Ayer Leonora Carrington cumplió 92 años. Y sigue con una gran vitalidad, trabajando, bromeando, riendo y disfrutando al máximo su vida.
Carrington nació el 6 de abril de 1917 en Lancashire, Inglaterra. Su padre fue un gran empresario textil inglés, su madre irlandesa.
Quizá esté dispuesta a cumplir lo que le dijo a Elena Poniatowska en una entrevista en el año de 1957: «No me gustaría morirme de ninguna manera, pero si llego a hacerlo algún día, que sea a los 500 años de edad y por evaporación lenta».
Carrington es pintora, escultora, escritora, grabadora, creadora de muñecas, fabricante de tapices y gusta de realizar juegos de alquimia en la cocina. Le fascina ver cómo se transforman las verduras, las frutas, la variedad de aromas.
También ha elaborado vestuarios y escenografías para obras de teatro. Ha ilustrado libros de otros escritores, entre ellos libros de su hijo Gabriel.
Leonora estuvo unida sentimentalmente a tres hombres destacados dentro del universo artístico. El pintor alemán Max Ernst, con quien tuvo un intenso romance de 1937 a 1940. Los separó la Segunda Guerra Mundial, puesto que Max Ernst fue enviado en dos ocasiones a un campo de concentración. Ernst logró emigrar a Estados Unidos.
En 1941 se casó con el poeta mexicano Renato Leduc, quien desempeñaba un cargo diplomático en Portugal. Ella aceptó más tarde que ese matrimonio fue por conveniencia, pues gracias a él pudo abandonar a la Europa enloquecida por la guerra.
En 1946 se casó con el fotógrafo húngaro Imre Weisz. Con él procreó dos hijos: Pablo y Gabriel. El primero es médico y Gabriel heredó el talento artístico de sus padres. Es antropólogo, filósofo, hace teatro y escribe poemas.
El 14 de noviembre del año 2000 recibió la Order of the British Empire, otorgado por la reina de Inglaterra Isabel II.
Ese día presentó su obra de teatro La invención del mole, en donde mezcla el mito de la creación de este platillo con la visita del arzobispo de Canterbury a la corte del emperador azteca Moctezuma, en el Museo Rufino Tamayo de la Ciudad de México. A otro día la escenificó en la embajada de Inglaterra en México.
LEONORA Y LAS CAUSAS SOCIALES
En 1968 Leonora abandonó México, indignada por la matanza estudiantil, y donó uno de sus cuadros para rifarlo y obtener dinero para ayudar a los estudiantes encarcelados.
En 2006 donó otro cuadro para subastarlo y apoyar de esa manera la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador.
LEONORA FEMINISTA
La pintora afirma que cuando era pequeña le indignaba que a los niños les permitieran hacer muchas cosas que a las niñas no. Esto la hizo un ser rebelde y se hizo acreedora a varias expulsiones de escuelas e internados de Inglaterra y Francia.
Afortunadamente tuvo el apoyo de su madre, quien le permitió estudiar arte en Inglaterra y Florencia. En 1938 expuso por primera vez sus pinturas en París y Ámsterdam. En ese mismo año publicó su primera novela, Little Francis, en donde narra el triángulo amoroso entre ella, Max Erns y la esposa de éste, Marie-Berthe.
Sin duda, Carrington es un personaje fuera de serie. Se adelantó a su tiempo. Es una mujer muy fuerte que se supo sobreponer a las adversidades que le tocó vivir en los inicios de la Segunda Guerra Mundial. Quizá esas vivencias difíciles le hicieron aprender a disfrutar de cada segundo de su vida.
LEONORA Y EL HUMOR
Nuestra pintora es jovial, alegre, y le encanta hacer bromas. Cuando habla de su asistencia a las corridas de toros, menciona que ella aplaudía cuando el toro brincaba el callejón y correteaba a todo el mundo. Y agrega: «Otra vez el publico echó botellas y cojines, arrancaron los anuncios de hojalata y los echaron al ruedo, en fin echaron lo que pudieron. Luego el público mató al toro y lo cocinaron. ¡Todo esto en la plaza!».
