Como grupo social, las mujeres carecen de acceso a la oralidad, a la voz pública y las feministas, tanto como los estudios de género, ubican en la mudez femenina una de las causas profundas de la desigualdad genérica, por lo que es necesario hablar, responder, rebelarse, disentir, nombrar lo innombrable, afirmó la doctora Lilia Granillo Vázquez, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Esto se explica, señaló la doctora Granillo, durante su ponencia en le Foro Educación de la UAM celebrado el pasado 30 de julio en la Rectoría General de esa institución, porque el lenguaje, la capacidad del habla, dota a los y las seres humanas para establecer relaciones consigo mismas, con otras y otros y con el entorno.
En las discusiones acerca del desarrollo, explicó la académica, el rezago educativo de las mujeres en México se ubica en el centro de las cuestiones de género para proyectarse a las cuestiones de la lengua materna. Las madres mexicanas –en rigor las de todo el mundo– son las transmisoras de la capacidad del habla, en el concepto de «lengua materna». En otros términos, las madres transmiten la lengua para emancipar a sus hijas e hijos.
Y en ello, las habilidades básicas para la vida: lengua nacional y matemáticas (contar cuentos y contar bienes) tiene un papel preponderante. Existe una relación directa entre oír y hablar; entre leer y escribir y mi experiencia del mundo, tu experiencia del mundo, la experiencia del mundo (Primera lección de gramática, tres personas), detalló la especialista.
Se sabe que la gente pobre no habla: antropología de la pobreza. Las madres desnutridas y violentadas enmudecen, y luego se vuelven sordas. ¿De qué clase es la adquisición de lengua materna de las y los estudiantes?, se preguntó la docente de la UAM. ¿Cuál es el piso lingüístico para establecer conversaciones, diálogos, ideas, afinidades, en los grupos universitarios?
Como ejemplo de la desigualdad de género, Granillo Vázquez recordó que las mujeres constituyen el 52 por ciento del electorado; trabajan el 67 por ciento de las horas laborables; representan el 34 por ciento de la población económicamente activa; pero poseen sólo el 1 por ciento de los bienes.
Además, el 88 por ciento de las mujeres son madres de familia y trabajan también fuera de casa; el 62.4 de analfabetas mayores de 15 años son mujeres y 11.3 de las mayores de 15 años no saben leer y escribir
Y aunque, los estándares internacionales ubican a México como país desarrollado, y la ley dicta que hombres y mujeres son iguales en tanto que humanidad, las diferencias en oportunidades y derechos son abismales, más allá de las diferencias biológicas, señaló.
«Se necesitan actos letrados para conocer las normas». Y las tendencias sociales del machismo y la invisibilidad de las mujeres impulsan cada vez más la violencia de género: claramente el poder de los varones aniquila oportunidades y derechos de mujeres.
De acuerdo con el I Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud, realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que reconoce la violencia de género como un problema de salud pública en el mundo, cada año mueren 1.6 millones de personas por violencia, y ello es de puertas adentro, en la casa.
Y no se denuncian, hizo notar Granillo Vázquez. No hablamos de ello, dijo, «he aquí una cuestión de oralidad. Por un lado el control y en el otro extremo, el silencio, la mudez».
En 2003, la OMS reveló además que millones de mujeres en el mundo resultan heridas por la violencia de género. Sufren problemas físicos o sexuales, reproductivos o mentales que se consideran problemas de salud pública. En algunos países, el costo sanitario por la violencia es del 5 por ciento del PIB
En México, el estudio de la violencia de género se aborda desde los problemas sociales que afectan al desarrollo. Poseemos una criminalidad altamente violenta, ocupamos el tercer lugar internacional de robo con violencia, y solamente el 42 por ciento de delitos son denunciados. «Nuevamente la mudez, que acarrea impunidad», dice la académica.
Informes de Naciones Unidas, Interpol y la Organización Mundial de Comercio asignan a nuestro país, el octavo lugar en homicidios, y el sexto lugar en violaciones. La violencia en México es tres veces mayor –como pueblo, nuestra violencia se triplica–, el promedio mundial es del 12 por ciento, mientras que en México es del 36 por ciento.
Y respecto a la violencia de género, en la cuna del «machismo» (triste aportación del habla mexicana), dice Granillo Vázquez, las mexicanas según la OMS, pierden 5 años de vida saludable debido a violaciones y violencia doméstica. La carga de salud de la violencia de género es semejante a la carga del VIH, tuberculosis, cáncer y enfermedades cardiovasculares.
VIOLENCIA FAMILIAR, PROBLEMA PÚBLICO
¿Qué pensar de la Encuesta Nacional de violencia familiar que reveló que tres de cada diez mexicanas confiesa haber sufrido algún tipo de maltrato familiar?, se preguntó la ponente. La cifra podría subir hasta el 70 por ciento.
Y recordó que Patricia Valladares en 2004 señaló como alternativas de prevención: calibrar la importancia de la violencia de género en nuestra sociedad; hablar de ello; promover habilidades de afrontamiento cognitivo; de enfrentamiento conductuales; de enfrentamiento verbal.
Es decir, hablar, responder, rebelarse, disentir, nombrar lo innombrable como se señala en Observatorio de las mujeres, Ambientes que limitan y restringen el desarrollo de las mujeres, publicado por la ONU en 2005.
Sobre la violencia contra las mujeres que ocurre en el ámbito privado, en el hogar o en las relaciones de noviazgo, la especialista recordó que el informe de Riesgo y violencia en América Latina «Crime and violence and development: Trends, costs and policy options in the Caribbean», de marzo de 2007, publicado por el Banco Mundial, establece puntualmente el eje temático Oralidad y Desarrollo y zanja la discusión diciendo que no se trata de cuestiones privadas, y que el diálogo debe transitar ya de lo privado a lo público.
No es válido decir «Esto es entre mi esposa, hija, hermana, novia, amante, alumna y yo…», porque la violencia de género nos afecta a todas y a todos, porque significa anti-sustentabilidad, anti-futuro, señaló la académica.
En ese sentido, dijo, las instituciones de educación tiene como tareas habilitar personas para la vida, con habilidades básicas para la vida, como la oralidad, que empieza por contar cuentos y contar bienes, para así favorecer prácticas profesionales y existenciales que incidan en la comunidad para sustentar y sostener la vida en y del planeta.
Oír, hablar, leer y escribir, tal es el orden de adquisición de la lengua, aseveró. ¿Quién se encarga de las tres habilidades primordiales? La facultad del habla en el desarrollo de los estudiantes de todos los niveles, incluido los universitarios, muestra un desempeño paupérrimo en todo el territorio de la República Mexicana.
Basta citar los resultados de un de la «siniestra OCDE», para descubrir los indicadores que comprueban la imposibilidad comunicativa en la cultura actual. No es de extrañar que el problema de expresión, fundamento de la civilidad, mínimo requerimiento para la vida comunitaria, impere en el espacio público, sea en lo político o en lo comercial.
La nación mexicana no habla español, señala el escritor Carlos Monsiváis, aquí se habla «el cabroñol», el dialecto de ciertos políticos y empresarios utilizado –recordó Granillo—contra Lydia Cacho. Ante ello, debemos hablar.
08/GG/CV