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Haití y…. ¿las ayudas?

Por Aurora Sansores Serrano *

Nadie mejor que las y los haitianos para describir y explicar que está pasando en su país, y lo que necesitan, pero todos parecen tomar decisiones y nadie se acomete a empezar por el que debería ser el principio, preguntarles e incluirlos.

Haití vive la peor desgracia de los últimos tiempos, con una cantidad de muertes aún sin definir, con un gobierno que se ha visto rebasado o que prefirió dejar en manos ajenas la suerte de sus gobernados, ante la vergüenza de que fuera necesario un fenómeno para que volvieran los ojos ante un pueblo lacerado por la pobreza.

Me ha impactado ver imágenes de personas tratando desesperadamente de sacar a sus familiares debajo de los escombros, mientras otros se concretan simplemente a observar el esfuerzo, muchas de las veces infructuoso. Así como sorprendente fue ver a aquellos que vendían, en puestos ambulantes improvisados, la poca agua que podían conseguir.

La experiencia que tenemos nosotros del temblor que en 1985 hubo en México, es que muchas de las vidas salvadas fue producto de los actos solidarios, la gran mayoría de héroes anónimos, que sin esperar a que se lo pidieran, se unían a los trabajos de rescate que realizaban desconocidos en busca de familiares y amigos.

Si se hubiera esperado a que llegara ayuda internacional, la pérdida de vidas humanas se hubiera incrementado ilimitadamente, pero lejos de la desidia de la que se le acusa a quienes habitan en el DF, ante la adversidad ajena, dieron muestra de nobleza.

Cierto es que los medios de comunicación se han concretado a enseñarnos los actos de desesperación, que no vandálicos como quieren hacer creer, pero sin querer juzgarlos me parece que lo más fácil sería que se pusieran de acuerdo por grupos y dividirse lo que se consiga.

Pero no estamos hablando de lo correcto, porque lo correcto sería que la ayuda humanitaria llegara a todos sin necesidad de que se estén matando entre si, de lo que estamos hablando es del miedo, el que causa no tener la seguridad de que mañana pueda llegar más alimento.

Leí la información enviada por la periodista cubana radicada en República Dominicana, Mirta Rodríguez, y con ello recordé una historia contada por un político campechano, de todo un pueblo que fue a pedir ayuda porque habían perdido todo en un incendio, y cuando todos estaban preparados para darles ropa y reconstruir sus viviendas, se sorprendieron al enterarse que ellos solo querían ayuda para conseguir sus documentos, porque lo demás podían hacerlo con su trabajo.

Eso está pasando en Haití, toda la ayuda que está llegando, solo sirve para paliar el problema a medias, el agua y los alimentos aunque no son suficientes si son importantes, pero no es todo.

Todos están decidiendo que dar y que hacer, pero a nadie se le ha ocurrido preguntarles que es lo que necesitan, que les preocupa, como quieren que los ayuden, es como si pensaran que el temblor no solo acabó con sus casas, sino también con sus mentes.

En estos momentos me preocupa que la ayuda que está llegando, se convierta en una deuda más para un país tan pobre, si bien es cierto que lo enviado por algunos países, como México, no pueden cobrarla porque es la ciudadanía quien está aportando de sus propios recursos, no puedo pensar lo mismo de otros, y los haitianos tampoco, la entrada de Estados Unidos quizá hubiera sido vista como un acto solidario de un país con otro, pero los antecedentes históricos no dejan espacio para pensar en las buenas intenciones.

Ahí está la declaración hecha por una integrante del movimiento de mujeres, la preocupación y rabia por la ocupación que ha hecho EU en Haití. Y es que de acuerdo con la información de los medios de comunicación, los norteamericanos llegaron y se adueñaron del aeropuerto, y no sólo se concretaron a sacar a todos, sino que controlan quien llega o no.

¿Quién les pidió que se convirtieran en funcionarios de gobierno?, la intromisión y el dominio que están ejerciendo bien puede alejar a quienes tratan de ayudar desinteresadamente. Si eso es ayuda, ¡no me ayudes compadre!

La hipótesis de los pobladores del país en desgracia, sobre la postura de quien se autoerigió como el «guardián» del mundo, es muy simple, Haití se ha convertido en la fruta de la disputa entre USA y Francia.

Haití, como muchos países, tiene una deuda con el Banco Mundial, pero el haberse quedado sin nada, no ha sido suficiente para que se le condone, lo más que se ofreció, fue suspenderla por cinco años, como si en verdad creyeran que ese tiempo será suficiente para restablecer su economía.

De acuerdo con la información, Haití requerirá de por lo menos 242 millones de dólares para la reconstrucción solo de la primera etapa. Si no tienen para pagar la deuda ¿de dónde sacarán esa cantidad?

