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Muere Mercedes Sosa, ícono de la libertad

Por Laura Viadas

Ayerfalleció a los 74 años de edad Mercedes Sosa quien pasó de batalla en batalla con luchas donde iban de por medio sus convicciones y su sensibilidad.

Durante las últimas 48 horas el mundo de habla hispana estuvo al tanto de los segundos de su vida, unos sencillamente por la implicación emocional que nos refrenda por tantas canciones, otros más por el símbolo que representaba la señora Sosa en la canción latinoamericana.

Pero también para muchos otros, queda como una estampa de la libertad, como una mujer que defendió los derechos humanos en un territorio donde la visión de género más que una filosofía de vida estructurada resultó una medida de sobrevivencia.

Una de las estampas mejor delineadas de la cultura de género, muestra de resistencia con la mayor dignidad: la de quien se sabe poseedor de una herencia imposible de aniquilar.

De ascendencia mestiza, de franceses y quechuas, decía que había venido a este mundo a cantar el folklore de su tierra y en ello le fue el destino: cumplió echando la semilla. Fue la voz de América, la «pachamama» de la canción popular Argentina.

En su voz todas las voces tuvieron estancia para ser registro, para traducir sentimientos y emociones de la vida de una América sumida en la pobreza, en el abandono y el desprecio.

Su propia soledad, el exilio y la esperanza fueron fuente de inspiración para muchos otros que hoy lamentan su partida, que escriben sus biografías o que ponen sus canciones como un homenaje póstumo.

Mucho se ha dicho ya y mucho mas se ha escrito, por su voz y su vocación, pero desde aquí, el espacio donde nos corresponde situarla, queda una monumental imagen que se dio a la vieja usanza, como el hierro que al calor se va moldeando.

Quedan todos sus capítulos de censura en Argentina como el inscrito en 1979 cuando pone a la venta el disco Serenata para la tierra de uno. En ese tiempo, cuestionada y amenazada se presenta en un concierto en la ciudad de La Plata, los oficiales suben al escenario, la cachetean y junto a 350 espectadores es detenida.

De ahí tuvo que exiliarse , primero vivió en París y al año siguiente, en 1980, se instaló en Madrid. Aún cuando la depresión le asedió durante casi diez años, Mercedes continuó en sus años de exilio con una intensa actividad artística internacional.

Su larga trayectoria así como todos sus discos llevan impresa esa marca de solidaridad, de denuncia por la injusticia, pero también, la sabiduría del alma vieja sabiéndose parte del gran rompecabezas de la existencia de un mundo.

Mercedes Sosa quizás no pensó en tener homenajes, pero recibió muchos. Entre 1995 y 1996 le otorgaron diferentes reconocimientos, entre ellos, el Premio de la UNIFEM, que la distinguió poco antes de una actuación en el Lincoln Center de Nueva York por su labor en defensa de los derechos de la mujer.

El papel de Mercedes Sosa como representante de la lucha de género como parte de una creación de nicho cultural puede o no quedar en segundo plano cuando se antepone su impresionante rango vocal y su intensa interpretación, pero ante todo lo que se escribiera de ella en los próximos días, como parte del duelo de la canción latinoamericana, queden estas líneas inscritas en el apartado especial de «honor a quien honor merece».

09/LV/LGL

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