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Leer y revalorar a Rosario Castellanos y su obra

Por Rosalina Nicolat*

El próximo domingo, 25 de mayo, se cumple el 83 aniversario del nacimiento de Rosario Castellanos, una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX. Su muerte accidental, el 7 de agosto de 1974, dejó trunca una carrera literaria que estaba en su esplendor.

Una obra artística valiosa es aquella que trasciende su época, que resiste el paso de los años, incluso de los siglos, la de Rosario Castellanos –producida entre 1947-1974– continúa siendo vigente en este joven y turbulento siglo XXI.

Rosario era una mujer de breve estatura, alegre, jovial, que despertaba simpatías a diestra y siniestra. Elena Poniatowska la define así: «Rosario en la vida diaria era una mujer que reía y hacía reír con enorme facilidad.; estar con ella era un verdadero gusto, escucharla, la garantía de una hora de deleite».

Castellanos fue catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, profesora visitante en EU en las universidades de Wisconsin, Indiana y Colorado. En Israel también impartió cátedra en la Universidad Hebrea de Jerusalém.

Como la escritora polifacética que fue cultivó el cuento, el ensayo, la novela y la poesía. Durante su estancia en Israel colaboró con un artículo semanal en el periódico Excélsior que posteriormente se publicarían en El uso de la palabra.

El indigenismo es uno de los temas que ocuparon la pluma de Rosario Castellanos, lo trata en las novelas Balún Canán, Oficio de tinieblas y en los relatos de Ciudad real. En ellos denuncia la discriminación, las humillaciones de las que son víctimas los indígenas. Desde ahí, ella lucha por un trato igualitario para indígenas y blancos.

Si viviera ahora, seguramente lucharía también por la equidad de género, en su época no existía la Comisión Nacional contra la Discriminación (Conapred) cuyo objetivo, se supone, es luchar contra la discriminación de cualquier tipo.

Acerca del desamor, otro de sus temas, dice en un poema:

Tal vez cuando nací alguien puso en mi cuna
una rama de mirto y se secó.
Tal vez eso fue todo lo que tuve
en la vida de amor.

Rosario Castellanos experimentó el desamor de mamá y papá, pues ambos hubieran preferido tener hijos, pues así convenía a su estatus, ya que siendo el padre dueño de fincas cafetaleras y de caña de azúcar, necesitaba hombres para que se ocuparan de sus negocios.

El hijo que tuvieron, Mario, un año menor que Rosario, era la felicidad y el orgullo de ellos, sin embargo murió a los cuatro años. La escritora relata como se sintió rechazada por sus padres y por la muerte que eligió llevarse a su hermano.

En su matrimonio con el filósofo Ricardo Guerra no le fue mejor, al respecto comenta: «Permanecí soltera hasta los 33 años… contraje un matrimonio que era estrictamente monoándrico por mi parte, y totalmente poligámico por la parte contraria». Fue madre de Gabriel, quien tenía 10 años cuando ella murió.

A las mujeres de su tiempo se les veía como objetos o animales, es decir, inferiores a los hombres. Sólo tenían valor si estaban bajo las órdenes de alguien del sexo masculino. En pleno siglo XXI sucede lo mismo en algunas comunidades indígenas, donde muchas veces una vaca vale más que una mujer.

Hay quien considera a Rosario como nuestra Simone de Beauvoir mexicana. Y es cierto, ambas lucharon por reivindicar a la mujer. Beauvoir publicó El segundo sexo en 1949. Rosario se graduó de maestra en filosofía con el texto Sobre la cultura femenina en 1947. De esa misma época es su ensayo Mujer que sabe latín publicado como libro en 1975.

Simplemente por desarrollo histórico, los conceptos que dieron forma al feminismo ya flotaban en el ambiente. No olvidemos que fue hasta 1953 cuando se concedió el derecho al voto a la mujer en México.

La soledad total o en compañía es otro tema frecuente en la obra de Rosario. La soledad de la solterona amargada, la soledad de la mujer casada, la soledad del abandonado, la soledad del hombre como especie, a la hora de morir, se ilustra en el poema Destino:

El hombre es animal de soledades,
Ciervo con una flecha en el ijar
Que huye y se desangra.

MUERTE: REFUGIO Y FIN DE LA VIDA

La muerte es una constante en la obra de Castellanos. La muerte por injusticia de los indígenas. La muerte como fin de la vida:

La muerte está al final de mi camino,
como una madre cariñosa y tierna
que ha de acogerme en su regazo tibio
borrar, con su voz, todas mis penas.

La muerte como refugio ante la vida que no entusiasma:

Es lo único que espero; ella es el hada
Que habrá de liberarme de este cuerpo
De esta materia cruel que impide al alma
Abrir las alas y emprender el vuelo.

La muerte en su versión de suicidio también está presente. Tiene un poema titulado Privilegio del suicida. Y en Advertencia al que llega leemos:

No me toques el brazo izquierdo. Duele
de tanta cicatriz.
Dicen que fue un intento de suicidio.
Pero yo no quería más que dormir
profunda, largamente, como duerme
la mujer que es feliz.

CRÍTICA IRONICA A LA CLASE MEDIA

En los cuatro cuentos que integran el libro Los convidados de agosto se habla de las mujeres solas. La muda que, aunque casada, está incomunicada en Las amistades efímeras; en Vals capricho nos narra la vida inútil y monótona de las hermanas Trujillo, solteronas que todo mundo repudia.

En el cuento que da título al libro cuenta la historia de la soltera Emelia, que cuida tanto a su canario, como a un marido, si lo tuviera. En «El viudo Román» narra la historia de Romelia, quien se casa con el viudo y la regresa a otro día porque no es virgen. Es una historia de venganza. Basada en ella se filmó El secreto de Romelia.

En Álbum de familia ridiculiza a la clase media urbana. A la madre ingenua y sobreprotectora en Cabecita blanca; un domingo común de una pareja que permanece unida por conveniencia y por flojera, en el cuento del mismo nombre.

En el texto Álbum de familia reúne a un grupo de mujeres pseudointelectuales en torno de una poeta famosa, aunque ya decrépita y neurótica que cambia de opinión a cada momento.

El mejor cuento para mi gusto es Lección de cocina, en donde con un humor mordaz amalgama en un mismo texto el recuerdo del viaje de luna de miel a Acapulco con la preparación de una carne para asar por parte de una recién casada, dice:

«Un platillo sencillo y sano. Como no representa la superación de ninguna antinomia ni el planteamiento de ninguna aporía, no se me antoja… ¿Y ahora qué? A esta carne su mamá no le enseñó que era carne y que debería de comportarse con conducta. Se enrosca igual que una charamusca. Además yo no sé de dónde puede seguir sacando tanto humo si ya apagué la estufa hace siglos».

Rosario Castellanos nació el 25 de mayo de 1925 en la Ciudad de México, a los dos meses de nacida fue llevada a Comitán, Chiapas, lugar de residencia de sus padres. Regresó a la Ciudad de México a los 16 años. En 1971 fue nombrada embajadora de México en Israel. Murió electrocutada en Tel Aviv, el 7 de agosto de 1974.

Para quienes se interesen en las obra de Rosario Castellanosestán publicadas por el Fondo de Cultura Económica. Creo que la celebración del 83 aniversario de su nacimiento es un momento para leerlay revalorarla.

* Licenciada en Letras Españolas por la UNAM, escritora mexicana y correctora de estilo.

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