Por supuesto, ahí estarán los mismos de siempre, los que se presentan como ángeles caritativos, pero que después poco les importa mostrar su verdadero rostro de demonio y cobrar con creces «el favor»
Si bien en este momento, las y los haitianos son presas de la desesperación, están conscientes de que habrá apoyos desinteresados, pero no faltarán los que preparan ya las facturas.

La pérdida de su vivienda, la falta de comida y agua, la escasez de material médico y medicinas para curar a sus heridos y enfrentar las enfermedades que pueden llegar, son sólo su preocupación primera.

Hay otras que van más allá de lo material, de cubrir sus necesidades del momento, como lo hicieron saber un grupo de mujeres haitianas, en el campamento internacional feminista que busca ayudar a las mujeres a recuperar su equilibrio, y a retomar el camino que decidan , entre otras cosas.

Y aunque usted crea que lo único importante es tener que comer y beber o reconstruir sus casas, no es así, una de las preocupaciones es el futuro intelectual de su país, con el derrumbe de universidades, escuelas y la misma biblioteca Nacional, se perdió no sólo la memoria histórica, sino muchas vidas jóvenes que representaban el futuro de esta nación caribeña.

Para Liz Marie, nos dice Mirta Rodríguez, hay una pérdida que no tiene precio, la documentación histórica del movimiento de mujeres, y no hay que dudar que en la misma situación están otras organizaciones sociales.

Estoy cierta de que haitianas y haitianos, tienen un gran reto; levantarse para luchar por ellos mismos, a fin de no dejar en manos de los buitres el futuro de su nación.

Pero los que estamos fuera y vemos un país destruido, pobre, con el dolor por la pérdida, la desesperanza en los ojos, y oímos los gritos callados de auxilio, no podemos quedarnos con los brazos cruzados.

Hay que ayudarlos, si, y cada quien desde su trinchera, pero los periodistas tenemos una responsabilidad superior, debemos dar a conocer no sólo las imágenes de la desesperación que lleva a los enfrentamientos, y hasta el robo de alimentos, tenemos que mostrar también a los que voluntariamente, sin necesidad que alguien se los pidiera, hicieron desde el principio una labor de solidaridad para con sus hermanos.

Aquellos que se ocuparon de los niños que deambulaban por las calles ante la pérdida de la familia, de quienes atendieron a los heridos, de los que, venciendo su propia desgracia, están trabajando hombro con hombro con quienes aún siguen buscando sobrevivientes entre los escombros y/o atendiendo a los heridos.

Hay que darle voz a aquellas y aquellos que ya están luchando para evitar los efectos de una intervención que podría quitarle a Haití lo único que le queda, su soberanía y la libertad de su gente.

Tenemos que hacer nuestra su preocupación, su lucha, su resistencia a una intervención que los convertirá en rehenes de los intereses extranjeros. Hay que hacer conciencia entre las organizaciones internacionales, para que no sigan permitiendo una pobreza que nos lacera como humanidad, y que no se acaba con darles de comer, ese es el error que se sigue cometiendo en muchos países, haciendo cada día más pobres, hay que darles oportunidades de salir adelante, de proporcionarles herramientas para ser productivos, generar empleo, garantizar educación y construir un destino menos incierto.

No es hora de llorar por Haití, no, podemos lamentar la desgracia que enfrentan pero no tratarlos como si estuvieran muertos, Haití está vivo, y hay que evitar que les quiten la posibilidad de construir su propio futuro.

No necesitan que vayan a matar gente con la justificación de evitar saqueos, no necesitan quien entiende por control el maltrato, ni quien no mide su fuerza para contener la desesperación.

Tengo claro que quienes ofrecen a sus hijas e hijos en adopción no es por falta de amor, sino por protegerlos de morir, y que quienes más sufren de toda esta desgracia, son las mujeres, quienes se ven superadas en fuerza a la hora de luchar por un poco de comida, quienes día a día sacrifican su propia seguridad por proveer a sus hijas e hijos.

Pero estoy segura, que serán las mujeres los pilares que sostendrán la recuperación de su país, promoverán que sus hijos tengan posibilidades de superación profesional, no se dejarán vencer por la adversidad, vaya serán protagonistas del futuro de Haití y darán su vida por mantener segura, la soberanía de su país y la libertad del pueblo haitiano.

Vamos, Haití tiene futuro, si y solo si les damos tiempo y el apoyo para, como dice Mirta, recuperen la calma emocional y su capacidad de reorganizarse y actuar. Por lo pronto, hagamos nuestras sus preocupaciones, es importante que usted no los deje solos, piense que al menos su ayuda no tendrán que pagarla mañana.

10/ASS/LR/LGL

* Periodista feminista, integrante de la Red Nacional de periodistas

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