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Democracia Paritaria: Mujeres hacia la plena ciudadanía

Por Gladis Torres Ruiz

En los últimos veinte años las mujeres han cobrado visibilidad en organizaciones civiles y movimientos sociales de muy diverso tipo. Sin embargo, en lo que se refiere a los espacios de decisión y representación política, «siguen estando notablemente rezagadas», indica, Jacqueline Peschart, ex consejera electoral del Instituto Federal Electoral (IFE).

En su documento: La larga marcha hacia la democracia paritaria, preparado con motivo del Congreso Internacional de Mujeres de 1999, en Saltillo Coahuila, detalla que es en las últimas dos décadas del siglo XX inició la segunda fase de la lucha por la igualdad de oportunidades, basada en la construcción de una democracia paritaria.

Ésta es entendida como aquélla que está abierta al acceso parejo, equitativo, para mujeres y hombres, tanto a cargo de elección, como a puestos orgánicos de los partidos políticos, indica Peschart.

En este sentido, la académica y feminista Elena Simón define la paridad como un valor político de contrapeso de la igualdad. Sin embargo, señala que es mejor realizar su explicación por analogía con el concepto matemático de equidiferencia, que se define como igualdad de dos razones por diferencia.

Elena Simón, detalla: La paridad es un término que las mujeres han introducido en el lenguaje y en los foros políticos. Referida a la proporcionalidad representativa entre mujeres y hombres, se aplica como calificativo: Democracia paritaria remite a los discutidos porcentajes y a las denostadas cuotas de presencia estadística de mujeres en sectores en que se hallen sub representadas.

Además, propugna por la «discriminación positiva» para conseguir espacios laborales o políticos en los que, siendo mujer, es difícil o casi imposible entrar sólo por méritos propios, aunque éstos sean relevantes, ya que los espacios económicos y de poder político se hallan bien ocupados por los varones, enfatiza en su libro Democracia Vital, según información de Mujeres en Red.

En este sentido, Jacqueline Peschart destaca que a lo largo de las últimas décadas la fórmula para «reparar» la sub representación de las mujeres en los cargos de dirección ha sido el establecimiento de cuotas, el cual establece que un porcentaje de posiciones debe obligadamente ser ocupado por mujeres. Las cuotas conllevan un criterio normativo de «discriminación positiva», en la medida que es un mecanismo que trata de distinta manera a los dos sexos.

Esto se hace con el propósito de privilegiar al sexo menos favorecido y conseguir una participación igualitaria para ambos, con lo cual se asegura la entrada a ciertos cargos de mando para una porción de mujeres que de otra manera no llegaría nunca, enfatiza la ex Consejera del IFE.

EN MÉXICO

En México, el debate de las cuotas inició en 1994, en dos planos: en el de la reglamentación interna de los partidos políticos y en las legislaciones electorales.

El resultado del intercambio de posiciones sobre el tema de las cuotas de representación femenina derivó en que se convino depositar en los partidos políticos la responsabilidad de promover una más adecuada representación de las mujeres en sus organizaciones, lo cual no prosperó.

Por ello, reforma electoral de 1996 abrió nuevamente el debate, quedando incorporadas las cuotas en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), pero en un artículo transitorio. Esto revela, dice Jacqueline Peschart, que su discusión no ocupó un lugar central en el proceso de negociación de las reformas.

Esta disposición, refiere Peschart, obliga a los partidos políticos nacionales a considerar en sus estatutos que las candidaturas «no excedan el 70 por ciento para un mismo género» y que promuevan «la mayor participación de las mujeres».

Jacqueline Peschart detalla en su texto que a pesar de las diferencias que existen en términos de sistema de partidos y tradición democrática entre nuestro país y otras latitudes, la discusión sobre cómo alcanzar la igualdad de oportunidades para acceder a cargos de dirección y representación política se está dando de manera simultánea, ya que «se entrecruzan las exigencias de democratizar internamente a los partidos en proceso de consolidación a adoptar de manera inmediata reglas de equidad entre los géneros».

Existen temas y retos con los que México se ha emparejado y que le son imposibles de ignorar o aplazar. El reto que tenemos de avanzar en nuestra democratización en general abarca ya el de conquistar la democracia paritaria, afirma Peschart.

En tanto, Elena Simón apunta que la paridad tiene contenidos semánticos mucho más ricos como para reducirla a un simple tratamiento estadístico. La paridad se enriquece si aumentamos su referente, fijándonos en su lexema básico par que contiene elementos definitorios relacionados con semejante, simétrico, mismo, conjunto de dos.

Hay que ahondar en el sentido de la proporción, el paralelismo, el equilibrio, la correspondencia y comprometernos ante todas las instancias, asevera.

08/GT/GG

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