La sobre representación de las mujeres en las estadísticas psiquiátricas sobre ciertos tipos de padecimiento es producto y reflejo de las inequidades y opresión que experimentan socialmente. Y los desórdenes mentales «típicamente femeninos» son provocados por los efectos de la violencia y la pobreza que enfrentan cotidianamente.
Asílo dio a conocer ayer la doctora Teresa Ordorika en su conferencia Género y locura, impartida ayer dentro del ciclo de conferencias Locura, sociedad y cultura, miradas diversas, enfoques complementarios, organizado por el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Dr. José Luís María Mora.
La doctora Ordorika hizo un recorrido histórico sobre el tema de género y violencia y señaló cómo en el transcurrir de los siglos se pensaba que la mujer padecía más locura que los hombres. Esta noción ha sido el blanco de fuertes críticas y estudios importantes por parte de feministas de diferentes ciencias y disciplinas, explicó.
Ordorika dio a conocer cómo a través de estos trabajos se ha logrado mostrar los sesgos androcéntricos, errores y prejuicios presentes en las investigaciones tradicionales, así como probar que no existe discrepancia numérica entre mujeres y hombres en lo que respecta a padecimientos mentales. Lo que sí existe, indicó, son desórdenes típicamente femeninos que deben ser estudiados utilizando la perspectiva de género.
Durante la conferencia Ordorika señaló cómo la idea de que las mujeres son más irracionales que los hombres, y por tanto más proclives a la locura, constituye una noción vieja y fuertemente arraigada en el pensamiento occidental.
Datos obtenidos desde el siglo XIX, señaló Ordorika, mostraban que las mujeres tenían una mayor incidencia en diversos aspectos relacionados con el desorden mental, superando en número a los varones, eran hospitalizadas con mayor frecuencia, hacían mayor uso de los servicios ambulatorios y se les recetaban más psicotrópicos que a los hombres.
Fue hasta los setenta, indicó Ordorika, que estos datos comenzaron a ser problematizados por académicas feministas interesadas por la investigación y la relación que existe entre las mujeres y la locura desde dos abordajes teóricos, la construcción social y la producción social de la locura.
EL MOLDE DE UNA CULTURA PATRIARCAL
En cuanto a la construcción social, Ordorika hizo referencia al trabajo de investigación de Phyllis Chester, quien en su texto Women and madness (1972) sostiene que la cultura patriarcal y la existencia de roles definidos severos sobre todo en las mujeres, como no cumplir con tareas domésticas asignadas y/o el cuidado de las y los hijos y maridos, así como cuando son sexualmente activas, particularmente con otras mujeres, son diagnosticadas como esqizofrénicas, lesbianas o promiscuas.
Por otro lado, el mismo trabajo de Chester hace alusión a que si las mujeres cumplen sus roles de manera exacerbada, son consideradas también locas es decir, consideró Ordorika, que de una forma u otra la locura estaba presente en las mujeres.
IDEAS DEL SIGLO XIX
En cuanto al abordaje de la producción social, Ordorika hace alusión a la autora Elain Showalter, donde el argumento central es que en el siglo XIX se doméstico y feminizó la locura. Los psiquiatras de la época argumentaban que el sistema reproductivo de las mujeres era inestable e interfería con su capacidad de controlarse sexual, emocional y racionalmente, por lo que tenían mayor susceptibilidad a padecer locura que los hombres.
Indicó Ordorika que las teorías victorianas (durante el gobierno de la reina Victoria) consideraban la pubertad, la menstruación, el embarazo, el parto y la menopausia, es decir prácticamente todos los momentos de la vida de las mujeres, como momentos de crisis que afectaban su salud mental.
Actualmente las autoras e investigadores, puntualizó Ordorika, sostienen la existencia de tres tipos de factores de riesgo a los que se enfrentan las mujeres y que incrementan su probabilidad de sufrir padecimientos sexuales. Primero los factores de vulnerabilidad, segundo los agentes que provocan trastornos como la pérdida, el divorcio, enfermedad o discapacidad crónica y tercero los factores que presentan síntomas como la depresión provocada por la violencia, humillación constante y baja autoestima.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2001) el exceso y la naturaleza de las tareas que la sociedad adjudica a la mujer las hace más susceptibles a los padecimientos mentales.
Por otra parte, según datos de la ONU, nos encontramos frente a un panorama de feminización de la pobreza. Las mujeres son parte sustancial de los más pobres del mundo, conformando la mayoría de los mil 500 millones de personas que viven en pobreza extrema, con menos de un dólar al día. Esto las relaciona directamente a padecer trastornos psíquicos.
Finalizó la doctora Ordorika: vivimos en un mundo en el que 450 millones de personas padecen problemas mentales. De ellas 121 millones sufren de depresión, que según la OMS, para el 2020 será la segunda causa de discapacidad.
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