Dolores Castro, escritora y compañera de estudios universitarios de Rosario Castellanos, es considerada como una de las autoras más reconocidas de la literatura mexicana.
Recientemente presentó la antología poética, «Mujer Siempre y hasta el fin» de Rosario Castellanos,en el auditorio del Centro Cultural «Jaime Sabines», motivo por el cual se realizó una cena, en la que platicamos con ella, en exclusiva para Cimacnoticias, y nos deleitó en su maravillosa lucidez, a sus 85 años.
Nos dijo Dolores Castro que es muy importante celebrar cada año, durante marzo, a las mujeres, particularmente en el Día Internacional de la Mujer, porque «realmente las virtudes de la mujer se encontraban muy escondidas, hasta ahora que se están viendo las virtudes de una madre que acompañe, que eduque, saben muy bien lo que una mujer vale».
No quiere decir, dice la escritora, que todas las mujeres se dediquen a ser madres, pero sí quiere decir que ese periodo, que es breve, tiene que cumplirlo con la ayuda de todos, porque ahora ella es parte importante de la economía de la casa y no porque quiera, sino porque así tiene que ser.
No es la mujer, afirma, la que ha puesto ese problema, es la sociedad en que vivimos. Creo, dice, que hay que reconsiderar algunas cosas que se creía que eran fatales para las mujeres, y entre ellas la ayuda mutua. «Es horrible que se pierda de vista la solidaridad de las mujeres para con las mujeres, con las y los niños y los hombres mismos».
Ahora la mujer tiene que seguir defendiéndose porque no es cierto que estemos en unas condiciones óptimas, considera la escritora. Todavía hay muchas golpeadas, muchas mujeres que no pueden estudiar. Y todavía, a pesar de todos los años transcurridos, si en una familia hay un hombre y tres mujeres, es al hombre a quien se le facilita a que salga adelante. No ha quedado atrás la idea de que el hombre es el proveedor, pero tampoco se destaca que son muchas las mujeres que son las únicas proveedoras de la casa.
UNA LUCHA DESDE SOR JUANA
Se ha luchado mucho, recuerda Dolores, desde Sor Juana Inés de la Cruz, por ejemplo. Se luchó porque la mujer estudiara. Yo creo que, como lo afirman las Naciones Unidas, que educar a una mujer es educar a todo un grupo. Por eso la labor de Rosario Castellanos fue importantísima.
Dolores Castro nació en Aguascalientes en 1923, estudió la licenciatura en Derecho y la maestría en Literatura Española en la Universidad Nacional Autónoma de México, así como Estilística e Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid. Visitó Chiapas, en el marco de los eventos que se realizan para conmemorar el X aniversario del fallecimiento del poeta Jaime Sabines y a 83 años del nacimiento.
Hace años, dice la escritora a Cimacnoticias, los filósofos sabían que una mujer puede. Si bien es cierto que tenía que cumplir con lo que se ha comprometido, con la maternidad, pero cuánto dura la maternidad, dura poco y por otra parte una mujer o un hombre jamás se puede perdonar de no haber seguido creciendo, de haber seguido capacitándose, pensando, tratando de resolver a la vez su vida, y también bastante la vida de quienes lo rodea.
No se trata, dice la escritora, de un «club de Tobi», de que no se admitan mujeres o de que no se admitan hombres, se trata de una forma de ser mujer, que sirva para la vida de todos, para su propia vida y para la vida de hombres y mujeres.
— ¿Cómo fue su vida en la lucha por ser mujer, para que se respetarán sus derechos y cómo los ve ahora?
— Me tocó ver de cerca, en Zacatecas, cómo vivían esas pobres mujeres arrimadas, a la hermana o a la familia del cuñado, había una de ellas que decía: ‘mira, ven a ver cómo tengo mi roperito, un roperito chiquitito, por fortuna los días de mi Santo me da mi sobrino Pedro dinero con el que compro mis jabones’. Es una miseria tan grande, porque además eran mujeres con un sentido de dignidad muy estricto, y no eran familias tan pobres, eran clase media, pero las arrimadas ¡ay!, cómo sufrían.
«Por otra parte, si no se casaba una muchachadespués de los 25 años, era quedada, no tenía ninguna relación de socialización, porque en los bailes no la sacaban a bailar, porque las parejas que reunían la excluían y no podía hacer nada, ni estudiar ni trabajar, era horrible.
