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Adiós a las aventuras de la Familia Burrón en el DF

Por la redacción

El martes 25 de mayo, la ciudad de México perdió a Don Gabriel Vargas quien, junto con las canciones de Chava Flores, fue uno de los grandes cronistas de la forma de ser de los mexicanos.

Oriundo de Hidalgo, Vargas en sus más de 90 años de vida fue dibujante, historietista y creador del cómic con mayor persistencia y popularidad en México: La familia Burrón, cuya protagonista central fue Borola Tacuche, la esposa de Regino Burrón.

La historieta de Vargas era semanal y se publicó de manera ininterrumpida desde su creación en los años 40. Hasta la década de los años 70, tenía un tiraje de 350 mil ejemplares. Todos los viernes aparecía en los puestos de periódicos, sin publicidad y vivía de sus ventas en los puestos de periódicos.

En homenaje a la obra de Gabriel Vargas y a doña Borola Tacuche, Cimacnoticias publica una entrevista en tres partes –Doña Borola, Gabriel Vargas, su obra y Una forma de ganarse la vida: por accidente– que nuestra compañera Carolina Velázquez le hizo en 1988 y que se publicó en el periódico El Financiero en enero del año siguiente.

En 1991, PIPSA (Productora e Importadora de Papel) reprodujo la entrevista en el libro «100 entrevistas, 100 personajes» que, bajo la dirección del escritor mexicano David Martín del Campo y la asesoría del periodista y también escritor mexicano Vicente Leñero, formaba parte de una serie de publicaciones con las principales notas, crónicas, entrevistas y reportajes que aparecieron en los diarios más importantes de nuestro país en el siglo pasado.

Muchas mexicanas y mexicanos vamos a extrañar el buen humor de Gabriel Vargas que nos contagió en las miles aventuras que la Familia Burrón vivió en las calles del Distrito Federal.

Pero más extrañaremos a doña Borola Tacuche, personaje entrañable, alegre y bullanguero y quien pese a no ser en principio la protagonista de la historieta, con el tiempo se «comió a don Regino», como bien señala su autor en la entrevista.

Entre los homenajes recientes que recibió el historietista están la propuesta del periodista mexicano Carlos Monsiváis, de crear el museo de la historieta mexicana Gabriel Vargas, y la emisión del Servicio Postal Mexicano de una estampilla alusiva a La familia Burrón.

DOÑA BOROLA

Primera parte de tres

Por Carolina Velázquez

Hace más de 40 años Gabriel Vargas creó La familia Burrón, protagonizada por Borola Tacuche, la flaca y revoltosa mujer de don Regino Burrón. Una de las historietas nacionales más chispeantes y expresivas de los caracteres y la vitalidad popular en la ciudad de México. Su venta aún continúa en puestos de periódicos, sin publicidad y financiada únicamente con los recursos del autor.

Al primero que sorprende el éxito de La familia Burrón es al propio Gabriel Vargas. Nunca pensó que su cómic llegaría a ser uno de los más leídos en la historia de la caricatura en México, ni que sus lectores le guardaran fidelidad por tantos años. Y mucho menos que numerosos especialistas se ocuparan de analizar su contenido.

Esa aceptación del público es su orgullo; lo llena de entusiasmo y lo impulsa a seguir haciéndolo, asegura Vargas, a pesar de que en varias ocasiones ha anunciado su posible desaparición debido a la continua alza del costo del papel.

Hace diez años tenía un tiraje de 350 mil ejemplares que con la crisis económica disminuyó a 125 mil. «Cuando en un número avisé que la revista iba a desaparecer, recibí varias cartas de personas que se ofrecieron a darme millones de pesos para que no dejara de publicarse», comenta.

Dueño de un excelente sentido del humor, su carácter contrasta con su aspecto, a primera vista. Siempre lleva traje y corbata, una costumbre que le impuso su madre desde pequeño. Serio, cordial y sumamente respetuoso en el trato con los demás, es también un libro abierto cuando de conversar se trata: «Dicen que soy muy serio, nada más tengo la cara. Siempre me ha gustado ser jovial. Creo que todas las personas tienen mucho que darle al mundo».

— ¿En qué se basó para crear La familia Burrón?

«Esa pregunta me la han hecho muchísimas veces. Yo quise hacer un héroe de la clase media. Un mexicano como hay miles en el país. Aún cuando son personas inteligentes, no pueden salir de donde están por más esfuerzos que hacen. Tal parece que la adversidad los persigue.

«Originalmente la historieta se llamó El señor Burrón o Vida de perro, a los pocos capítulos cambió a La familia Burrrón. Don Regino es el héroe, un hombre de carácter reposado e inteligente. Si su familia vive en la pobreza más completa se debe a que él no acepta más dinero que el ganado por su esfuerzo.

«Doña Borola es una mujer de nobles sentimientos que es capaz de cometer los peores excesos por cuidar de su familia y conseguir alimento para su hija (Macuca) e hijos (El Tejocote y Foforito). No se le cierra el mundo ante nada y sabe salir airosa ante las más grandes dificultades. Tiene algunos problemas con su marido porque siempre presume que es de «la alta».

«Doña Borola se comió a don Regino en la historieta por ser alegre y bullanguera, una señora muy disparatada y loca en el buen sentido de la palabra».

— ¿Han cambiado con el paso de los años el contenido de la historieta y la actitud de sus personajes?

«Uno cambia de manera de pensar sin darse cuenta. Eso me lo han hecho ver varios amigos y lectores. No sé si es verdad.

«Doña Borola salía antes en aventuras más atrevidas porque era artista de teatro, por esa razón era más loca. Su carácter lo manejo de acuerdo con la historia que quiero contar. Cuando desea regresar a su vida teatral siempre comete disparates. Ahora da la idea de ser más seria porque desde que empezó la crisis económica ha tenido que batallar doblemente por su familia y vecinos.

«México atraviesa por una situación tremenda, casi de hambre; ese problema lo he tratado muchas veces. Por ejemplo, en un número Borola no encuentra cómo mantener a sus hijos y sale a la calle a trabajar de malabarista. Le dan poco dinero, se quita el vestido y comienza a bailar de exótica frente a los automóviles.

«También trato de manejar un poco de moral. En el país los hogares se están desbaratando. Yo no quiero que mis muñequitos lleven una vida disparatada, ya sea porque los hijos se van de la casa o los padres los abandonan. No soy moralista. Trato de imitar la vida de ciertas personas, nada más.

«Lo único que busco es hacer reír. La gente que sabe reír es la más sana y feliz. Si estoy en un error de todas maneras seguiré por ese camino aunque trate temas demasiado serios. Lucho porque la historieta sea siempre juvenil. No quiero reflejar en ella la edad que tengo: 74 años. Sería una revista opaca y enfermiza».

10/CV/LR/LGL

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