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«Guanajuatizar» al país

Por Angélica de la Peña*

El preámbulo indispensable a este artículo va para las compañeras de CIMAC y en especial para Lucía Lagunes. Nuestras amigas han sido víctimas de una delincuencia cuya presencia en el país sólo puede ser explicada por la debilidad del Estado Democrático que poco a poco va quedando bajo el dominio de la impunidad y de los poderes fácticos conservadores y corruptos.

Nuestra solidaridad sororal y la reiteración de que cuentan con nuestro apoyo decidido.

La semana pasada en un acto público en León, Guanajuato, el presidente del Partido de Acción Nacional (PAN), Germán Martínez, estableció un compromiso político en la ruta de los procesos electorales: guanajuatizar el país.

La primera reacción que tuve cuando escuché su perorata fue de horror y debo reconocer que sentí un escalofrío en la espalda. Imaginé –tratando de interpretar lo que querría decir el nuevo concepto político del dirigente nacional del PAN– lo que nos espera a las mujeres de este país con semejante determinación.

Imaginé que en todo el país este partido tendrá candidatos similares al actual Gobernador de Guanajuato; que las políticas se diseñarán en el centro de «inteligencia» de Vicente Fox; que todas las corporaciones policíacas serían especializadas en tortura, como acontece en León, también gobernado por el PAN; que la legislación que se ha construido en todo el país para asegurar la libertad, la igualdad, los derechos humanos y el acceso a una vida libre de violencia de las mujeres pesaría sobre ellas la amenaza de su derogación.

Y como el Gobernador guerrerista de Guanajuato está dispuesto a defender con «uñas y dientes» a sus dirigentes partidistas, a sus gobiernos municipales y al gobierno estatal, entonces la trascendencia de la interpretación de este «verbo» en el ejercicio de la política partidaria de Acción Nacional es de suma preocupación, entre otras cuestiones porque violenta la Constitución y el Estado de derecho a favor de las mujeres.

Nos consta que el señor gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, ha sabido imponer su voluntad más allá del proceso que sigue el país. Su dicho lo corroboran las organizaciones que defienden los derechos humanos de las mujeres en este estado del centro del país, como el Centro «Las Libres», que dirige Verónica Cruz Sánchez y nos informa sobre las amenazas y el lenguaje soez de que han sido objeto por parte de diputados panistas, frente a la exigencia de que los legisladores cumplan con su responsabilidad y aprueben la Ley de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia en la entidad.

Verónica Cruz nos dice que en lo que va del año, se ha corroborado que cuando menos 30 mujeres han sido asesinadas en el estado y sólo en la modalidad de violencia familiar se tiene referencia que el 10 por ciento de las mujeres se atreven a presentar su denuncia.

No nos informa sobre el impacto de otras modalidades de violencia de género contra mujeres y niñas como la violencia institucional, la violencia docente y laboral o la violencia comunitaria, la que se ejerce en la cotidianeidad de las mujeres y las niñas, pero es sabido que en un ambiente de doble moral derivado de los conservadurismos fundamentalistas de estos señores, las primeras personas que sufren son precisamente las mujeres de todas las edades.

Por lo tanto, mi preocupación y espanto tiene razón de ser, porque como mujer ciudadana sospecho que el verbo «guanajuatizar», acuñado públicamente por el señor Germán Martínez constituye una amenaza contra nuestros derechos. Sólo recordemos los enormes obstáculos que ha puesto el Gobernador de Guanajuato a las iniciativas de ley a favor del acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, argumentando que en «su» Estado «esas» leyes no pasarán porque atentan contra los valores de la familia y el Instituto de las mujeres no necesita los fondos federales ni para la implementación de «esa» Ley ni tampoco la de Igualdad.

En estos días escuchamos desde todos los foros los discursos oficiales en el marco de la Conferencia Internacional contra el VIH-SIDA, todos sin excepción disertan sobre lo terrible que es este flagelo para las vidas humanas y aunque confunden «contagio» con infección, manejan con conocimiento las cifras las cuales denotan un gran crecimiento de infección de esta enfermedad precisamente entre las mujeres.

En este contexto, es importante hacer referencia a lo dicho por la señora Inés Alberdi, directora ejecutiva de UNIFEM, que está en México por los eventos de la Conferencia Internacional contra el VIH/SIDA. Ella refiere que los resultados de las investigaciones y las cifras sobre el avance de esta enfermedad señalan que la violencia de género contra las mujeres está asociada al proceso acelerado de expansión de la infección entre las mujeres y las adolescentes.

Ambos factores, la infección y la violencia de género, deben asociarse para controlar la pandemia. Inés Alberdi se lamentó que las jóvenes estén doblemente discriminadas porque por su condición no son debidamente escuchadas ni atendidas y son quienes más se ven amenazadas. Aseguró que la infección de mujeres, niñas y niños se debe a factores económicos, sociales y culturales y por la desigualdad de las mujeres respecto de los hombres. Los estragos de la violencia contra las mujeres las ubican en una grave situación de vulnerabilidad y permanente riesgo para contraer enfermedades de trasmisión sexual.

México está en la mira de los ojos del mundo con la realización de las preconferencias, conferencias y eventos paralelos que se realizan en el ámbito gubernamental y por parte de las organizaciones. Éstas luchan contra los estigmas, los prejuicios, las discriminaciones de todo tipo, la violencia de género, la homofobia, la lesbofobia y porque se garantice información clara y precisa, se diseñen políticas de atención y prevención por parte de los gobiernos a partir de que se eduque reconociendo los derechos sexuales de las adolescentes y de las mujeres y se facilite para todas las personas con VIH/SIDA, sin excepción, el acceso oportuno a las medicinas retrovirales.

Y, como se ha constatado, la lucha contra el SIDA no puede sustraerse de la lucha contra la violencia de género. En este contexto, no pudo ser más imprudente la alocución de Germán Martínez sobre la pretendida «guanajuatización» del país; estos políticos aludidos como buenos botones de muestra, son un verdadero obstáculo para el adelanto de las mujeres.

* Integrante del Partido de la Revolución Democrática (PRD), ex diputada federal y actual consultora de UNIFEM en temas relacionados con la infancia.

08/AP/CV/GG

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