El 7 de julio de 1979 integrantes del Frente Occidental del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) entraron triunfantes a la ciudad de Managua, Nicaragua. Iban montados en una tanqueta bautizada con el nombre de «Araceli», símbolo de doble victoria, pues este aparato represor fue el primero que los sandinistas quitaron, meses antes en la ciudad de León, a la guardia del dictador Anastasio Somoza.
La tanqueta con nombre femenino, que había sido un regalo del dictador cubano Fulgencio Batista a Somoza y entró a la capital de Nicaragua abarrotada de muchachos dando varias vueltas alrededor de la plaza principal, luce hoy en un pedestal en las instalaciones del Estado Mayor del Ejército nica, un homenaje a este hecho histórico y a una mexicana: Araceli Pérez Arias, quien murió asesinada por la Guardia somocista en el barrio de Veracruz, en León, el 16 de abril de 1979.
En «Araceli. Nicaragua, 1976-79: la libertad de vivir», la escritora e investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Emma Yanez Rizo narra los motivos que llevaron a esta mujer, de origen español y naturalizada mexicana en los años cincuenta, a integrarse a las filas del FSLN y morir en combate al lado de un grupo de sandinistas.
Araceli nació en 1945 al terminar la Segunda guerra mundial, fue la segunda hija de un matrimonio conservador, su padre era español y combatió en la Guerra Civil por la causa de Franco, y a ese origen se deben sus primeras rebeldías, cuenta la autora, quien convivió de cerca con la protagonista de esta historia –eran vecinas– cuando Emma Yanez tenía apenas siete años de edad.
Desde los recuerdos de su infancia Yanez retoma las andanzas de Araceli Pérez Arias, cuando en los años ochenta, convertida ya en historiadora, decide recuperar su memoria.
«Visité a sus familiares y amigos, consulté revistas y periódicos, leí la bibliografía hasta entonces existente y viajé a Nicaragua en 1987, cuando todavía estaba activa la contrainsurgencia, y en 1990, año en que el Frente Sandinista de Liberación Nacional perdió las elecciones a la presidencia», expone en el primer capítulo del texto.
De ahí que el libro de Emma Yanez, en sus palabras, no sea una novela, «posee una estructura narrativa» y todo lo que ahí se cuenta es real.
LIBERTAD DE VIVIR
La primera participación política de Araceli se da en México en los años setenta, cuando forma parte de los círculos de estudio de Espartaquismo Integral y más tarde se vuelve colaboradora del FSLN cuyo Comité Mexicano de Solidaridad se había formado en 1975 siguiendo la tradición de México que apoyó la causa de Sandino en los años veinte, relata Yanez.
Cuenta que en Nicaragua eran tiempos de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, quien con su poder se daba el lujo de mandar arrojar a los muchachos disidentes (a su gobierno) al cráter del volcán de Managua y quien no tuvo escrúpulos en comerciar con la ayuda internacional, incluido el plasma para los heridos que llegó a tierras nicas luego de un terremoto que cimbró al país en 1972.
Fue entonces cuando Araceli ofreció su departamento, al sur de la Ciudad de México, como casa de seguridad y ahí se hospedaron importantes cuadros del FSLN como Germán Pomares, uno de sus fundadores, y Fernando Cardenal, sacerdote jesuita. Se integra al frente primero en acciones solidaridad y luego, en julio de 1976, como militante.
Con el seudónimo de Argentina a mediados de 1977 se traslada a Honduras, donde recibe preparación militar, se encarga del trabajo con colaboradores del frente, maneja casas de seguridad, es correo con Costa Rica y Panamá y se responsabiliza de la educación política de colaboradores y cuadros del FSLN.
Su ingreso a Nicaragua fue el siguiente paso en el andar de Araceli. Entró por la montaña para incorporarse a lo se conoció como «la ofensiva de octubre» y participó en las acciones militares de San Carlos, Masaya, Managua, León, la emboscada de San Fabián y la toma del poblado de Dipilto, pues tenía «muy buena puntería».
En diciembre de 1977 regresa a México por una temporada y se despide de los suyos. A principios de 1978 vuelve a Nicaragua, tiempo en que al Frente Occidental y la Dirección Nacional le encarga el trabajo clandestino en la ciudad de León y Chinandega con miras a la insurrección final.
Araceli fue responsable de de la logística con mujeres y pobladores del trabajo en el barrio indígena de Subtiava y del reclutamiento de personas para las acciones militares.
En 1979 forma parte del Estado mayor del Frente Occidental, integrado por ocho miembros quienes serán los responsables de organizar la insurrección final en la zona occidental de Nicaragua, que logrará derrocar a Somoza y dar fin a su dictadura.
MEMORIAS DEL PORVENIR
«Araceli. Nicaragua, 1976-79: la libertad de vivir» es una coedición de la Editorial Ítaca y el Seminario México Contemporáneo de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, forma parte de la colección Memorias del Porvenir, que tiene como propósito abordar con enfoques novedosos la historia contemporánea de nuestro país y responder, así, a la necesidad de la memoria ante un porvenir incierto.
El libro se presentó este miércoles 24 de septiembre, a las 19:00 horas, por Cristina Pacheco, Eugenia Monroy y Carlos Monsiváis, en el Museo de Antropología de la Ciudad de México, en el marco de la Feria del Libro organizada por el INAH.
08/CV/VR/GG