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Calderón no ganó el 2 de julio

Por Sara Lovera*

Una mañana de julio, como la de hoy, con la boca seca y desvelada escribí que tras la elección presidencial el país estaba dividido, crispado, con la sensación de la perplejidad. Nada parecía despejado.

Y se definiría la Presidencia de la República sin tener certeza, algo verdaderamente atroz.

Anuncié, como si lo supiera, que no habría paz, ni concordia. Que la violencia se metería bajo las alfombras y por las ventanas. Que las mujeres teníamos que definirnos.

Hoy Hablan Las Actas, un libro de José Antonio Crespo, analizado por una veintena de escritores, sociólogos y analistas, lo confirma: no hay certidumbre, no se sabe quién ganó las elecciones, aunque Felipe Calderón sea vecino de Los Pinos.
Ese sólo hecho ¿lo hace ilegítimo?, la lógica es elemental.

El lunes 30 en canal 11 de televisión, Crespo lo dijo sin tapujos: no se puede saber quien ganó. Además existían suficientes motivos para que el Tribunal Federal Electoral anulara la elección. Agregó que ese tribunal estaba obligado a abrir el 64 por ciento de los paquetes y revisar cuidadosamente, recontar en otras palabras, para saber.

El tribunal sólo abrió el 10 por ciento; el IFE sólo el uno por ciento. Por eso era válido revisar voto por voto y casilla por casilla. Crespo revisó el 50 por ciento de las actas de todos los distritos, fue encontrando las inconsistencias, las contó, las verificó, las analizó. Lo hizo sin ir a los paquetes, con la información disponible.

Con eso, y a pesar de no tener acceso a los votos, confirmó que hubo más de 300 mil votos «irregulares», que dejan en claro que no se podía saber quién ganó.

En la pantalla de televisión, este investigador delgado, sencillo, casi monacal, simplemente cruzó sus brazos. Así es le dijo a sus contertulios, sin que haya explicación que valga se frenó la necesidad de la certidumbre.

La señora Ma. Amparo Casar, fruncía el seño. Estaba denudada. Crespo insistía: los órganos electorales extrañamente no hicieron lo que tenían que hacer. El Tribunal Federal Electoral se negó a indagar, a dejar las cosas en claro. No hay culpables, nadie está en la cárcel, los delitos electorales están impunes.

En aquellos días de julio de 2006, un grupo de científicos, casi todos físicos, todos de la UNAM hablaron de un punto de incertidumbre fijado por la matemática. Cuando dos líneas se cruzan y no permiten saber qué pasó. Se llama punto de incertidumbre, pero ni los panistas ni los perredistas los tomaron en cuenta.

A 18 meses Felipe Calderón ostenta el cargo de ejecutivo en absoluta incredulidad para muchos; espurio para otros tantos; con la duda bajo el brazo en muchos casos.

De ahí que Calderón gobierne apuntalado por el ejército, de facto, como si hubiera dado un golpe de Estado.

MIRADA DESDE LAS MUJERES

Dos años después de la elección las mujeres son las más perjudicadas en estos tiempos. Más de 5 mil ejecuciones o asesinatos en 18 meses de gobierno. Miles de viudas y huérfanos de todos los bandos, manchan con su sangre nuestros caminos.
Se ha dado carta blanca a las bandas policiales, que lo mismo amedrentan a un pequeño poblado, que balean una casa o se pueblan de soldados las ciudades.

Este gobierno, que no fue claramente elegido, así lo dice la ciencia, aún higiénica, sin tomar partido, porque Crespo ni siquiera usa adjetivos en sus investigación, decía, este gobierno de ultraderecha afecta los derechos sexuales y reproductivos de millones de mujeres; subvierte la separación del Estado y la Iglesia; se encima en la Constitución y se asocia con los grupos de poder que han colocado a las mujeres en la última punta de la fila del desempleo.
Todas las cuentas y balances de estos dos años críticos, así lo indican.

Pero lo más grave. A la ciudadanía incompleta de las mujeres, ahora esta claro, se ha sumado la inconsistencia de su voto y se esfumó la democracia, requisito indispensable para esa ciudadanía.

La investigación detallada, exhaustiva, profunda del maestro Crespo, que durante meses esculcó y ordenó, sistematizó las actas del 2 de julio de 2006, mostraron que esas 300 mil inconsistencias no debieran haberse banalizado.

Su reclamo central es a las autoridades electorales. Pero también deja al descubierto el aparato de poder, que se impuso a toda legalidad. Existe hoy sí la certeza de que los instrumentos e «instituciones» creadas para dar libertad y ciudadanía a las y a los mexicanas, se agotaron ese fatídico domingo.

Al tiempo.

* Periodista mexicana, este año cumplirá 40 de vida profesional, integrante del Consejo Directivo de CIMAC; corresponsal en México, del Servicio de Noticias de la Mujer Latinoamericana y del Caribe (Semlac); comentarista en Antena Radio; forma parte de la mesa de periodistas de Canal 21, el canal de TV de la Ciudad de México.

08/SL/CV

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