La sororidad, hermandad entre mujeres, es una fuente de autoestima porque se trata de una experiencia conciente de orgullo e identificación entre mujeres, que al reconocerse, avalarse, darse autoridad y apoyarse, apoyan a cada una, refiere la antropóloga feminista, Marcela Lagarde y de los Ríos, en su texto Claves feministas para la autoestima de las mujeres.
La sororidad con cada hecho genera bienestar, pero además le produce autoridad femenina: «tener autoridad o autorizarnos unas a otras nos hace desarrollar una autoestima identitaria», refiere.
La feminista explica en su texto que así como duele más la incomprensión, ataques, competencia y autoritarismo femeninos, en esa misma medida «los hechos positivos entre mujeres, marcados por claves de alianza, potenciación colectiva, y la consecución de mejores condiciones de vida para las mujeres tiene una doble repercusión subjetiva».
«El desarrollo de la autoestima de género permite que cada una valore de manera positiva ser mujer y se beneficie personalmente de logros, avances y acciones de mujeres que son capital simbólico y político del género que por eso pueden iluminar a quien los recibe y elabora como propios y los lleva a su propio mundo».
Por eso, la especialista en temas de género señala la importancia de «la comunicación, la información, la difusión de los hechos, las noticias sobre los hechos de las mujeres son recurso de la autoestima».
La Doctora en antropología menciona que «la autoestima se fortalece cuando cada mujer se sobrepone, avanza, consigue los objetivos, logra sus metas y recibe a cambio un lugar en el mundo o reconocimiento a bienes simbólicos o materiales, poderes cuando desarrolla y potencia su existencia».
La similitud de experiencias con otras mujeres genera un lazo de empatía, proximidad y la tranquilidad de que una no es anómala.
Además del efecto de la sororidad, sobre la autoestima femenina influyen otros factores externos, como son las estructuras, relaciones, instituciones sociales o procesos sociales favorables a su existencia, cuando no hay problemas económicos, o cuando se vive en ambientes socialmente ricos, de sólido tejido social, y sustento colectivo en la convivencia, indica la doctora.
La riqueza cultural y los estímulos intelectuales espirituales o artísticos influyen decisivamente en la autoestima, cuando cada mujer está en sintonía con su mundo o con sus círculos particulares «se trata de sintonías ética, ideológica, política y cultural», menciona.
Hay mayor autoestima cuando se goza de un poder vital en la vida personal, en la familia, en el amor, en la sexualidad, en la sociedad y en la política, afirma Marcela Lagarde.
De igual forma asevera que «estos poderes generan una sensación de bienestar, al igual que incorporarse a las organizaciones ciudadanas de género, participar en espacios de mujeres, hacer propuestas, generar acciones y valorar a las mujeres».
La autoestima femenina aumenta cuando sus opciones y oportunidades crecen, cuando goza de buena la salud y su horizonte se amplía en la satisfacción de sus necesidades, anhelos y deseos en la solución de problemas y adversidades.
Lagarde y de los Ríos asegura la creatividad es un elemento que aumenta la autoestima de las mujeres cuando éste forma parte de sus actividades usuales y de su existencia, en general.
08/GCJ/GG