En una entrevista con Lourdes Andrade, la periodista le preguntó su opinión sobre el suicidio de Wolfgang Paalen y Carrington le contestó: «Me desconcierta la falta de curiosidad ante el espectáculo de la vida. Finalmente pasamos más tiempo muertos que vivos, hay que aprovechar, ¿no crees?»
Y cuando la periodista le sugirió que de todas formas se perderá el final de la película, la pintora contestó: «A mi edad, lo que empieza a preocuparme no es el final de la película, sino ¿qué hay después de la película?».
Por último Carrington mencionó en otra entrevista que le encantan los animales, entre los cuales no se encuentran los humanos. Y cuenta que en Londres le gustaba ir al zoológico donde tenía una amiga hiena a la que enseñó francés.
CARRINGTON, ESCRITORA
Esta es la faceta menos conocida de la artista. Sus obras literarias las ha publicado en español, francés e inglés. No le gustan las traducciones. Cuando la cuestionan ¿por qué en diferentes idiomas? Contesta que escribe en el idioma de la gente a la que están dedicadas sus obras.
Esa es una deuda que tenemos con Leonora. Me encantaría que se hicieran ediciones cuidadosas de su obra literaria en español. En el Diccionario de escritores mexicanos editado por la UNAM en 1988, no existe una entrada de Leonora Carrington escritora. Ignoro si ya corrigieron ese error.
Entre sus obras, se encuentran: La dama oval; La debutante, donde narra con humor corrosivo su presentación en la corte de George V de Inglaterra; La casa del miedo; La puerta de piedra; Penélope; La camisa de franela, entre otras.
2007, AÑO DE HOMENAJES
En el año 2007 recibió varios homenajes para celebrar sus 90 años de fructífera vida. Uno de ellos fue en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 8 de octubre.
En aquella ocasión la acompañaron Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis, y el maestro José Luis Ibáñez leyó su obra de teatro La invención del mole. Fue una velada inolvidable, llena de recuerdos, nostalgia, carcajadas y al final los estudiantes la ovacionaron de pie y se arremolinaron alrededor de la artista nonagenaria.
En ese año la empresa Tequila Cuervo le pidió un diseño para su edición Tequila Cuervo 1800 Colección y ella elaboró una escultura en plata llamada La reina del tequila.
Del 12 de febrero al 31 de octubre de ese mismo año, el Gobierno del Distrito Federal organizó la exposición «Leonora Carington en la Ciudad de México, exposición al aire libre en la Avenida Paseo de la Reforma, de la calle Gandhi al Museo Nacional de Antropología.
La exposición estuvo integrada por 17 esculturas de gran formato y 50 lámparas de luz integradas por fotografías de la pintora y su familia, desde que la pintora era niña hasta la actualidad, y reproducciones de algunas de sus obras.
Tuvo una gran aceptación por parte del público, y tanto los automovilistas como los viandantes se detenían fascinados ante la originalidad de las esculturas. Y muchos de los asistentes no resistieron la tentación de fotografiarse con ellas.
El 2 de marzo de este año Leonora publicó Un mural en la selva, reproducción de una obra que le pintó a Plutarco Gastélum en Xilitla, San Luis Potosí. El libro va acompañado de textos de su hijo Gabiel.
Actualmente trabaja en el diseño de otra botella para la misma firma de Tequila Cuervo. Causa alegría saber que a sus 92 años siga tan lúcida, creativa y con un sentido del humor maravilloso.
Aunque el Surrealismo le queda corto, puesto que con su imaginería fantástica rompe con las etiquetas, Elena Poniatowska menciona entre bromas y veras que Leonora es el último monumento vivo de dicha corriente artística.
En mi opinión, Leonora Carrington eligió atinadamente a México como su lugar de residencia permanente, puesto que cuando el padre del Surrealismo, André Breton visitó México, lo calificó como país eminentemente surrealista. ¿Dónde podría vivir mejor, sino en nuestro país?
* Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la UNAM.
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