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Se hace lo que se puede

Por Lucía Lagunes Huerta*

El Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal, que pretende construir una política de Estado en la materia, podría quedarse en el camino de las buenas intenciones, si no se planean desde el gobierno capitalino, los pasos a seguir para aterrizarlo en cada dependencia del gobierno.

Hasta ahora, en cada dependencia se ha hecho lo que se ha podido, podría ser el resumen de tres días de trabajo donde cada dependencia expuso en 8 minutos, cómo está implementando el Programa, ello durante el Espacio de Participación para el Mecanismo de Seguimiento y Evaluación, del Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal.

Las formas y las capacidades son distintas, pero salvo excepciones, la mayoría de las instituciones han construido sobre su lógica de trabajo «un segundo piso», en el cual suman actividades donde intentan reflejar con poco éxito, y con mucho cansancio, los derechos humanos.

Así, las dependencias duplican actividades, sin que se teja realmente una política de Estado, donde la principal dificultad para lograr aterrizar el Programa es el presupuesto, pues en esa lógica si hay que hacer más, de lo que ya se hace, se necesita más dinero.

Pero ¿cómo saber qué le toca a cada dependencia para garantizar la efectividad del Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal? En primer lugar, buscaron a lo largo y ancho aquellas acciones que hicieran referencia a su dependencia. Paso dos, planearon actividades para cumplir las metas. Talleres, carteles y folletería, entre las actividades más socorridas en las dependencias.

¿Cómo medirán el éxito de sus acciones, en qué momento las dependencias se articularán para desarrollar una política y no una suma de acciones, cómo rendirán cuentas a la sociedad de lo que se está haciendo?, fueron algunas de las preguntas que las representantes de la sociedad civil hicieron a las y los funcionarios presentes.

El esfuerzo que ha sido la construcción de este programa, que lleva años de esfuerzo, primero para realizar el Diagnóstico de Derechos Humanos del Distrito federal, el cual sirvió de base para la creación del Programa, acciones que sin duda ponen a la vanguardia al Distrito Federal.

Pero no sólo los productos dan el plus, sino el proceso mismo en el cuál se construyeron, donde participaron durante dos años academia, organizaciones civiles, gobierno e instancias internacionales, quienes sentaron las bases para desarrollar una política de Estado que viva a través de los Derechos Humanos.

Para ello, también se creó la Ley de Derechos Humanos, que espera ser aprobada en la Asamblea Legislativa.

Pero todo podría quedar en políticas de simulación, si no se transforma la lógica institucional en la que se ha venido trabajando y que se refleja en frases como que esa de que «en el metro se respetan los derechos humanos, porque a todos se les permite pasar» o hablar del sector femenino, o de las personas con capacidades diferentes.

Si realmente el jefe de gobierno quiere construir una política de Estado, tiene que destinar tiempo y recursos para construir una lógica de trabajo que viva los derechos humanos, y no sean una carga, de lo contrario, cada una seguirá haciendo su mejor esfuerzo en muchas acciones con poco impacto, y sin logar una transformación real.

* Periodista mexicana, directora general de CIMAC

10/LL/LR/ LGL

COLUMNA

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