hacen o dejan de hacer o de cómo sucede o cuándo sucede todo esto», subraya.

La inestabilidad de la autoestima femenina depende, en gran medida por la presencia y la estima de los otros, «de las relaciones importantes, experiencias sociales y políticas, pero sobre todo amorosas, sexuales o en cualquier relación», dice la experta.

«Esta inestabilidad de la autoestima se debe a la formación tradicional de género que hace de las mujeres una parte de los otros, y hace que tengan una experiencia satelital en torno a los otros, por ser definidas seres-para-otros», explica.

En tanto, «las modernas somos convocadas a la individualidad y a asumir una ciudadanía correspondiente con un ser-para-sí. La autoestima posible tiene como fuente de consolidación a la autoidentidad. El estado personal de vida debe basarse en satisfacer las propias necesidades y en el cumplimiento de actividades y funciones, deberes y responsabilidades, pero también en la vigencia parcial de derechos individuales», asevera Lagarde y de los Ríos.

De igual forma, asegura que «la satisfacción propia en torno a la experiencia de centrarse en la propia vida, de satisfacer los propios intereses y realizar lo imaginado y lo deseado es fuente de desarrollo directo de la autoestima».

08/GCJ/GG

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