«Mi abuelita sabía leer bien, pero no sabía escribir bien. Decía ‘hay hija si a mí no me daban permiso de aprender a leer y escribir, porque era para cartearme con el novio’. Y por eso, ella no aprendió bien a escribir.
«Mi mamá, al ver eso, tomo una carrera comercial, empezó a trabajar cuando alguna mujer trabajaba y a nosotras nos decía ‘ustedes tienen que estudiar porque hay la llamada libertad que esta pintada y bonita, para hacer libre se necesita estudiar y trabajar’. Entonces veíamos que se ponía a planchar la ropa, a hacer la comida, a ver cómo ajustaba el gasto, realmente para ella no fue una vida muy justa, porque tenía capacidad para más.
«Entonces, en el curso de mi vida he visto…,bueno me tocó ya después la Revolución, la Guerra Cristera, pero todavía oíamos mucho hablar de la Revolución y parece que la primera vez de la liberación de las mujeres que fueron a estudiar para maestras. Estudiaron para maestras, salían de sus casas veían otra cosa, luego contribuyeron en mucho para la Revolución. Y después vino un cambio muy importante, mucha gente se fue para Estados Unidos, otra para la capital y vieron cosas nuevas.
«Hay una novela de Agustín Yánez, que se llama «Al filo del Agua» donde se ve eso, poquito antes de la Revolución, y como había una muchacha que había ido a Estados Unidos y venía en una situación totalmente distinta y ella se sentía libre y las muchachas del pueblo apenas podían apreciar que había habido una orquesta una noche, y decían, qué bonito anoche, porque era lo único que sucedía que no fuera cotidiano. Entonces después de la Revolución cambió mucho.
«Todavía cuado yo estudié Leyes decían: hay dos clases de mujeres, las bonitas y las que estudian Leyes. El entrar una a las escuelas era un aullar de todos los muchachos, para que una se asustara y no volviera. Pero si volvía, ya la respetaban a una, ya no aullaban. Y luego, en esa época, las pocas que regresaban, yo no, pero sí muchas, se metían al baño porque le tenían miedo a los muchachos, que a cada rato mandan a las mujeres a la cocina. Fue una época difícil.
LA REVISTA AMÉRICA Y LA ESCRITORAS
«Que esperanzas, dice, que una mujer entrara a una revista literaria, fue hasta después que se fundó la revista América de la Secretaria de Educación Pública, donde debieron dar apertura a cualquier texto y ahí comenzamos a escribir Rosario, muchísimas mujeres, y yo. Bueno no tanto, porque en aquella época no había tantas que escribiéramos: estaban Concha Urquiza, Emma Godoy, Margarita Michelena.
«Y luego nosotras que tomábamos una vocación en serio, como Concha Urquiza, Rosario Castellanos, Enriqueta Ochoa y yo. Por ejemplo Margarita Michelena, era periodista, y poeta, y ella tenía muchas necesidades de socialización, era buena, se llevaba muy bien con los profesores, entonces tomaba en serio su vocación.
«Quien toma más en serio su vocación era Rosario Castellanos, al grado de decir, ‘Yo no me caso o yo me voy de monja’. No la quisieron en el convento, por que eran las del Opus. Por fortuna, Rosario los odiaba. Y tomaba muy, muy en serio, me decía ’hay que ser como Gabriela Mistral, que nunca se casó,que nunca tuvo un hijo’. Ahora se sabe que sí tuvo un hijo, ahora ya de muerta.
«Yo le decía ‘no, Rosario, a mí me gusta mucho, así que si quieres seguir tu vocación, pero no a costa de todos, pues no’. Y finalmente Rosario dijo, en una carta, que ya había probado todo, pero lo que no soportaba ya, era la soledad…».
Rosario Castellanos recibió el Premio Chiapas en 1958 y fue la primera mujer que obtuvo este reconocimiento; incursionó con éxito en la poesía, en el cuento, en la novela, en el teatro y en el ensayo, y supo traducir en algunas de sus obras ambientes culturales de la provincia chiapaneca, a la que amó profundamente, asumiendo siempre un firme compromiso social a favor de los pueblos indios, a quienes sirvió en los años en que colaboró en el Instituto Nacional Indigenista en Chiapas.
La Colección Premio Chiapas es una colección de libros dedicado a los galardonados con el Premio Chiapas, máxima distinción que se otorga en el estado a los ciudadanos que con su trabajo artístico, científico y cultural, enaltecen los valores de esta tierra.
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