Con el objetivo de promover y difundir los acuerdos internacionales en materia de equidad y género, en especial los relativos a los derechos humanos de las mujeres y el medio ambiente se llevó a cabo en la Ciudad de México el Foro Internacional sobre Género y Medio Ambiente.
Las perspectivas de género del cambio climático, agua, combate a la desertificación, biodiversidad y energía sustentable fueron algunos de los temas a tratar.
Con el auspicio de Naciones Unidas –a través del Fondo de Desarrollo para la mujer (Unifem) y el Programa para el desarrollo (PNUD)– en el evento realizado la semana pasada se expusieron, además, las recomendaciones y observaciones que los organismos internacionales han emitido al gobierno mexicano en materia de derechos humanos de las mujeres.
Respecto a la situación actual del medio ambiente, un informe del Tomales Bay Institute señala que en los últimos años, los comunes –recursos naturales, cultura y ciencia– en vez de beneficiar a todas y todos por igual, son absorbidos por unos cuantos para obtener ganancias millonarias, perjudicando no sólo a la población en general sino a hijas, hijos y próximas generaciones.
Según este organismo estadounidense el problema radica en dos aspectos: la ineficiente administración de recursos y el despilfarro de los mismos.
Ante esta situación, señala, la tarea es reconstruir los comunes (riqueza compartida, le llaman) para que mujeres y hombres dejen un mejor futuro a hijas e hijos, reducir la desigualdad, mejorar la calidad de vida y proteger el planeta.
Tomales Bay Institute es un organismo que propone los comunes como un nuevo modelo de la política, la economía y la cultura, su trabajo se basa en la creencia de que muchas formas de riqueza –naturaleza, conocimientos, instituciones públicas– nos pertenecen a todas y todos.
La agricultura se encuentra entre los comunes que se despilfarran, considera, dejando ganancias para los grandes empresarios, lo que ha traído como consecuencia que el costo de las semillas se dispare.
Este instituto indica que, sin embargo, los peligros de la propiedad corporativa de las semillas no son meramente económicos, pues al hacer a un lado los procesos de adaptación de la naturaleza, las semillas de las corporaciones disminuyen el almacenamiento de diversidad genética que «es la garantía primordial contra el fracaso de la cosecha».
Un ejemplo de la crisis por la que atraviesa la agricultura, es la compra de semillas de Mosanto, quienes siembran deben firmar un contrato donde prometen no guardar las semillas ni usar fertilizantes o plaguicidas que no sean los de dicha empresa. Además, deben permitirle a la empresa inspeccionar sus campos en el momento que sea.
El personal jurídico de Mosanto ha entablado más de 400 demandas en contra de campesinos que, dice, han usado sus semillas sin pagarle.
El informe, presentado por primera vez en 2003, agrega que al igual que las semillas a medida que el agua escasea las empresas privadas obtienen ganancias, pues tratados como el de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) «abren la posibilidad de que las corporaciones, apelando a leyes internacionales, mermen la capacidad de los países para proteger sus comunes».
Además de las semillas y el agua, los fármacos han alcanzado grandes costos afectando a millones de mujeres de escasos recursos y a sus familias, ya que las patentes permiten que las compañías farmacéuticas –al ser monopolios– cobren los precios que quieran durante 20 años, por un medicamento nuevo.
LA CULTURA
Otro de los comunes que resalta el informe es el de la cultura, puesto que en el último cuarto de siglo el cuidadoso equilibrio entre protección de derechos de autor y de beneficios públicos se ha sesgado peligrosamente.
Los estudios cinematográficos, las marcas disqueras y las editoriales reclaman ahora nuevos derechos de propiedad intelectual, lo que trae como consecuencia que en la época actual los cuentos y juegos sean producto de las empresas y no de una herencia de madres y padres, indica.
La consecuencia es que «pasan 38 horas a la semana viendo televisión comercial, películas, videos y juegos electrónicos, y se enganchan con las marcas de los productos y la comida chatarra».
El informe consta de tres partes: la primera parte describe la riqueza común y establece los principios fundamentales para su administración; en la segunda, se examina el estado de seis importantes activos comunes; en la tercera se hacen recomendaciones, dentro de un contexto estadounidense, para el futuro.
08/AR/CV